Originales del borrador del 2012 y las tres ediciones de Los manuscritos de Teresa Panza |
martes, 27 de junio de 2017
Gestación, nacimiento, andadura, siesta y despertar de Los manuscritos de Teresa Panza
lunes, 19 de junio de 2017
TENGO LA SOLUCIÓN PARA EVITAR MÁS MUERTES DE TOREROS.
En los últimos meses han muerto dos toreros, a los cuales se les han rendido todo tipo de honores de todo tipo, incluso por parte de Felipe VI, lo cual respeto, no voy a cuestionar si se lo merecían o sí no, pues siempre resulta triste la muerte de cualquier ser humano.
En el mismo periodo han muerto más de treinta mujeres asesinadas por sus parejas, y un número indeterminado de criaturas inocentes, ante la indolencia y "pasotismo" de las instituciones, de todas, Felipe VI, ni tan siquiera mencionó el terrorismo machista en su discurso de Navidad. El ejecutivo, lleva "toreando" a las mujeres maltratadas, desde que tomo posesión la primera vez, rebajando el presupuesto de manera salvaje, y prometiendo llevar a cabo una reforma de la Ley Integral de Violencia de Género, que nunca llega, pese a que todos dicen condenar el terrorismo machista.
Las decenas de obreros que han muerto por la presión a la que están sometidos desde que se dictará la criminal reforma laboral, no aparecen por ningún sitio, ni siquiera en las esquelas de los diarios, porque hay que pagarlas, y si no tienen, en muchos casos, sus familias para comer, mucho menos para pagar esquelas, esos muertos no le importan a nadie, salvo a sus familias.
En España, para el Régimen, para las instituciones, y la prensa hay muertos de primera, de segunda y hasta de décima. Una VERGüENZA.
Cada vez que sucede un hecho tan lamentable como es la muerte de un torero, (con todos mis respetos, y sin alegrarme de la muerte de ningún ser humano, vaya esto por delante). Debo decir que que resulta también indignarte, que desde los medios de manipulación masiva se haga tanta propaganda mediática sobre lo que cuatro supuestos "antitaurinos" dicen, se oculte lo que dicen algunos "ilustres" taurinos, supuestos “maestros”, tan miserables, o incluso mucho más que las de los supuestos "antitaurinos", y se haga una apología criminal de la tortura en la plaza, además de generalizar de manera miserable llamándonos "gentuza" a todos quienes estamos en contra de esa supuesta "Fiesta Nacional".
jueves, 8 de junio de 2017
Conversación de dos muchachas en la subida de la calle Los Tintes (Cuenca) el domingo 13 de abril de 1902 (el día que se derrumbó el Giraldo de la catedral (TEATRILLO))
(teatrillo)
Conversación de dos muchachas en la subida de la calle
Los Tintes (Cuenca)
El viejo puente gótico de San Pablo en Cuenca fue la
crónica de una muerte anunciada durante muchos años. Durante siglos fue un
puente grandioso, que se levantaba más de cincuenta metros sobre el nivel del
río Huécar. Parecía imposible de hundirse cual «Titanic» de piedra. En el siglo
XVIII hizo frente a un huracán, pero el paso de ese huracán fue implacable para
él. Las primeras grietas llegaron a finales del siglo XVIII, en el año 1779,
produciéndose los primeros desprendimientos de piedras en 1800. El obispado de
Cuenca, dueño y señor del puente y casi de la ciudad, apostó por su
reconstrucción en el año 1887. Las obras no fueron lo suficiente efectivas y un
año más tarde con el desprendimiento de algunas piedras de la Catedral comenzó
a agrietarse el primer arco. Ocho años después fue sentenciado a muerte con 16
barrenos de dinamita el 23 de febrero de 1895.
