martes, 31 de octubre de 2017

Viendo a don Juan en blanco y negro,una tradición perdida (Obra completa)



En estos días recuerdo todos los años a mi padre, no porque sea el día de los difuntos, sino por su pasión por el teatro. Al teatro y a la poesía. A pesar de no saber leer ni escribir se aficionó mientras luchaba defendiendo la República. Era tal el empeño del gobierno legítimo por instruir a la tropa, tanto en la enseñanza de la lectura como en el desarrollo intelectual y cultural, que los principales intelectuales, al contrario de lo que ocurre ahora,  se implicaron en ello, ofreciendo obras teatrales diversas y recitales de poesía.
Recordemos la labor de la compañía de Federico García Lorca, “La Barraca”, enmarcada dentro de las Misiones pedagógicas de la República, para potenciar en las zonas rurales la instrucción y la cultura, que sembraron de palabras los lugares más apartados de aquella ilusionada e ilusionante república.  Tras el golpe del militar de los enemigos de la libertad, la legitimidad republicana no tiro la toalla y extendió el manto de la cultura hasta las mismas trincheras, donde al igual que en las misiones pedagógicas, se hacían representaciones teatrales y se ofrecían a la tropa recitales de poesía, con la participación entre otros de Miguel Hernández, Rafael Alberti, Antonio Machado, Gabriel Celaya, León Felipe, Luis Cernuda, entre otros.

Decir que mi padre era capaz de recitar poesías de aquellos poetas del pueblo, a pesar de no saber leer. No solo poesía y refranes manchegos, también pasajes enteros de alguna obra teatral.

Terminada la guerra desaparecieron las Misiones Pedagógicas, así como la potenciación de la cultura en general, para los golpistas la cultura no era un bien a potenciar, sino todo lo contrario.    No es necesario decir que en Pinarejo no existía teatro.  Con el tiempo llegó a existir un cine, el de Manuel Illán, donde de uvas a peras se proyectaba alguna película.

 La llegada de la televisión supuso que en cierto modo, de nuevo regresase el teatro a los pueblos,  “Estudio Uno” fue una gran iniciativa que nos acercó al teatro clásico, obras como “El Burlador De Sevilla”, “Don Gil de las calzas verdes”, “La Vida Es sueño”, hacía que mi padre de nuevo renovase su afición por el teatro, pero su obra favorita sin duda alguna era “Don Juan Tenorio”, de Zorrilla.   Solo existía un pequeño inconveniente y no era que hubiese de verlo en una televisión en blanco y negro, sino que debía verla en el bar.   En aquellos años tan solo las gentes adineradas o los bares disponían de aquel novedoso aparato, que más tarde se llamó la caja tonta, y que ahora, junto con internet, es un sorbe sesos, que deja a la gente atontada e impasible a merced de cualquier gobernante corrupto.
  Nosotros éramos campesinos pobres, por tanto, la elección no podía ser otra que ir al bar, o como decía mi madre, a la taberna, para poder verla.   Aquellos locales, donde solo acudían hombres, se abarrotaban cuando jugaba el Madrid, el Atlético entre ellos o contra el Barcelona, también cuando retransmitían alguna corrida de toros. Tengo muchos recuerdos de tardes de verano en el Bar de "El Vivo" hasta los topes viendo una corrida de toros, eso sí, solo hombres y algún crío, para que cogiese afición…; aunque, yo pronto me pusé en la piel del toro contra esa salvaje afición.

No ocurría lo mismo cuando en la noche del 31 de octubre TVE - que no era la 1ª, sino la única, no existía ni  tan siquiera la UHF, que luego sería la 2ª - emitía la obra de “Don JuanTenorio”, desde el primer momento mi padre junto a otros cuatro o cinco amigos acudía todos los años a ver la obra teatral de Zorrilla al bar de Francisco, “El Torcio”, bar que  al igual que el del “Vivo” se encontraba en la plaza.

