Al recordar todas estas tonterías que me da por escribir, me
doy cuenta que cada día que pasa me encuentro más cerca de Pinarejo, dicen que
las personas a medida que envejecemos, no tengo miedo a la palabra viejo, nos
acercamos a nuestras raíces, como si una fuerza magnética nos arrastrase sin
compasión hacía la tierra que nos vio nacer, entonces nos damos cuenta, de que
al irnos, al marcharnos de nuestra tierra, no nos hemos marchado del todo. Como
árbol hemos sido trasplantados a otros lugares, donde a fuerza de constancia
hemos terminado echando raíces profundas, pero sin darnos cuenta esas raíces
han ido buscando la querencia, a esas otras raíces, que como todo árbol que
arrancas, quedan enterradas en la tierra y terminan rebrotando, unas y otras
terminan encontrándose o al menos lo intentan.
Cuando comencé a participar en el foro de Pinarejo, no creí
jamás, que esas raíces que deje en Pinarejo, tuviesen tanta fuerza, en
ocasiones mi mente se distrae más de la cuenta pensando en aquellos tiempos,
aquellos momentos que pase en Pinarejo, como si de una película se tratase veo
a sus gentes, a esos críos de entonces, que ahora son cincuentones como yo, los
veo jugar con el aro, al tejo, a indios y vaqueros, veo al cura don Gregorio,
me veo besándole la mano, o intentando librarme de uno de sus capones. Veo a
doña Maruja, con su pelo corto, escucho su voz, regañándonos o contándonos un
cuento. Veo a toda la chiquillería, de entonces, tirándonos bolas de nieve,
desde la divina Pastora a la calle Cantarranas. Veo a las mujeres cargadas con
sus cantaros yendo a la fuente o a la Veguilla, o lavando a mano. Veo a mi
padre, desdentado prematuramente, ofreciéndome las cortezas del tocino. Escucho
los campanillos de sus mulas subiendo por las pedregosas o embarradas calles,
acercándose a mi casa cuesta arriba. Me
veo corriendo con hacía él, me coge en volandas y me sube de un salto encima de
la mula Cordobesa.
Otras veces en invierno, no me deja mi madre salir a la
calle, me obliga a esperarle allí, escucho esos mismos campanillos, salto de la
silla que está junto a la lumbre, las dos gatas que tenemos se asustan.
-
Es padre ¿Qué me ha traído usted? Le preguntaba
antes de que abriese la puerta, a mi
padre le faltaba tiempo para abrir la “merendera” y ofrecerme las crujientes
cortezas del tocino que yo devoraba como si fuese el mejor de los manjares,
otras veces me traía majueletas, tronchos o moras.
Veo a las mujeres cosiendo a la sombra del bombo, primero y
después de la pared que levanto mi padre en el mirador de la Divina Pastora,
escuchando al mismo tiempo las interminables novelas de Guillermo Sautier
Casaseca y de sintonía “yo soy aquel negrito que cantaba la canción del Cola- Cao…”
Veo la llegada de las primeras cosechadoras y la desconfianza
de aquellos curtidos hombres contra las máquinas.
- Eso lo
único que hace es “estrozar” el grano y quitar el trabajo a las personas.
Veo a la dula repartir las cabras, o a los cabreros llegar a
la carrera vendiendo cabras, o los muleros vendiendo mulas, mirándoles los
dientes, así sabían la edad.
Por hoy ya he añorado bastante, otro día volveré a dar la
monserga a quien quiera leerme, no quisiera escribir de penas, ni de política,
ni recortes ni quebraderos de cabeza, no me gusta escribir de esas cosas,
prefiero recordar, darle libertad a mi mente y a mis dedos, algunos se quejan
de que por mi culpa Pinarejo pueda asociarse a determinadas ideas, no es mi
intención, Pinarejo es diverso y plural como sus gentes, quiero pensar y sentir
y escribir cosas de Pinarejo, sé que no es algo que dependa de mi solamente,
pues no controlo mi voluntad y si algo me inquieta, no me queda más remedio que
sacarlo, no puedo permanecer ajeno a lo que ocurre a mi alrededor, ni tampoco a
mis sueños de más democracia, libertad y justicia para este país que es España,
si con eso molesto a alguien, lo siento, no es mi intención.
Pues no son tonterías. A mi me encantan porque tengo la misma percepción que tu con respecto al pueblo. Y es que todos tendemos a magnificar los recuerdos de nuestra infancia, y del lugar donde nacimos. Lo hacemos tan "nuestro", que nos duele todo lo que sobre él se diga. Por eso tienes críticas mordaces o hirientes, y eso que tu no pretendes molestar a nadie. No se porque piensan que estas poniéndole una ideología política al pueblo. Quien te lee debería darse cuenta de que por que tu no escondas tus opiniones políticas, resulte que el resto del pueblo va tener que darte la razón. Es ridículo.
ResponderEliminarSé que debería entrar más aquí, pero a todo no puedo acudir. Siempre agradezco tus comentarios y los de todo aquel que tiene a bien hacerlos, aunque debo reconocer que las pocas veces que las hace alguien del pueblo lo agradezco mucho más, sin menospreciar al resto. Seriamos unos extraños, somos unos extraños en Pinarejo, posiblemente no seriamos capaces de vivir allí más allá de unas vacaciones, sin embargo lo llevamos tan dentro, lo echamos tanto de menos... Nuestra vida nos lleva por muchos derroteros, pero aquellas primeras sensaciones siempre permanecen en nuestro interior. Las criticas son en cierto modo un aliciente, incluso las hirientes. Yo procuro ser respetuoso con todo el mundo, de hecho este segundo blog le di vida en enero porque me consta que algunos de Pinarejo les hace daño a los ojos cosas que están dentro de mí, como lo está Pinarejo, por encima de toda ideología, a mis amigos no los elijo o me eligen por mis ideas, aunque no soportaría a ninguno que estuviese a favor de ideas totalitarias, racistas, homófobas o misóginas. No busco que nadie me de la razón, nadie la tiene en exclusiva. Todas las opiniones son dignas de tener en cuenta siempre que sean respetuosas con las diferentes.
ResponderEliminarGracias Josephine