A pesar de ser aficionado a los clásicos, hace tan solo unos meses esta segunda parte de mi clásico favorito (El lazarillo de Tormes) no la conocía, conocía el “Lazarillo castigado” de 1573, de López de Velasco, la segunda parte de Juan de Luna, en la que habla con desprecio de esta segunda parte, de la auténtica continuación de El Lazarillo. Sin embargo no conocía esta joya, prohibida por la Inquisición y por diversos gobiernos posteriores. Y la verdad cuando logré encontrarla, su lectura difícil, me ha emocionado como hacía tiempo no me emocionaba un clásico, no he podido resistir la tentación de adaptarla al castellano actual, dejando claro, que siempre la versión original es la mejor, a pesar que en la adaptación resulta más fácil la lectura. Para mí una auténtica joya que merece la pena ser leída y meditada.
La
segunda parte del Lazarillo de Tormes tiene el triste récord de ser el libro
más prohibido y castigado de la literatura española, perseguido desde antes de
su nacimiento, no pudiéndose publicar en España hasta 1844, casi 300 años
después de ser escrito o de haber sido publicado en Amberes en 1555. ¿Tan
peligroso es?
En
realidad sí es peligroso, por cuestionar absolutamente todo el Antiguo Régimen
doscientos treinta años antes de que fuese cuestionado por los revolucionarios
franceses y los ilustrados. El autor criticó la corrupción imperante en la
Corte, la necedad del emperador por rodearse de los consejeros más ricos, en
lugar de hacerlo de los más sabios, la codicia de sus capitanes, como
utilizaban las guerras para enriquecerse, en lugar de para beneficio del
Imperio, capaces de embarcar España en guerras que terminaban siendo auténticas
sangrías de soldados españoles y fuente de riqueza para sus bolsillos. No solo cita sino que incluso transcurre la acción durante la cuestionada jornada de Argel, donde
murieron más de 10.000 soldados españoles y casi otros tantos fueron hechos prisioneros,
donde los ambiciosos capitanes y sacerdotes que se supone que deberían velar
por la vida de sus soldados, huyen como ratas, abandonando a las tripulaciones
a su suerte; suceso que el Emperador expresamente prohibió que se investigase,
habla de esos capitanes cobardes y ambiciosos, pero también de la ambición y
cobardía del Emperador, de su falsa moral y su afición por las entretenidas y
las vírgenes y el modo en que las desechaba una vez se cansaba de ellas,
convierte la Corte en una Corte bajo el mar, una sociedad de atunes que retrata
y compara con la sociedad que existe en la superficie de la tierra. Tampoco deja títere con cabeza entre los
ilustrados, el autor conoce bien la universidad y por tanto sabe que por
entonces se perdían muchos días en debates estériles: como la cantidad de agua del mar, los días que
habían transcurrido desde la creación del mundo o la distancia entre la tierra
y el cielo, cuestiones imposibles de dilucidad, más en aquellos tiempos, se
burla de los catedráticos de la Universidad por ello, demostrando que cualquier
ignorante como se tenía el protagonista, con un poco de ingenio podía llegar a
dejar en ridículo a aquellos sabios de la época. Por tanto no gusta a nadie y
molesta a todos, razón por la cual, esta segunda parte se convierte en el
clásico más prohibido y castigado de la historia de España, a pesar de ser un
libro divertido y bastante clarificador sobre muchas cuestiones y de resolver
enigmas, ocultos en la primera parte.
La
adaptación de esta segunda parte pertenece la versión original publicada en
Amberes en 1555, del mismo autor que la primera parte del Lazarillo,
posiblemente Diego
Hurtado de Mendoza y que se publicó de manera conjunta formando parte de una
misma novela, en un mismo volumen, nada tiene que ver por tanto con la versión de
Juan de Luna publicada en París en 1620, bastante más conocida que esta segunda
parte original y continuadora de la primera parte, por ser la original una obra
maldita y condenada al ostracismo, a pesar de aportar claves más que
interesantes sobre multitud de incógnitas y dudas que deja la primera parte.
Es
por tanto intención mía recuperar este magnífico texto y adaptarlo al
castellano actual para su mejor complexión intentando que ello dé lugar a la
recuperación de la obra clásica original.
La primera parte fue cercenada por la
Inquisición, lo que se conoce por “El Lazarillo Castigado” publicado y
reescrito por el censor Juan López de Velasco en 1573, suavizando su crítica
anticlerical o mejor dicho dándole un sentido opuesto al original,
transformando el texto, e eliminando el tratado sexto, Así llego al público hasta el mencionado año
1844. Sin embargo, poco o casi nada se sabe en España de la existencia de la
segunda parte del Lazarillo, publicada, como ya he dicho, conjuntamente en
Amberes junto con la primera parte en 1555. Resulta curioso que entre los
trescientos libros prohibidos por la Inquisición, sólo estuviesen cuatro
novelas: la primera parte de la Caballería Celestial, Gamaliel y la primera
(1554) y segunda (1555) parte de El Lazarillo de Tormes.
El
personaje, Lázaro, asciende de criado a valido del Rey para mostrarnos la
corrupción de la Corte Española.
Resulta
sorprendente el olvido o el intento de ignorar esta obra por parte de la
crítica literaria, de las editoriales o las autoridades académicas, como si no
hubiese existido, privando al lector de su conocimiento, desacreditando una obra que tiene mucho más valor de lo que
parece, que resuelve muchas incógnitas de la historia de la literatura española,
e incluso sobre hechos históricos que de estudiarse despejarían dudas y
contradicciones entre los diversos estudiosos del Lazarillo, tanto sobre la
autoría, como la fecha en que se escribe y las razones por las cuales tuvo el
triste honor de ser el libro más prohibido de la historia de España.
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