El último año de vida de mi padre, se empeñó en que yo le acompañase, ante el disgusto de mi madre que no le parecía muy correcto que un crío de siete años pisase un bar, o una taberna - como decía ella - llena de borrachos y viejos.  Pero mi padre al final se salió con la suya, me abrigaron bien, con bufanda y gorro incluido y nos presentamos en el bar, donde aquella fría noche apenas había diez o doce hombres, que, al comenzar “Estudio Uno”  no llegarían a los diez, para al final quedarnos cinco o seis.  Al comenzar la obra, los pocos que estábamos, hicimos silencio más interesados en ver a Don Juan Tenorio que de beber o “cascar”, nos sentamos todos juntos en la misma mesa, yo medio acurrucado junto a mi padre, de cara al televisor, esperando ver algo extraordinario.  - Debieron pasar muchos años para llegar a apreciarlo - En la mesa una botella de vino, una de gaseosa y un “Cholet” de vainilla, unos "alcahuetes" cacahuetes y aceitunas[1]. Muchos años después he sabido que aquella noche estaba allí otro chiquillo, algo más joven que yo, tampoco podía ser mucho, Nicolás Haro, que también estuvo con su padre).


 De aquel día recuerdo que estaban con mi padre y conmigo a Germán Jiménez “Trequetales, hermano de mi cuñado Isidro,  a Joaquín “El Tuerto”, padre de Herminia y abuelo de Miguel, un gran fisioterapeuta que trabaja en el hospital La Fe de Valencia, a Raimundo un viejo y sabio anarquista con mil sentencias que hacían pensar a quienes le escuchábamos,  a Julián Romero “El Rojo  de Soplaeras”, consuegro de mis padres y padre de mi cuñado Victorio, de Julián “El Motosierra” y de Angelina, Francisco “El Torcio”, dueño del bar, posiblemente, quiero recordar que había otro hombre más, pero no recuerdo quien era[2] (Quien les conociese, en esa mesa estaban representadas todas las tendencias políticas, buenas personas todas. Aquella noche tenían algo en común aparte de la amistad o paisanaje. La afición al teatro, no sé si circunstancial y puntual o porque realmente tenían esa afición.  Teatro que solo podían ver en una pequeña pantalla en blanco y negro.

  Vimos en silencio la obra teatral, de la cual guardo este recuerdo que me marco para siempre, tal vez porque ya nunca pude volver a verla junto con mi padre.  Al año siguiente esa noche la pase en casa de mi hermana Dolores, recuerdo que Joaquín “El Tuerto”, vecino de ella en la calle Las Eras, aquella noche pasamos miedo gracias a él, contó historias fantásticas de terror,  un montón de cuentos e historias que tenían que ver con la noche de las animas, relatos orales que se habían ido transmitiendo de generación en generación y  que desgraciadamente al ser orales en la mayoría de los casos se han perdido para siempre.


Entre quienes estaban aquella noche en el bar de “El Torció”, viendo a Don Juan Tenorio, al menos tres de ellos eran muy buenos narradores, cada uno en su estilo, el mencionado Joaquín ”El Tuerto”, Julián Romero, “El Rojo de Soplaeras”, que fue guardia de asalto con la República,  debido a su carácter extremadamente jovial, contaba las historias siempre dándole una chispa de humor, entre ambos estaba mi padre, en ocasiones, más cercano a “El Rojo”, lo mismo contaba historias o cuentos trágicos a los cuales en muchas ocasiones les daba un toque cómicos.  Poco o casi nada recuerdo de esas historias, mi hermana Felipa sabía muchas de ellas, pronto decía, “como decía padre”.   Algunas de esas historias todavía se podrán recuperar, recuerdo que, aunque contadas de manera diferente por nuestros abuelos y mayores, eran las mismas, en muchas ocasiones surgía: "eso ya lo ha contado fulano o zutano…"

Puede ser un desafío para ese gran investigador que tenemos en el pueblo, José Vicente Navarro, podría salir un estupendo libro con esas historias de las gentes de Pinarejo, historias como la del clavo en la puerta del cementerio que por estas fechas ha escrito de manera magistral mi amigo José Vicente.