La construcción del nuevo puente de San Pablo, ahora
de hierro con travesaños de madera, terminó apenas ocho años después,
inaugurándose en el año 1903, pero antes, el 31 de julio 1902 un nuevo huracán estuvo a punto de tirarlo abajo
estando casi terminado. Eso sucedió después de que el domingo 13 de abril [1] de ese mismo año el
Giraldo de la catedral se viniera abajo. No es, por tanto, de extrañar, que el
nuevo puente despertará tanta desconfianza como el nuevo y que surgieran
múltiples leyendas sobre el mismo:
Escenario:
Fuente de la calle de los Tintes
(Cuenca)
Personajes: ANGUSTIAS, DOLORES Y MATEO
Angustias y Dolores se encuentran llenando los cántaros
de agua de la fuente. Espera su turno Mateo con su burro, el aguador al
servicio del obispo. El joven no puede evitar estar prendado de la belleza de
Dolores que se haya inclinada sobre el caño llenando. Angustias dice que le
duelen los riñones, se encuentra con los brazos en la cintura. Mateo conforme
va llenando los cántaros Dolores, los coloca en las aguaderas de la borrica de
Angustias.
MATEO (Sonriendo a Dolores) —. Si os parece venís conmigo y así
podéis pasar por el puente sin pagar aranceles al obispo y no os pegáis la
paliza de subir por la cuesta. Me ayudáis a llenar mis cántaros y así
terminamos antes.
El joven es de los pocos que ya tienen
permiso para pasar por el nuevo puente de San Pablo, a pesar de no estar
terminado y quiere ser cortes con Dolores.
DOLORES (En tono pícaro) —. (Se hace la remolona y se le suben
los colores). Pues sí que podríamos, que tenemos los costados
machacados y esta está una miaja preñada. Aunque, conociéndote, me temo, que tú
pretenderás cobrar otras costas y aranceles, que bien sé que no eres trigo
limpio, ¡bribón!
ANGUSTIAS (Un poco taciturna y reticente) —. Bien vendría, pero… ¿No
va a ser mucha carga para el pobre animal pasar por el puente cargada con seis
cántaros? Las tablas esas no parecen muy de fiar. Además, los guardias
denuncian a quien pase por el puente.
MATEO (Alzando las manos en dirección a la catedral) —. ¡Qué va! A
vosotras sí, pero yo tengo licencia del obispo para cruzar el nuevo puente si
venís conmigo no hay peligro ¿no ves que esta agua es para el obispo? Yo os
avaló y conozco a los guardias. Peor es para la borrica subir la cuesta.
DOLORES (Entusiasmada)—. Pues sí. Si no es mucha molestia…
ANGUSTIAS —(Fingiendo enojo) Ni hablar, no me fio de ti, ni del
puente, ni de las tablas y a los guardias, mejor ni los miento.
MATEO —(Echándose para atrás con extrañeza) Mujer, que soy de fiar,
que tengo los hijos dentro del cuerpo. Nadie puede hablar mal de mí diciendo verdad…
ANGUSTIAS (Negando con la cabeza, claramente contrariada)—Yo no subo
por el puente ni aunque me des mil reales ¿acaso estoy loca?
MATEO —(Riendo) —. No hay peligro, pero obligar no voy a obligar a
nadie y mil reales, ni siquiera diez, te voy a dar por hacerte un favor. Uno lo
hace por bien.
ANGUSTIAS —(Rotunda) ¡Ni hablar!
DOLORES (Suplicante y mirando enamorada a Mateo) Anda mujer, no
vamos a dejar solo al mozo, y nos ahorramos la cuesta…
ANGUSTIAS —. (Gritando) No, no y no. Además, hay que dar más vuelta.
No seas cansina, que yo no cruzo por el Puente San Pablo ni con una chispa más
grande que el Giraldo. Parece mentira que seas mujer casada (ahora susurrándole
a Dolores) Te gusta dar que hablar
DOLORES —. Pero mujer, si no pasa nada. No te das cuenta de que antes se cae el
Giraldo que el puente de San Pablo…, que además es nuevo y Mateo se va a meter
en el seminario, para ser cura...
