A Federico García Lorca en
el 82 aniversario de su asesinato
Con el corazón oprimido
caminó sus últimos pasos el
poeta.
Sin ataúdes ni nombres
la aurora lloró lágrimas de
sangre,
a los pies de la gran tumba
de la noche,
de esa patria,
donde el poeta
bordó en su bandera de
libertad
el amor más grande de su
vida.
Anda jaleo, jaleo,
ya llegaron los traidores
desde los altos de los
campanarios,
desde los cuarteles,
a sembrar de muerte.
Se detuvo la luna,
no salió el sol,
mientras los criminales
reían
vomitando su borrachera
de sangre,
por las esquinas…
¿Dónde está el poeta?
¿En qué ignorada cuneta?
Cerrar las puertas,
que hasta las vacas
traen las tetas llenas de
perdigones,
tras la larga noche de los
asesinos.
¿Dónde están las manos
que vuelvan a bordar las más
hermosas palabras
en la bandera de la
libertad?
©Paco Arenas