domingo, 30 de enero de 2022

La guerra de Margarita


Margarita a sus casi cien años era una mujer muy ocurrente, muchos decían que no le regía bien la cabeza. Algunos hasta se referían a ella como «la vieja loca de la puesta del arrebol». Su casa daba al oeste y todas las tardes antes del ocaso se sentaba en un poyo al sol hasta que el arrebol de la tarde teñía de rojo el cielo castellano. Siempre alguna vecina o vecino se acercaban a darle conversación y si era posible, reírse a su costa un poco. Por desgracia cada vez menos personas. En aquel pueblo del sur de Castilla que llegó a tener casi dos mil habitantes, apenas quedaban poco más de doscientos, la mayoría de más de sesenta años. Un de ellos era Pedro, que podría decirse que a sus sesenta años era de los más jóvenes del pueblo.

—Margarita, tú que pasaste una guerra, ¿qué piensas de esos mamelucos que nos quieren meter en otra guerra?

—Pos, ¿qué he de pensar? Pedro. ¿No tenemos bastante con los tres reyes que tenemos como para meternos en una guerra, que ni nos va ni nos viene ni nos importa?

—Margarita, suponía que teníamos solo dos...

—Pedro, estás un poco tontaco — replicó Margarita cogiéndose los dedos de la mano izquierda los de la derecha, como contándolos—. Está el viejo, ese que se ha llevado nuestros cuartos al extranjero para pagar sus putiferios a sus amigas entrañables. Otras cosas les diría yo, pero sin dientes estoy y no quisiera quedarme sin lengua, está el otro, el que no sirve na más que para vivir a cuerpo de rey, y luego el que más nos está jodiendo y nos hace llevar tapabocas, el Virus de la Corona...

—Ahora, a eso se le dice COVID...

—Yo de tenis no entiendo ni pizca y el Đoković ese creo que es tenista ¿no?, no creo que sea rey ni na, aparte de más tontaco que tú, que por no ponerse un pinchacico a perdió unos milloncejos. Pero a ese no le damos de comer ni se lleva nuestros cuartos, solo toca las pelotas…

—Tu siempre tirando contra la Corona, ni que hubieran hecho algo…

—Eso lo dirás tú, que eres un tontaco. Entérate bien de lo que te voy a decir. Los reyes, desde que el mundo es mundo, ya lo decía el abuelo de mi abuelo, se llamen como se llamen solo están para joder y llevarse lo que no les pertenece y meternos en guerra para poder ganar más cuartos...

—No es el rey quien nos mete en la guerra, es el Bidem, ese...

—Pues yo quité el bidé del cuarto de baño por inútil. Cuando me tengo que lavar el chumino y las tetas, me meto de cuerpo entero en la bañera con agua calentita, y si me entran malos pensamientos calenturientos, pues me arrimo agua fresquita y se me van por el sumidero…

—¿Todavía te entran pensamientos pecaminosos a tus años?

—Anda este, y tanto. Mi Anastasio me los calmaba mu requetebién. Así que ahora, agua calentica y después fría pa quitar los malos pensamientos. Eso deberían hacer con quienes quieren llevar a la gente a la guerra, primero escaldarlos con agua hirviendo hasta desplumarlos, después con agua bien fría ponerles los huevos o los ovarios «on the rocks» para que se les quiten las ganas de joder y ...

—Margarita, te estás pasando, te pueden llevar a la cárcel por decir eso, que en España todavía existe la ley mordaza de M. Punto Rajoy...

—No, si ya verás, que va a venir la tercera guerra mundial y me voy a morir sin saber quién coño es el ladrón ese de M Punto Rajoy...

—Margarita, saberlo, lo sabes...

—Y los jueces también. Por eso siguen calentando el sillón, porque el día que haya jueces honrados en el Tribunal ese, medio Congreso deja de ser de los diputados para ser de los imputaos....

—¡Margarita! Te estás pasando dos pueblos...

—Pos a ver si llego a Puerto Rico, que mi Anastasio siempre me dijo que me quería llevar al Caribe y del pueblo no he salio...

—Los jueces deben impartir Justicia....

—Pos eso, deberían impartir Justicia. Y cobrar solo un sueldo el que les paga el Estao y pienso que muchos, podría ser que cobren dos sueldos: los del Estao y los del soborno. Es un decir, a lo mejor me equivoco.  Pienso yo que por eso no dimiten, aunque estén más caducaos que los yogures de Cañete, ni con el culo escaldao, porque si fuesen honraos, habrían dicho, lo que no me pertenece, hay lo dejo, no hago lo que me dicen quienes me han comprao. Están caducaoooos....

