Triste camina el campesino tras la yunta,
soñando con la espiga que crecerá,
si Dios quiere y el pedrisco no lo impide.
Reza y maldice al tiempo a la tierra y al Señor…
¿Quién roba mi sudor?
¿Quién de las bocas hambrientas quita el pan?
Que se detenga la yunta en la besana,
se hinque la reja en el surco,
Y salgan las espigas de los puños de los hambrientos.
No es venganza traidora,
no es pan lo que se mastica,
sino rabia que corre por las venas,
de quien muere en cada surco.
¡Basta ya!
No es poesía
lo que pide el desahuciado,
ni lo que recita el poeta maldito,
es rabia vestida de domingo,
con la pluma ensangrentada.
Tierra, sol, aire…
Rabia.
Paco Arenas 14 de enero de 1981
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