miércoles, 24 de septiembre de 2025

La rebelión de la hormiga

 



La grandiosidad de la piedra,

la pequeñez del individuo:

todo es relativo.

 

Como el éxito.

Como el fracaso.

 

Quien sueña con conquistar la luna

puede sentir que no alcanzarla es un fracaso.

 

Pero quien siembra con sus manos,

y cosecha el fruto,

ha ganado una batalla silenciosa.

 

Quien, siendo analfabeto, aprende a leer,

y al leer descubre cómo escribir su nombre,

logra una revolución íntima.

 

Juntar letras desordenadas

y darles sentido

es, en sí mismo,

un acto de emancipación.

 

Quien no aspira a nada concreto,

pero sube peldaños

sin haber imaginado siquiera el primer escalón,

también triunfa.

 

Sembrar palabras.

Recolectar libros.

Subir sin metas impuestas,

sin objetivos ajenos.

Disfrutar simplemente

del acto de escribir...

eso es éxito.

 

Éxito sin medallas,

sin aplausos,

pero con dignidad.

 

Sin renunciar a los principios

que me definen como persona.

 

La hormiga que carga un grano de trigo

no mueve montañas,

pero en su insignificancia

hay una fuerza silenciosa.

 

Sí, todo es relativo.

 

No aspiro a mover la piedra.

Me basta con mover el grano de trigo.

 

Sembrar palabras.

Recoger renglones.

 

Soy tan pequeño como la hormiga,

tan fuerte como ella.

Y como la hormiga,

si me pisan,

me revuelvo y muerdo.


De mi poemario: 


Disponible en Amazon:  Palabras calladas


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