ANGUSTIAS —Serás tontaca, fíate tú de los seminaristas. Y de lo otro ¿cómo se va a
caer el Giraldo que lleva cuatrocientos años dando la hora. Hay que ser simple
para pensar una sandez de tal calibre. Ahora ese puente (señalando en dirección
al puente con el dedo corazón), es harina de otro costal. Mira el verano pasado
lo que pasó. Vamos que casi se viene abajo antes de empezarlo…
MATEO —(Riendo a carcajadas) Mujer de Dios, si es de hierro y sí,
aunque sea al oído lo he escuchado, voy para cura. Dedicaré mi vida a Dios y a
los demás…
DOLORES (Ignorando a Tomás) —Tontaca tú. ¿Cómo se va a caer el puente, mujer? No
ves lo lustroso que está, si está nuevecico, ya han aprendido.
ANGUSTIAS —¿Acaso no se cayó el otro y era de piedra?
MATEO —. No compares. Como dice la Dolores, este es nuevo. Bueno, yo me tengo
que ir, que el obispo tiene muy mal genio. De todas maneras, si queréis, como
me da tiempo os espero en la plaza y os convido a una zarza después de
descargar las cántaras, que vais a llegar con la lengua de fuera…
ANGUSTIAS —Pues a mí me dijeron que Abundio se cayó con su borriquilla desde lo alto
y se despanzurró…
DOLORES—. ¡Anda! Que quien has ido a decir. ¿No has encontrado a otro más tonto?
Además, con una chispa que llevaba de resolí, que poco más y deja sin
existencias a las destilerías de Ortega… (Dolores suplicante). Anda, vamos con
Mateo...
MATEO (Terminando de cargar el último cántaro que ha terminado de llenar
Dolores, sabiéndose observada) —. Yo me voy. Os espero en la plaza si
queréis y si no, eso que me ahorro. El obispo no tiene espera, que después debo
llevarle el vino.
DOLORES (Colocando las manos como si estuviera rezando ante Angustias)
—. ¡Anda, vamos con Mateo!
ANGUSTIAS —. ¡Ea, que no! Que no me convences cansina. Yo por el puente no paso, y
la borrica menos, que está preñada y si ve tal precipicio le da un pasmo y mal
pare…
MATEO (Moviendo la cabeza de un lado a otro riendo) —. ¿Va a
malparir por eso? Mejor me callo, no digo nada. Solo que hay que tener ganas de
pasar el sofoco que vais a pasar vosotras y tu borrica por la cuesta, que
cuesta más que un mal parto…
ANGUSTIAS —. Vete a la mismísima mi… (silabea pero no pronuncia)
La borrica es mía y si no malpare se le corta la leche
y en lugar de borruchos[2]
pare cualquier adefesio…
MATEO —. Lo dicho. Me voy.
ANGUSTIAS — (Musitando) Tanta paz lleves como dejas. Con Dios…
DOLORES —. Me esperas en la plaza, si convidas (le grita) (luego
mirando como se aleja Mateo dirigiéndose a Angustias) Tontunas dices…
ANGUSTIAS —¿Tontunas, dices? Tú pasa por el puente, yo no, aunque tenga que dar toda
la vuelta al Huécar…, me dan unas angustias…
DOLORES —¿No estarás tú también preñada como la borrica?
ANGUSTIAS —¿Yo? Si no tengo marido…
DOLORES —Pero tienes choto y te confiesas mucho con don Bartolomé, el señor cura
del Salvador…
ANGUSTIAS —Eso sí, además noto retortijones en la panza…, unas angustias que me dan.
Desde un mes después de que comenzase a confesarme el don Bartolomé…
DOLORES — ¿Angustias, unas angustias? ¿A ti también te confesó en la sacristía?
ANGUSTIAS — ¿Pues claro? ¿Dónde iba a ser? ¿En el confesionario como a las viejas,
que por bajo que te confieses se entera hasta el Tato?
