A buen viento está la parva,
por mucho que apriete el solano
calentando los bemoles,
que tiene huevos la cosa,
que después yantar;
aunque el polvo vaya a los ojos,
en la era es preciso ablentar
para separar la paja del grano.
Aunque el cencerro suene,
no es música,
por mucho ruido que haga,
que el burro rebuzna y no canta,
y es preciso cautelas
a la hora de llamar a alguien poeta,
por versificar sin mucha gracia
cagarruta con mierda.
Cualquier trapo rancio,
puede ser una bandera,
aunque sea tela
de mandiles grasientos.
Con tener color, basta,
que ya llegaran las porras y las
togas,
a sacudir la parva y la lana,
sin preguntar por el ojo,
perdido por un disparo
de una pelota de goma.
Achacoso ando,
con pocas certezas
y la próstata hinchada,
haciéndome pajas mentales,
que de las otras no puedo,
sobre la libertad de expresión
en tierras de coronas y
torquemadas,
con malos versos
en defensa de un majadero.
En estas tierras de Torquemada,
no se puede criticar ni al
ladrón,
ni mucho menos al pregonero,
que tiene prensa y televisión,
y a quien cuestiona la
cleptocracia
rápido los jueces llegan a la zaga,
para meter entre rejas al poeta,
y encubrir con esmero
la falta al sinvergüenza,
si es de su cuerda o de la
realeza.
Y a poco que cavile,
quien el cogote tiene pelado
y canas en la cabeza,
me pregunto,
si no habrán sido los jueces,
quienes han prendido la mecha,
echando gasolina la prensa,
para apretar más la mordaza
y no se hable de las corruptelas
de la realeza.
©Paco Arenas
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