Era una noche fría
en las puertas de un monasterio
de la castellana Guadalajara.
mis palabras parecían flores muertas,
salidas de mi temblorosa boca
desde lo más profundo de mi sueño.
—¿Buscas a Inés entre los muertos?
Sentí la sed de los desiertos,
quise huir del azogue del espejo
atrapado sobre sábanas revueltas.
—No huyas, que ella te espera
sin prisas en la castellana Guadalajara
para besarte los labios
en la noche de los muertos.
—Tengo prisa,
muchas cosas que hacer,
labios que besar,
para, para, no tan deprisa.
No quiero pararme escuchar
palabras de Dios o del Diablo.
—Dios o diablo,
¿qué más da,
si ninguno de los dos te ha de escuchar.
Ella te espera,
y no podrás escapar.
—Me voy lejos,
Pongo tierra de por medio.
No he de besar labios
que no amé ni amo.
Que espere sentada
en los salones de los palacios
que nunca he de pisar.
—Corre, corre,
que ella te está esperando
con sus hábitos desgarrados
y sus labios de muerta,
su matriz huera
y su risa silenciosa,
paciente tu llegada
en la Castellana Guadalajara.
Paco Arenas en Guadalajara-Castilla 2 de noviembre de 2019
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