—No lo sabrán, no es por quitarte la razón. Además, están las teles y los periódicos…

—¡Amos! Las teles y los periódicos están a sueldo de los ladrones y de los bancos, entodavía más ladrones, que les dimos setenta millones y entodavía no han devuelto na. Encima vas y nos toman a los viejos por idiotas, y a vosotros, panda de inútiles que no protestais por na. Si no fuese por los viejos, aquí no se mueve nadie del sofá. Además, aquí lo sabe to Dios. En España, menos unos cuantos, la mayoría tiene amnesia severa, y eso que a mí ya me ha dicho el matasanos que tengo demencia senil y Alzheimer…

—Pos eso, por eso dices las barbaridades que dices, mujer de Dios…

—Ya me gustaría a mí, que quienes votan lo que votáis algunos, tuvieseis la mitad de memoria que yo, que es lo único que hace falta pa votar, memoria y el denei. No que vais como los cabestros, detrás de la manada, cuanto más os roban, más los votáis…

— Tú no sabes a quién voto. Margarita, como te oigan los guardias...

—No caerá esa breva. Acuerdate que tengo demencia senil y alzhéimer. Que me lleven a la cárcel, comida sin tener que guisar, luz sin preocuparme del recibo, agua calentica y tos los días un rato al sol....

—¿Y la guerra? Yo te he preguntado por la guerra, no por las elecciones…

—Pues te contesto. La guerra es porque tienen las armas y cañones amontonas los americanos en las fábricas sin vender. Necesitan armar guerras pa ganar cuartos.... Si en mi mano estuviera, terminaba con la guerra en dos días. Los iba a apañar bien…

— ¿Qué apaño propones?

—Que se lleven a la cabeza a todos los hijos de los directores de las fábricas de armas, de ladrones traficantes, y a los hijos de los mandamases de los países. Y todos esos cabestros que ganan cuartos con la sangre de los pobres que vayan los primeros, sin pistolas ni nada, a puñetazos, y después ya veríamos...

—Mujer, que se iban a manchar el traje. Te quería preguntar y somos aliados de nuestros amigos americanos, tenemos unos compromisos…

—Ahora déjame, ni me mires que tengo las berzas en la lumbre se me van a quemar. ¿Sabes? —Se levantó enojada Margarita.

—¿No me estarás llamando berzotas?

—¿A ti? Bueno, por si acaso te digo. Todos quienes nos quieren meter en la guerra no son berzotas, sino espabilados, los berzotas, quienes les apoyáis...

—Yo no quiero la guerra. Tenemos unos compromisos internacionales…

—¿Tú? ¿Compromisos internacionales? Tienes cien gallinas en el corralón y treinta gorrinos en la Montesina comiendo bellotas....

—¿Y eso a que viene ahora?

—Pos eso viene a que man dicho que van a poner una macrogranja de esas que tienen un millón y medio de gallinas y treinta mil gorrinos, y tú haciendo el paripé en Madrid el sábado...

—Es que el Garzón ese...

—Pos ya verás tú cuando pongan la macrogranja de gorrinos, los que vas a vender tú. Y tus huevos, que saben a huevos de verdad, ni uno vas a vender....

—Tú me lías, por algo te llaman la loca del arrebol...

—Hasta más ver, Pedro.

—El caso es que a lo mejor con eso de los gorrinos y las gallinas, hasta llevas razón…

—Mis ojos no lo verán, pero los tuyos…

—Oye, que no me has dicho lo que te he preguntado...

—Me llamo Margarita, ¿no viste a Margarita Robles el otro día con Ana Pastor. Le pregunta la Pastor una cosa, y eso que le estaba haciendo la cama, y ella respondía otra. Hasta confesó que está incapacitada para ser ministra de la guerra...

—¿Cómo va a decir eso? Yo también la escuché y no dijo eso…

—Sí, lo dijo. O lo que es lo mismo, dijo que no recordaba lo que votó en el referéndum de la OTAN, eso es que está peor que yo del alzhéimer, porque yo sí me recuerdo que vote que no. Así que está incapacitada para toda labor de responsabilidad...

—Tienes unas cosas...

—Y las berzas en la lumbre, que como esto de la guerra, me huele a chamusquina... ¡Agur! Como dicen los vascos...

Paco Arenas, autor de «Magdalenas sin azúcar»  y «Águeda y el secreto de su mano zurda», entre otros libros. 

miércoles, 19 de enero de 2022

Reseña de «Águeda y el secreto de su mano zurda», escrita por José Manuel Parreño Collado (filólogo)

 



Reseña de «Águeda y el secreto de su mano zurda», escrita por José Manuel Parreño Collado (filólogo)

Son muchos los motivos para alabar la obra de mi amigo Paco Arenas titulada «Águeda y el secreto de su mano zurda».

Son muchos los motivos por los que quien suscribe la presente, filólogo de vocación, recomienda esta obra. Intentaré resumirlos lo más posible para no aburrir al personal, dada la pesadez que lleva implícita mi profesión.

En primer lugar, el conocimiento geográfico de nuestro querido amigo y su manera de exponerlo es una delicia. Para quienes tenemos orígenes conquenses, nos calma la morriña y nos hace sentir allá sin necesidad de un viaje físico. Para quienes no conocen presencialmente la Mancha conquense, la verán como si allí estuvieran al leer estas páginas.

