Fotos presentación de la novela: Los manuscritos de Teresa Panza (Julián López Brox) |
Ahora Los manuscritos de Teresa Panza esperan veredicto
Los primeros ejemplares ya
están en manos de algunas personas.
Quiero darles las gracias por su confianza, ahora es el momento de la
verdad, es incluso más importante este instante que cuando el editor decide
arriesgar su dinero y publicar obras autores desconocidos, porque el lector es
el fin último tanto de quien escribe como del editor. El lector es el juez que
ha de juzgar de manera severa lo que se esconde tras las tapas de cualquier libro,
y su juicio para bien o para mal es y siempre justo, sabio y sobre todo
inapelable.
Me gustaría recibir buenas críticas, claro que sí, pero
desde el momento el lector abre un libro, una vez pasado el siempre tan
aburrido como en muchas ocasiones necesario prólogo, que yo casi nunca leo —sustituido
en Los manuscritos de Teresa Panza, por una carta al vicerrector de la facultad
de Filología de Cuenca —la novela debe comenzar a enganchar, o al menos
debiera.
Al narrar en primera persona, le doy libertad a Teresa, como
queriendo descargar mi responsabilidad, que paso de ser autor a mero transcriptor
de los manuscritos redactados de puño y letra por Teresa Panza:
Teresa supo que en el momento que alguien abriese baúl
que contenían sus manuscritos se desnudaría ante los ojos de todo el mundo, que
sería juzgada por sus renglones torcidos. Sabía que algunos llegarían a pensar que mejor
se hubiese dedicado a otros menesteres y haber utilizado aquellos papeles para
encender la lumbre, otros escandalizados la querrían quemar a ella misma en la
hoguera de la Santa Inquisición, algunos habrá que la intenten comparar con su
admirado Cide Hamete Benengeli, buscaran su alma y su espíritu entre sus
renglones. Sin embargo ella a la hora de
escribir aquellos manuscritos nunca pretendió poner en cuestión lo que en
letras de oro escribió Cervantes, solo quería narrar su verdad y su testimonio,
no para ser sometida al juicio sumarísimo del lector, sino para una vez trazadas
las palabras sobre el papel, sabedora que ya no los podría leer Miguel de
Cervantes, ya en el umbral de la muerte, cuando su joven y bello cuerpo de antaño
se transformase en un pellejo ajado y viejo, en esos instantes a lo único que aspiraba es que aquellos
escritos al igual que su cuerpo, fuesen comidos por los gusanos, no contó con
aquel intruso que cuatrocientos años después entró en la cueva.
Él abrió la caja de
Pandora, que sea pues él quien sea reo del juicio al que se sometan estos
baldíos o fértiles surcos y sea condenado a la crítica feroz o ensalzado si
llega el caso, que es él el culpable de que estos manuscritos vean la luz, en
lugar de perecer donde Teresa los dejo.
Por tanto si alguien ha de ser juzgado que sea Paco Arenas
¡Ole,ole y ole ! Estoy preparando la presentación de tu Voto a Rus con Onda San Clemente el 3 de junio y tomo prestadas tus palabras,Paco ¿ cuales mejores ?
ResponderEliminarMuchas gracias Paz.
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