[1] Me enteré durante la presentación de mi novela “Los manuscritos de Teresa Panza en Pinarejo”
[2] Ahora ya sé quién era Nicolás, que también había llevado a su hijo Nicolás y que fue el primero en comprar mi novela en toda España. Me ha costado mucho, pero al final gracias a él, he recordado quien su padre, sabía que había un hombre más que no recordaba.


Obras publicadas:





lunes, 23 de octubre de 2017

La verdad sobre Rosa Lía (lo que nunca he contado de esa sinvergüenza deslenguada y provocadora)




No es que pretenda esconderme bajo sus enaguas, pero la culpa la tuvo ella, yo fui su juguete, su creación...

Dicen que se deben perseguir los sueños, esos pajarillos que te llenan la cabeza de graznidos, que terminan convirtiéndose en pajarracos,  los cuales, de manera inmisericorde terminan devorando, primero los sueños de adolescencia y después los de juventud.

En ocasiones, ocurre algo extraño, son los sueños quienes te persiguen a ti, quienes escapan del nido destrozado de la memoria, y cuando parecía que todos los huevecillos estaban cascados y aplastados, un renqueante pajarillo, si apenas fuerza, tras un largo vuelo, se posa en tu cabeza y allí hace el nido.

Así le ocurrió a este campesino, desertor del arado y exiliado en el asfalto, con más de 100 razones para olvidarme de los sueños de ser escritor, a los 55... ¡Copón! (Los sueños me han aplicado el 155) Bromas aparte, pues es algo muy serio. Cuando en la edad tardía,después de 26 años sin escribir,  retomé el vicio de la escritura, nunca tuve intención de volver a escribir novelas, ni relatos. Mi única intención era luchar todos los tumores malignos que afectan a nuestro país, y contra esa institución parasitaria que se rige por útero donde se engendra. Así lo hice, escribía contra la mafia económica  y política, opinando en distintos medios como lector dando mi opinión y alardeando de mi republicanismo...  

 A pesar de ello, no escribí nada de ficción. Más de seis meses estuve sin escribir ni tan siquiera un solo relato, yo que había escrito tantos.  La culpa la tuvo el ATC de Villar de Cañas (el tumor maligno que Cospedal quiso implantar en el corazón del sur de Castilla, en el norte de la Mancha, entonces decidí participar de manera más activa, a Pacoarenas (todo junto) se unió Amadeo 59 (pastor de ovejas y un poco calavera) decidieron ponerse manos a la obra; sin embargo, no era suficiente para animar el cotarro en los foros y crear conciencia en la lucha para evitar el cementerio nuclear y la muerte de mi tierra. 

 Así nació Rosa Lía, mi tercer seudónimo, bajo el cual escribí los primeros relatos, en los que no solo buscaba la concienciación sino la provocación y al mismo tiempo la diversión, algo que renuncié a llevar a cabo con veintiséis años después de quedar entre quienes optaron al Premio Nadal.  

Con casi con tantas canas en la cabeza como ahora. Emulé a Elena Francis, travestido  de joven universitaria, feminista, deslenguada, rebelde, con gran conciencia social, crítica con la corrupción, provocadora, erotizada y mordaz que era capaz de resumir las noticias del día en diez  renglones y provocar reacciones de todo tipo (nunca recibí tantas proposiciones deshonestas como cuando me escondía detrás de Rosa Lía) Espero que  aquellos que me mandaban provocadoras propuestas que harían sonrojar a la más atrevida de las chicas,  pensado que yo era una guapa muchacha, me sepan perdonar, jamás revelaré sus identidades, por mucho que algunos llegasen a traspasar lo erótico para caer en lo obsceno. Doy mi  palabra de republicano, que sus identidades será un secreto mejor guardado que el de la Caca-cola. 

