Palabra a palabra, gota a gota, se cambiará el miedo por dignidad, o eso debería pasar. Hay dolores que se repiten, historias que vuelven a ser presente sin haber curado las heridas ni evaporado las lágrimas. Esta España amnésica que no aprende y camina en circulo como can con Alzheimer. El llanto que no cesa, que antes de que el húmedo sollozo moje la tierra, ya está seco, tirando de la piel, ajando la tierra. España, querida madrastra, ¿por qué te olvidas de tus hijos y les haces olvidar las heridas que año tras años les infringen los mismos tiranos?
¿Dónde está tu corazón? ¿Acaso en tus riñones secos como el pozo de un desierto? España seca de corazón vacío cual momia faraónica, de esas primeras, secadas al sol como mojama grotesca que no se riega como no sea con cerveza de amarga cebada. España fortaleza de muros derruidos sen necesidad de que suenen las trompetas de Jericó, porque tus hijos se bastan y sobran para olvidarse de cerrar o abrir las puertas de las murallas o ahogarse en el foso sin necesidad de agua.
¿Estamos condenados a este círculo vicioso? Se acabaron las ideas, ¿acaso los filósofos no florecen en las tierras secas de España? ¿Tan fácil es manipular al pueblo que presumía de ser furia y coraje? ¿Los años bárbaros no fueron suficientes? ¿No crecieron suficientes amapolas de las oquedades de las calaveras?
Las ideas pueden ser gotas vanas y hueras caídas en saco roto y agujereado. Es lo que siempre o casi siempre suele ocurrir en este país que todos sus habitantes dicen que es el mejor del mundo, al menos para quienes pueden pagar el reflejo del espejo.
No se cambia la forma de la roca de un día para otro, ni se curte la piel de toro en un día sin que el hedor de la piel muerta. Ni el temor a lo que pasó en tiempos remotos se olvida, pero sí moldea las conciencias. España nunca será libre mientras la mordaza se la pongan los propios españoles y callen por no pecar, a pesar de no temer al infierno, porque lo tienen en la memoria.
El miedo guarda la viña, siempre se ha dicho. Lo grave es que los tiranos lo saben. Muestran los impactos de las balas que dispararon. No precisan volverlas a disparar.
Escribió Jorge Bucay, que el elefante atado a una estaca desde pequeño, cuando no tiene fuerza para arrancarla, no se planteará jamás volver intentarlo. Si alguna vez se le pasase por la cabeza, ya se lo recordarán otros, sus mismos compañeros de cautiverio, le acusaran de antisistema, de querer pervertir el orden establecido, de traidor y desleal y molerán a palos haciéndole creer que ese ensañamiento es por culpa suya y que si le clavan los puñales por la espalda, lo hacen por su bien.
Por desgracia, el espíritu de aquel que se enfrentaba a los gigantes, o no existió, o está muerto, ahora una simple estaca de madera, clavada débilmente en el suelo, nos impide caminar y el miedo nos hace olvidar los palos que acabamos de recibir.
Así es España,
no volverá a intentar ser un pueblo libre y democrático, porque es un pueblo de
miedosos, porque quienes le ataron a la estaca y le molieron a palos le repiten
todos los días que él, el pueblo, fue el culpable, por querer ser dueño de su
destino.
Así permanecerá este pueblo que fue y no es, por los siglos de los siglos. Y a quienes cojan agua fresca para despertar de tanta estupidez y cobardía, los echaremos a los leones, porque en los circos también hay leones, que aunque víctimas también, obedecen la voz de su amo.
A pesar de todo, habrá que seguir intentando, gota a gota, palabra a palabra, cambiar la forma de la maldita roca del miedo.
Salud para
todos y República para España.
Paco Arenas, a
5 de mayo de 2016
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