Cuando mi madre se quedó embarazada, por octava vez de mi
padre, no se lo podían creer. Ya no estaban en edad de tener hijos, llevaban más nueve años dale que te pego sin quedarse embarazada. Por aquellos
lejanos tiempos no existían medios anticonceptivos, ni tampoco televisión. Así que, cuando se le retiró la regla a causa
del embarazo, pensaron que el río bajaba seco; pero no. La Vicenta, comenzó a engordar, y allá a
mediados de Diciembre este cabezón, el último de la fila, dijo:
—
Aquí estoy yo.
El día que nací yo, no sé si nevaba, o llovía, dicen que de todo hubo ese día, agua, nieve y aguanieve, lo cierto es,
según cuentan, hacía un frio de tres
pares…. Sin embargo, yo, que nunca fui
valiente; pero sí muy inconsciente, así sigo, y sobre todo cabezón, me dio por salir.
Con
lo calentito que estaba en el vientre de la Vicenta, debería haberme esperado
al mes de abril, que es mi mes favorito, pero en ese caso habría sido más largo el embarazo que el de una burra, que es de once meses, y no era cuestión, que había que hacer los chorizos y la matanza, coger la aceituna y preparar la boda de mi hermana Dolores.
Así, cual Indiana Jones, llegó Paco Jones, dando guerra, y eso que presumo de pacifista. Menos mal que
el tan Indiana, no se llamaba Paco, sino…
Mi nacimiento vino precedido de la polémica: ya eran siete
los que había parido la Vicenta, cinco muchachas y dos muchachos, y, a sus 48 años. Una de mis
hermanas, la Dolores, a sus 26 años
estaba a punto de casarse con Victorio Romero; y, la segunda, la Felipa, andaba con novio, José Melero.
—
Solo falta que sea una chiquilla, como sea otra
chiquilla no la vamos a querer. – Regañaban, mis futuras hermanas.
Pero no, que de algo me enteraría yo, si no tenía colilla,
por si acaso me la implante, no fuese a ser que no me quisieran. Además, fui muy pronto tío, pero tío, tío,
que diez meses después, mi hermana Dolores, que se casó doce días después de
nacer yo, el día de los Santos Inocentes, dio a luz una preciosa chiquilla, así
que sin saber todavía andar, ya era todo tío… ¡Toma Ya!
En mi casa no eran de mucho cristianar, así que no pusieron
mucho interés en comunicar el acontecimiento al cura de los capones, y por lo
que pudiese pasar, lo comunicaron un día después, diciendo que había nacido ese
día, por lo cual según la partida de nacimiento nací el 16 de diciembre y según
la partida bautismal el 17 de diciembre.
Así que el 28 de diciembre, día de
Los Santos Inocentes, hubo cuatro celebraciones, boda de mi hermana Dolores,
cumpleaños y onomástica de mi hermana Inocenta y bautizo de este menda, que
según cuentan, yo no me acuerdo, me comí la sal que me dio el cura en la pila
bautismal, y eso que no soy muy salado.
Tocó la cuestión del nombre, una tía, hermana de mi padre se
llamaba Francisca, murió antes de yo nacer, por eso no tuve el placer de conocerle,
que a su vez tenía un tío, que se llamaba Francisco, hermano de mi abuelo
Lorenzo. Francisco fue el abuelo de Isidoro Pérez, El Correo. Todas las cartas estaban destinadas a que me llamase
Francisco, pero por entonces, en mi casa no estaba bien visto, llamándose el dictador
también Francisco. Sin embargo mi padre, que quería mucho a su hermana, dijo
que bueno, que en lugar de Francisco, bien me podía llamar Paco. Y así fue, como siempre fui Paco, desde
nacimiento, hasta el punto que incluso cuando debo dar mi nombre en estamentos
oficiales, siempre digo Paco, otra cosa es lo que el funcionario escriba.
Han pasado ya muchos años, he ido dejando en el camino
multitud de Pacos, y a pesar de los palos recibidos, todavía miro el futuro con
una sonrisa, intentando decir siempre lo que pienso, aunque de cada dos
palabras me equivoque en tres; pero que le vamos a hacer. Así que en el día de
hoy, me felicito a mí mismo y me digo:
¡Paco´s Feliz Cumpleaños!
Deseando a quien me quiera bien, que lo vea…eso sí, en buen
estado de salud.
Feliz cumple, Paco. Genial tu evocación del día en que empezaste a ocupar tu lugar en el mundo. Desde has hecho notar y seguirás haciéndolo. Y tus seguidores lo presenciaremos.
ResponderEliminarDisculpa, quería decir, desde entonces te has hecho notar y seguirás haciéndolo.
EliminarMaría Nieves, muchas gracias. No creas, siempre he procurado pasar desapercibido.
ResponderEliminarUn abrazo
Menos mal que la Vicenta comenzó a engordar y no fuera que el río bajase seco, porque si no, nos perderíamos estos relatos tan bien escritos, y eso que de dos, confundes tres, muy bonito!!!!
ResponderEliminarMuchas gracias Arantxuki,algo corría por el río Rus, que es el que pasa por mi pueblo, más veces seco que con agua, y siempre fui cabezón, y al final, logré el objetivo de salir del cascarón.
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