Rosa Lía, no tuvo un papel destacado, como tampoco lo tuvo Pacoarenas, ni Amadeo 59, pero estuvieron allí, al pie del teclado, de la lucha, creando conciencia, junto a otros muchos más determinantes; sin embargo, Rosa Lía fue el paso, el empujón necesario para que Paco Arenas decidiese existir.  Han pasado siete años desde el nacimiento de Rosa Lía, ahora casi nadie se acuerda de ella, ni siquiera su criatura: Paco Arenas, pero su esencia ha quedado prendida de mis dedos y cerebro, del poco que tengo. 

Gracias Rosa Lía, tú, sin existir, hiciste que los sueños me persiguieran a mí cuando yo había dejado de soñar, ahora me acompañan de la mano, y todo es gracias a ti.

Paco Arenas


Volverán los oscuros aguiluchos



Volverán los oscuros aguiluchos
en tu balcón sus banderas a colgar,
y otra vez con sus balas los cristales

disparando romperán.
Pero aquellas libertades 
que nos hacían soñar,
esas… ¡no volverán!
Volverán las grises épocas 
por nuestras vidas a escalar, 
y otra vez las heridas se abrirán 
vistiendo las tapias
de rojo rocío,
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día…

Me declaro disidente ¿y tú?




Me declaro disidente,
el patrioterismo nacionalista me abruma,
tanta sinrazón bajo el sol,
tapando la inmundicia
con una bandera,
al fin y al cabo, un trapo.

Me declaro disidente,
no de la gente,
no de la patria,
sí del ladrón,
del tirano corrupto,
del rey indolente.

Me declaro disidente,
sin coger el camino del exilio,
pagando el tributo al Cesar,
sabiendo de antemano
que una buena tajada
ira a las cuentas del tirano.

Me declaro disidente,
de las garras de los opresores,
de quienes apuntan con sus fusiles
al corazón de las gentes,
de quienes con sus porras
amordazan la sagrada voz de la libertad.

Me declaro disidente,
de los traidores,
de los falsos profetas,
de quienes prometieron derrocar al tirano,
y ahora lo hacen más fuerte,
traicionando a la gente.

Me declaro disidente,
Si amigos, me declaro disidente,
No del pueblo,
No de la gente,
Sí no de este régimen pestilente,
del tirano corrupto
Y del rey indolente.

Me declaro disidente,
y; aunque,
estos versos me lleven preso…
desde el otro lado de los barrotes,
gritaré con todas mis fuerzas
para que escuche la gente:
¡Viva la libertad!
¡Muera el tirano!

Porque yo, amigos míos,
Me declaro disidente.


©Paco Arenas 22 de octubre de 2017

Obras publicadas:




jueves, 12 de octubre de 2017

12 de octubre, "Fiesta Nacional"