DOLORES —¡Ay, Dios santo! Que va a ser que sí. A mí también me confesó para
librarme de todo pecado y sacarme los demonios que me había metido mi Mateo. No
hago nada más que pensar en él, y eso que soy mujer casada. Pero como doña
Constantina me dijo que don Bartolomé te confiesa y se te van todos los
demonios del cuerpo...
ANGUSTIAS —. ¿No me digas que teniendo marido te acuestas con el aguador?
DOLORES —. Un poquito sí. Pero solo un poquito. Mi marido me tiene medio
abandonada, no sé qué le pasa es muy galán. Pero tú no tienes nadie que te meta
los demonios ¿Para qué te confiesas?
ANGUSTIAS — Por los malos pensamientos. Me dijo que para prevenir y calmar los
ardores que me entran cada vez que veo a Tomás, y vaya que si me calma…
DOLORES (Pícara) —Pues a ver cómo calmas tú a tu Tomás cuando se
entere que lo que no le dejas a él, se lo das en confesión a don Bartolomé en
la sacristía, que bien a raya lo tienes… ¡pobrecito mío!
ANGUSTIAS —¿Y tú cómo sabes que lo tengo tan a raya? ¿pobrecito tuyo?
DOLORES —¡Uy, uy! ¡Ea! Mira, que tengo prisa… Me voy por el puente… A ver si pillo
a Mateo...
ANGUSTIAS —Mal me huele…, mala pécora ¿Qué pasa entre mi Tomás y tú?
DOLORES —Nada, nada…
ANGUSTIAS —¿Nada, nada? ¡Uff! Como sea lo que me imagino, te caes por el puente sin
necesidad de subir…
DOLORES — Te lo juro, que además soy mujer casada...
ANGUSTIAS —. Sí, eres mujer casada, pero bien que le haces el favor a Mateo..., y a
mi Tomás…
DOLORES —. Comprende mujer. Mi hombre es un viejo que ya no me hace caso, no como
tu novio que sí que...
ANGUSTIAS —. Ya quisiera mi novio tener la gracia que tu marido… ¿tu marido viejo?
DOLORES —(Pensativa) Más de un año que ni me toca. (Enojada) Y ahora
ya sé por qué o por quién.
ANGUSTIAS —. ¡Uy, uy! A mi Tomás me da que también lo miras..., mala pécora, que puta
que eres ¿por qué me rehúyes la mirada?
DOLORES —. ¿Me la sostienes tú si te digo con quién me engaña mi marido?
ANGUSTIAS (Enojada) —. Por algo será, ¿no? ¿Y tú con mi Tomás? Como
sea lo que me imagino…
DOLORES (También enojada) —. Que se caiga el Giraldo si es verdad lo
que te imaginas…
ANGUSTIAS —. Si ha de ser por tu decencia, se caerá. Yo nunca traicionaría a una amiga,
nunca me acostaría con el marido de una amiga, por mucho dinero que me pagase
para el ajuar. No como otras que se acuestan de balde con novios ajenos y
aguadores del obispo. Yo soy decente, y sí puedo decir que se caiga el Giraldo,
si alguna vez me he acostado con tu marido…
De repente un enorme estruendo resonó en toda la
ciudad de Cuenca y en varias leguas a la redonda, el Giraldo después de
cuatrocientos años de historia se derrumbaba aquel domingo 13 de abril de 1902,
pillando bajo sus escombros a 19 personas.
DOLORES —. (De rodillas Asustada) Perdóname señor por mis pecados.
ANGUSTIAS —. (De rodillas con la frente en el suelo) Dios mío, ni me has
dejado terminar la frase, quería decir: «Yo soy decente, y sí puedo decir que
se caiga el Giraldo si alguna vez me he acostado con tu marido, más de cinco
veces a la semana, que será viejo, pero tiene una lengua…»
©Paco Arenas
[1] Fecha
casi emblemática de hundimiento, diez años después en 2010, el 14 de abril, se
hundió el Titanic y 29 años más tarde la monarquía en España.
[2] Cría del
burro.
Cuando la catedral de Cuenca tenía Giraldo |