“Aunque parezco el padre, soy el padrastro de Don Quijote”.
Por la misma regla de tres, lo
mismo digo yo sobre Los manuscritos de Teresa
Panza. Si bien el gran genio de
Cervantes atribuyó a Cide Hamete Benengeli la autoría del Quijote, yo con menos
genio e ingenio, afirmo no ser el padre de estos manuscritos encontrados en la
cueva del Hermosomío. Estos
manuscritos tienen dos padres, una madre y un padrastro: Los dos padres son Cervantes
y don Quijote, si el primero no hubiese tenido el genio para escribir el segundo,
estos manuscritos de Teresa Panza jamás los hubiese redactado la desconocida
hija del fiel escudero del Caballero de la Triste Figura y madre de los mismos.
Me reservo por tanto, sin poder compararme a Cervantes el papel de mero transcriptor
de los manuscritos.
Paco Arenas, como transcriptor y descubridor de los
manuscritos tiene la osadía de asignarse la autoría que como se ha podido leer
arriba, no debiera. Fue la casualidad, que no la inteligencia ni el ingenio lo
que sacó a la luz Los manuscritos de Teresa Panza, contra la voluntad de su
autora. Mi único mérito, por tanto, es haberlos sacado a la luz.
©Paco Arenas