—¿No te has enterado?
—¿De qué?
—Hombre, que hoy es 12 de octubre, Fiesta Nacional...
—Ya decía yo...
—¿Qué decías tú? Si cuando te he hablado tenías la cabeza dentro del contenedor de basura...
—Pues eso, que hoy los supermercados no tiraran comida caducada a los contenedores, que hoy celebraremos la fiesta del ayuno voluntario...
—No seas aguafiestas. Mira cuantas banderas en los balcones...
—En el mío y en el tuyo no hay banderas..., nos lo robó el banco la casa por culpa de nuestros patriotas gobernantes...
—Contigo no se puede hablar, eres un radical...
—Pues no hables. Has sido tú quien ha venido a hablar de banderas…, mira aquí hay una en la basura…
—En estos momentos todos debemos apoyar al gobierno, España nos necesita…
—No confundas España con quienes te han robado todo, hasta tus hijos…
—¿A mis hijos?
—Sí, a tus hijos. Dime, ¿dónde están tus hijos?
—No lo sé. Eres un cabronazo, sabes dónde hacerme daño..., hijo de…
—¡Cuidado! No quiero hacerte daño, te digo la verdad, que todavía te duele menos de lo que debiera…
—Yo te mato. No tienes derecho a nombrar a mis hijos, me duele, ¿a ti te gustaría?
—No. No me gustaría. Yo tampoco sé dónde están los míos, la mujer me abandonó cuando gracias al Gobierno y su maldita ley laboral, nos robó la casa el banco. Lo tuyo es mucho peor, a tu mujer la asesinaron...
—¡Joder! me estás haciendo llorar…, nadie la mató, se suicidó...
—Suéltame la camisa, es la única que tengo. La asesinaron…
—No, cacho cabrón, te voy a matar…
—Más vale que hubiese empleado esa energía para defenderla y no dejar que la matasen…
—¿Cómo tengo que decirte que no la mataron, que fue su decisión?
 —¡Suéltame, copón! Escucha: cuando a una madre le roban la casa primero y después a los hijos por no poder mantenerlos, la matan. A tu mujer la mataron los mismos que te robaron la casa, los mismos que te robaron a tus hijos, los mismos que te han condenado a vivir en la calle, los mismos que hacen que busques comida en la basura...
—¡Calla! ¿No ves que me estoy ahogando en lágrimas?
—Pues, sécate...
—¿Cómo me voy a secar con la bandera? Estaba en el contenedor de la basura…
—En el mismo contenedor que la comida que comes…
—Te odio. Catalán tenías que ser...
—No soy catalán, pero quienes les roban a los catalanes, son los mismos que roban a los castellanos, a los andaluces a los valencianos, nos roban a nosotros..., hasta a nuestros hijos…
—No son momentos de echar mierda sobre nuestro gobierno, hay que apoyarlos. Debemos ser patriotas, estar unidos, por España…
—A ellos, a esos patriotas de trapo con cuentas en Suiza. A la mierda…
—Me avergüenzo de esos patriotas de mierda…
—Eres un mal español, deberías estar orgulloso de tu patria, hoy celebramos la fiesta nacional...
—Aquí tienes la bandera que saque del contenedor, celebra la fiesta como quieras tú. yo me voy al centro a ver si como algo, yo no tengo nada que celebrar...

El sol brillaba sobre las barandillas de los balcones adornados con banderas recién sacadas de una bolsa "made in China". En las mesas, una jarra de agua fría llena de desesperación adorna las miradas de cuatro niños frente al televisor, que contemplaba su padre apurando el último trago de un bote de cerveza marca blanca, y admiraba la elegante presencia del rey presidiendo el desfile de las fuerzas armadas, henchido de orgullo, pensó:
—Qué elegante la reina. Que inmenso orgullo ser español.
 Se incorporó al ver el carnero de la Legión, y casi gritó:
 ¡Viva España! ¡Viva el rey!
Mientras de la nevera vacía una madre sacaba un tetrabrik de leche, casi tan vacío como la nevera, lo repartía entre vasos, que quedaban por la mitad y el suyo vacío. Agarró la jarra de agua de la mesa y terminó de llenar los cuatro con agua, el suyo lo lleno entero de agua y alguna lágrima salada para darle algo de sabor.
En la tele decían que son tiempos de austeridad. Ella pensó:
 —No para los patriotas de trapo.

© Paco Arenas - Lágrimas secas


Foto realizada hoy a las 9 de la mañana del 12 de octubre de 2017, cruce calle Agullent con Poeta Serrano Clavero.

Obras publicadas:






lunes, 9 de octubre de 2017

Un niño de trece años, que ya ha leído el Quijote, se enamora de Los manuscritos de Teresa Panza a primera vista.




Me recordó tanto a aquel Paco Arenas que juntaba ocho duros para comprarse sus propios libros...

Ayer en la feria del libro de Torrent ocurrió un caso curioso, durante el cual yo no fui todo lo honrado que debería haber sido, espero subsanar el error a costa de parecer tonto.