En segundo lugar, el dominio del lenguaje manchego y de la época cervantina. Eso denota un bagaje cultural inmenso y un amor por Cervantes que no tiene parangón. Quizás solo podría comparar mi sensación al respecto con aquella ocasión en que, en un tren entre Barcelona y Gerona, escuché a un matrimonio uruguayo hablando en ladino o judeoespañol.

En tercer lugar, el dominio de los ritmos narrativos es increíble. Los relatos entrelazados demuestran una técnica genial. Julia Kristeva, teórica de la literatura, habla del concepto de «intertextualidad» como «relación de reciprocidad y dependencia entre diferentes textos/autores, de modo que varios textos sirven de base para uno nuevo y así sucesivamente». Ese juego entre diferentes textos, propios del autor y de otros escritores, hacen de la obra, en mi opinión, algo muy digno de estudiarse a alto nivel.

En último lugar, acudiré al tópico que engloba todo lo anterior. No me gusta usar estas expresiones que son tan habituales: la obra me sumerge en la época, en el mundo geográfico manchego. Pero es que es, como buen tópico, la realidad. Igual que mantenemos varios ritmos o relatos a la vez, leemos y pensamos que estamos en pleno siglo XVII, que somos parte de esas aventuras. Por eso no he podido remediar ilustrar la fotografía con dos pedacitos de metal de esa época.

Debo recomendar y recomiendo, cual Suárez, esta magnífica obra a toda aquella persona que aprecie la buena literatura, el humor, el amor, el buen yantar manchego, las pinceladas geográficas magistrales, la lengua castellana de verdad de la buena.

 

José Manuel Parreño Collado

domingo, 16 de enero de 2022

Entrevistas En la CADENA SER

 

En la Cadena ser hasta el momento me han realizado cuatro entrevistas, tres de ellas en la Cadena Ser de Cuenca, a cargo de Paco Auñón, y la primera en Radio Castilla-La Mancha Cadena SER.  A continuación están los enlaces para escucharlas y leerlas:


Entrevista en la Cadena SER 4 de enero de 2022



Para ESCUCHAR y LEER la Entrevista PINCHA AQUÍ




Entrevista CADENA SER 9 de diciembre de 2019


Para ESCUCHAR y LEER la Entrevista PINCHA AQUÍ





Entrevista CADENA SER  26 de octubre de 2018




Para ESCUCHAR y LEER la Entrevista PINCHA AQUÍ




Entrevista en La cadena SER Castilla-La Mancha



Para ESCUCHAR y LEER la Entrevista PINCHA AQUÍ






jueves, 6 de enero de 2022

Padre nuestro, que dicen que estás en los cielos...

 



Padre nuestro, que dicen que estás en los cielos,

no te olvides del pan de los pobres,

baja a la tierra y reparte las migajas

que derrochan los avariciosos.

El pan nuestro de cada día,

que no nos falte hoy,

ni mañana ni nunca,

no nos dejes caer en la tentación de negar el pan

y dejar que se ahoguen en el mar las risas de los hambrientos.

 

Padre nuestro, que dicen que estás en los cielos,

no te olvides del pan,

del pan sagrado pan de los pobres.

Baja a la tierra y haz que el pan, el sagrado pan,

no sea motivo de especulación de los ladrones.

 

Padre nuestro, que dicen que estás en los cielos,

camina de la mano del quien ve tu rostro en el pan que no puede comer,

y que le quitan de la boca de sus hijos sin probarlo.

Padre nuestro, que dicen que estás en los cielos...

Danos nuestro pan de cada día,

bendice la espiga y el sudor que la riega,

las manos que lo laboran

y los estómagos tristes que no lo reciben.

 

Padre nuestro, que dicen que estás en los cielos,

Danos el pan, siempre el pan, no solo el pan.

Recuerda tus palabras:

«No solo de pan vive el hombre».

Son muchos quienes mueren

todos los días por no poder comerlo,

no te olvides de ellos.


Padre nuestro, que dicen que estás en los cielos,

baja a la tierra,

y echa a los ladrones del templo,

y a los usurpadores,

esos que dicen por la gracia de Dios, de los palacios.

Si existes, sabes que mienten,

que son solo tiranos coronados.

El pan, siempre el pan,

no debería faltar.

 

Padre nuestro, que dicen que estás en los cielos,

no juegues con el pan de los pobres,

no es un juguete olvidado en la estantería

llenándose de polvo sin que nadie les haga caso...,

como tú no, si existes,

que te olvidas del hambre de los pobres,

los pones de rodillas ante los farsantes,

y lo que es peor, a merced de los ladrones.

 

Padre nuestro, que dicen que estás en los cielos,

el pan, el sagrado pan de los pobres,

no les falte por culpa de criminales especuladores,

ni la risa, ni la alegría,

Haya pan en las bocas de los hambrientos,

y no ladrones en el templo.


El pan nuestro de cada día,

fruto de la vida y del trabajo del hombre,

que nos les falte hoy, ni mañana ni nunca,

a quienes los trabajan y no lo comen.

 

Padre nuestro, que dicen que estás en los cielos...


© Paco Arenas (un hipócrita más)


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