Pintura de Michelle Ranta |
Vive, sueña, lucha, ama, lee, escribe, vive otra vez, y escribe todo, como si arases la tierra, con amor, para que así germine la semilla.
Vivir, siempre vivir, caminando con un objetivo cierto, o a la aventura. Pero siempre vivir, besando hasta el último suspiro, abrazando hasta el penúltimo esfuerzo, el último siempre debe ser para intentar seguir viviendo.
Vivir, siempre vivir, caminando con un objetivo cierto, o a la aventura. Pero siempre vivir, besando hasta el último suspiro, abrazando hasta el penúltimo esfuerzo, el último siempre debe ser para intentar seguir viviendo.
Sueña, siempre sueña, sueña por soñar, sueña; pero nunca te
olvides que los sueños, sueños son, y en eso se quedan sino luchas por hacerlos
realidad, y sobre todo, que los sueños más hermosos, son siempre los
compartidos, mucho más hermosos si son colectivos.
Luchar, siempre luchar, incluso contra nosotros mismos si es
preciso. Luchar contra injusticia y la tiranía, contra la intolerancia, también
contra la sumisión, que es todavía peor que la cobardía. Tener miedo no es de
cobardes, si no te rindes, la cobardía es aceptad como irremediable la derrota
sin presentar batalla.
Amar, siempre amar, hasta el último orgasmo y mucho más
allá, pues los orgasmos se acaban y el amor queda hasta después del último
viaje. Amar, siempre amar, comenzando por uno mismo, de manera generosa,
también egoísta. El amor comienza en ti, y vuelve a ti si lo derramas. Ama,
siempre ama.
Piensa, siempre piensa, no lo que te digan que pienses, no
lo que diga «tu líder», sino lo que te dicte el corazón, nunca las vísceras,
las vísceras todo lo convierten en mierda. Piensa, siempre piensa, no en la
forma de conseguir dinero, cuando te mueres no lo necesitas, sino en la manera
de ser feliz. Piensa y camina, se peripatético, pensando se avanza, nunca dejes
de caminar, nunca dejes de pensar, cuestiona todo, sé incomodo, piensa.
Proponte subir escaleras, no para llegar a una meta, sino para caminar, piensa,
camina.
Sé, si quieres, patriota, pero que tu patria no se limite a
un trozo de tela en el balcón, a un territorio y sus fronteras, la patria no es
eso, la patria son las gentes que pisan, suden, viven, trabajan, sueña, aman y
luchan por esa tierra que pisan, mucho más allá de sus fronteras, quien se
limita al ellas y desprecia al forastero, no es un patriota, es solo eso, nada,
un trozo de trapo que con el sol pierde su color y lo que es más importante, su
esencia. Y, sobre todo, no derrames ni una sola gota de tu sangre por un rey,
él es mucho menos importante que tú, tú eres importante, vives, sueñas,
trabajas, luchas, él es un parásito que vive de tu trabajo, que te roba tus
sueños y tu sudor, y que, siendo la pieza más inútil e innecesaria, come cuando
a tus hijos les falta el pan en la boca.
Ser felices, salud para todos y si es posible vivamos,
escribamos, luchemos la República de las personas de todo el mundo, sin
distinción de razas...Y a ser posible comienza por la República independiente
de tu casa y viviendo, amando, soñando y luchando logres el sueño colectivo de
la libertad.
Lee, siempre lee, no te quedes solo con la palabra que se
lleva el viento, lee, como algo tan útil como el comer, y algo tan necesario
como el cagar. Lee, lee siempre, para aprender, o desaprender, para pensar o
para dejar de pensar, para viajar o tumbarte en la cama, lee, siempre lee, y si
es posible, también escribe, sí escribe.
Y tú, que escribes, piensa que todo lo anterior es más importante que escribir, no obstante, escribe, siempre escribe, sabiendo que
ni nuestras palabras nos pertenecen sino tienen como propósito nuestra
felicidad y, tan importante como la nuestra, las de los demás, sin miedo y sin
complejos, derramemos la tinta Hasta la última gota. Escribe sabiendo que la
palabra es el arma más poderosa contra la injusticia, haz que cada palabra, no
sea solo bella, hazla, sí, hazla herramienta de liberación, ponla al servicio,
no del quien te pague, te convertirías en un mercenario, sino de aquel que no
los pueda pagar. Se libre.
Paco Arenas
Mis libros:
Magdalenas sin azúcar
Los manuscritos de Teresa Panza
Caricias rotas
Esperando la lluvia-Cuentos al calor de la lumbre
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