Paseaba por la feria del libro una familia con su hijo de trece años, que dentro de dos semanas cumplirá catorce. En la caseta estábamos María Nieves Michavila Gómez y yo firmando libros. La madre se interesó por el magnífico (no me cansaré de repetirlo nunca) de María Nieves Michavila Gómez, Voces desde el más allá de la historia. Mientras que Nieves explicaba las investigaciones llevadas a cabo para escribir su libro, conjuras, asesinatos y desvergüenza de la Corte de Fernando VII e Isabel II, el chiquillo cogió el libro entre sus manos, lo invité a que lo hojease, comprobando como se emocionaba al leer algunas páginas por encima.

–Este mamá, este papá —les dijo a sus padres.

Entonces su madre nos explicó que ya se había leído el Quijote a sus trece años y que en dos semanas cumpliría los 14, y como regalo había pedido un libro (en estos tiempos de la pantalla, que un niño pida libros es un milagro). Razón por la cual estaban mirando libros, para llegado el momento regalarle uno entre los que a él le hubiesen gustado. Al parecer ya había seleccionado unos cuantos, posiblemente más acorde con su edad.  Ese niño me recordó mucho a mí, él también, ahorraba para ir por su cuenta y riesgo a la librería a comprar sus propios libros.

—Este mamá, me ha dado un vuelco el corazón al verlo, y al hojearlo, me ha llegado lo poco que he leído, he decidido que sea este. No quiero otro, quiero este —dijo con emoción.

—Entonces no será una sorpresa —le dijo la madre.

—Me da lo mismo, quiero este —ser reafirmo el chiquillo en su decisión.

—Ahora no llevamos dinero, mañana lo compramos, porque aquí no creo que tengan para pagar con tarjeta —intentó razonar la madre, para que, a ser posible, sí fuese una sorpresa. De todos modos, en ese momento yo no capté la estrategia de la madre y pregunté al librero a Sento, que si tenía lector de tarjetas. No tenía.

A todo esto, la madre del chiquillo continuó interesándose por el libro de María Nieves Michavila, y el chiquillo hojeando Los manuscritos de Teresa Panza, y yo animándolo a ello, explicándole todos los aspectos positivos, que iba numerado, que, si era a la vez un libro de historia, y que al final del libro, el anexo de cómo se encontraron Los manuscritos de Teresa Panza, podría decirse que era una novela juvenil. No fue de forma liberada, al menos de manera consciente en esos momentos, pero le oculté, que la novela tenía ciertas dosis de erotismo, nada explicito, y bastante metafórico, pero erotismo, al fin y al cabo. Así, que, en caso de que venga la madre hoy a por él, se lo diré, y que sea ella quien decida. Si se lo lleva, estoy seguro que Teresa Panza no pervertirá al chiquillo, y a buen seguro le hará pasar buenos ratos.  NO soy yo quien debe decidirlo, ese muchacho a sus catorce años tiene más madurez y las cosas más claras que muchos adultos.  

NO soy yo quien debe decidirlo, sino su madre, ese muchacho a sus catorce años tiene más madurez y las cosas más claras que muchos adultos.

Y desde luego nunca olvidaré sus palabras cuando ya se marchaban:

—Me ha pasado muy pocas veces, ha sido verlo y desear tenerlo, quiero ese; aunque no se a una sorpresa.





Hoy ha regresado, a la caseta de Librería Clarión,  el chiquillo se llama S…A…, le he explicado al padre mis reparos, lo que antes se los había explicado al librero José Seoane, y las palabras del padre han sido más o menos las mismas que las de José Seoane, que también ha leído la novela.
—No hay peligro de que le pueda perjudicar, porque el erotismo que hay en la novela es muy suave, y hoy cualquier crío de su edad ha leído o ha visto en televisión erotismo mucho más subido que el que sale en Los manuscritos de Teresa Panza.
He preferido ser honrado a riesgo de perder una venta, porque lo importante de un libro, y de alguien que escribe, es ser leído.
Le he aconsejado que, si le gusta tanto leer, escriba. Me ha respondido que ya escribe. He tenido la sensación de que esas iniciales S…A…, algún día estarán en las portadas de un libro.
Y por supuesto se ha llevado Los manuscritos de Teresa Panza como si se llevase un tesoro.

