Quieres escapar, intentas disimular tu rabia, tu dolor, tu
ira indisimulable contra un Dios inmisericorde, lo maldices en el silencio
tormentoso de tu cerebro,
pero callas, no eres capaz ni de expresar la sensación
de dolor, intentas sonreír al enfermo, pero…¿ de dónde sacas las fuerzas? Al irte sientes ganas de vomitar, te sientes
culpable, quisieras estallar, sacar toda tu rabia. No hay derecho, no hay derecho, las personas deberíamos
vivir mientras lo pudiésemos hacer con dignidad, me horroriza pensar que esa
persona a quien quiero tanto, a quien no he sido capaz de decirle todas
aquellas cosas que debiera haberle dicho, porque la quiero, le deseo la muerte,
porque sé que nunca se va a recuperar, porque me duele verla así, me duele
haberla vito como la he visto, sabiendo lo que fue.
No quiero ese recuerdo, de tristeza de amargura, de
debilidad, sabiendo que siempre le acompaño la sonrisa, la fuerza y las ganas
de luchar, que cada palo que le dio la vida no termino de superarlo, porque
fueron muchos y muy crueles, pero se levantó y procuro siempre, a pesar de lo
cruel que fue la vida con ella, afrontar el futuro con una sonrisa en los
labios.
Me gustaría creer en Dios, pensar que tanto dolor y
sufrimiento, que tanto coraje y ganas de vivir, que tanto sufrimiento, será
recompensado en otra vida, pero…
Ahora solo puedo sentir dolor.
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