Gracias.

Me recordó tanto a aquel Paco Arenas que juntaba ocho duros para comprarse sus propios libros...


domingo, 8 de octubre de 2017

La nueva edición de Los manuscritos de Teresa Panza, va numerada e ilustrada y con opiniones de los lectores


Portada interior

La nueva edición es muy corta, solo cien ejemplares numerados, me he permitido algunas licencias como diseñar una portada partiendo de la base de la del Quijote.  Asimismo, añadir algunas ilustraciones a través de composiciones digitales, muy pocas, y que están en el inicio de los capítulos o en las hojas en blanco que separan un capítulo de otro.  Tanto el diseño de portada como la maquetación la he llevado a cabo yo. 


           Opiniones de los lectores

A la hora de publicar tu primera novela todo son nervios, temes las críticas, y una sola valoración negativa te puede llegar a hundir. También es cierto que cualquier halago, por pequeño que sea lo engrandeces y te puede hacer crecer.  Debo decir que puedo sentirme afortunado, mi novela, a lo largo de sus tres ediciones la leído mucha gente de todo tipo, y todos quienes han opinado lo han hecho muy positivamente, incluidos escritores, profesores de distintas materias: filosofía, arte, filología francesa, filología hispánica, profesores de lengua española y hasta un catedrático de Puerto Rico. A todos, muy agradecido.
Sin más preámbulos paso poner algunas de las valoraciones:

Leer Los manuscritos de Teresa Panza es adentrarse al mundo cervantino. Hay tantas reminiscencias de Don Quijote, que nos invitan a releerla” (Jaime Flores -catedrático de la Universidad de Puerto Rico -Río Piedras)


“Teresa Panza no se ata a otros ideales que a los que rijan su libertad. Podría decirse que es un espíritu libre y crítico con la sociedad y con ella misma. (Nieves Michavila -escritora e investigadora de historia) 

“La novela bien se le podría haber ocurrido al mismísimo Cervantes,” (Antonio Andújar - psicólogo y escritor)

“Una delicia de libro para quienes amamos el Quijote. Bucear en el universo quijotesco, a través además de una singular mujer, es un placer que nos brinda de manera deliciosa este libro…” (José Manuel Parreño – profesor de filología) 

Magistral, digna de un artesano de las letras” (Manuel Olmeda-Profesor jubilado y articulista)

“Al leer los manuscritos de Teresa Panza me siento más Quijote y me transporto a aquel tiempo y lugar, viéndome reflejado en varios pasajes” (Juan Calero- guitarrista flamenco)

”El cautivante relato de Teresa, campesina y escritora de su paso por un lugar de la Mancha, de sus aventuras y de sus sueños" (Susana Alfaro -profesora de Español y Literatura Hispanoamericana. Rennes-Francia.)

“En esta época, digo, en la que quien lee, lo que lee no pasa de ser el best seller de moda, de fácil lectura comprensiva, a Paco Arenas, se le ocurre, nada más y nada menos, retroceder en el tiempo cuatro siglos, recreando la ambientación de la España en el momento de decadencia del Imperio a través de la protagonista de la obra, Teresa, la hija de Sancho Panza. Lo hace imitando el castellano del Siglo de Oro, emulando el lenguaje cervantino de densos párrafos, utilizando ingeniosos refranes, rico léxico. El lector poco acostumbrado al relato no lineal, puede que se impaciente por no llegar al desenlace de la historia, y, al contrario, quien guste de la literatura clásica, o sea un lector consumado, se deleite discurrir del relato.” (Josefina Diana -profesora y bloguera)

“Excelente libro de obligada lectura si quieres disfrutar de intrigas, misterios y amoríos. Estupendo compañero de viaje que se lee solo. Suspicacia impagable de una muchacha medio adolescente, con tribulaciones y tormentos de una persona adulta.” (Nuria Martínez López -escritora y activista).

“Terminada su lectura, solo puedo decir que me ha encantado. Me metí enseguida dentro de la escena viviéndola en primer plano.”  (Nicolás Haro López)


“He aprendido mucho de Teresa Panza, la cual en sus ansias de conocimientos le llevaron a ser una mujer sabia. (Isabel Ribau – escritora  y doctora en medicina)

“Una joya de manuscrito. Yo veo sueños escritos, sueños eróticos, surrealistas, diarios y comunes” (Diego B, Escriva).



“No podía imaginar que en esa cabeza (por muy cabezón que seas), pudiese caber tanta capacidad imaginativa, tanta capacidad y tanto talento (Susi Aragón López)

“Hoy he llegado a casa cansada, acalorada…y he visto tu libro encima de la mesa. Lo he abierto, y he leído las primeras palabras… He seguido con otra página, y así, hasta sentir que ojalá el día de hoy tuviera más horas.” (Marta Cámara)

“Es un libro que engancha desde la primera página, al igual que Caricias rotas que me puso un nudo en la garganta y no podía dejar de leer.” (Carmen Cañaveras)

“Lo leí, me encantó”. (Francisca García Alcañiz)


Añadir leyenda

Me encanta, es toda una obra de arte, basada en una realidad latente y seguro que increíble para otro. Es interesante, misteriosa, con toques de humor y un poco de tristeza y melancolía.” (Marimar Ponce-Poetisa)


“Una de las mejores novelas que he leído nunca. Entretenida de principio a fin. Da una nueva vida a Cervantes y sus personajes del Quijote. Vista desde los ojos de una mujer, la historia se reinventa convirtiéndola a ella en protagonista de su propia vida de su realidad magistralmente narrada.” (Alejandro Llerena)

Hace excepcional a esta novela su uso del lenguaje. Dosis de humor, sabias reflexiones populares y un erotismo desbordante en algunas ocasiones. El final del segundo manuscrito sublime y el epílogo logra su objetivo, hacernos creer que Don Quijote y Sancho Panza fueron personas de carne y hueso”. (Sancho Vieco)

“He leído Los manuscritos dos veces, y las dos he encontrado algo diferente que me ha encantado de verdad. Ha sido un placer desde la primera a la última página.” (Luisa Loren)

“Os recomiendo este libro, que os acercará bastante a los tiempos en que Miguel de Cervantes paso por nuestra tierra manchega.” (Pedro Robles)
“Los Manuscritos de Teresa Panza, de obligada lectura, ameno y divertido.” (Agustín Hinojosa)

“Miguel de Cervantes, ja ancià, ensenya a la filla de Sancho Panza a llegir, escriure i pensar, en un món en què la dona no hi té accés.” (“Miguel de Cervantes, ya viejo, enseña a la hija de Sancho panza a leer, escribir y pensar, en un mundo en el que la mujer no tiene acceso.” (Joan Tarda) profesor de arte)

“Me lo vuelvo a leer. Es una pasada” (Francisco Lapuente)

“Disfrutar leyendo de esas ansias de superación de Teresa es toda una gozada. Pensar, reír, recordar, todo eso lo consigues leyendo este libro”.   (Pilar Ortiz)

“Gracias a Los manuscritos de Teresa Panza he recuperado el placer de leer”. (Jesús Fresneda)
Cada vez que lo leo, encuentro algo nuevo” (Jesús Herráiz del Barrio- fundador del grupo: “Amigos del escritor Paco Arenas”

“Me ha traído tantos recuerdos, que he disfrutado por partida doble al conocer los lugares donde transcurre la historia” (Luisa Melero Martínez)

El número uno de Los manuscritos de Teresa Panza va para la Biblioteca Pública de Pinarejo.




Faltan muchas más opiniones, espero que favorables,más cuando es una versión ampliada y numerada. 

Nota: Las ilustraciones son todas en blanco y negro.
 Muchas gracias.  

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