A ellos, a las víctimas de Bruselas, de París, Beirut, Damasco, Líbano, Túnez, Londres, Madrid, Nueva York..
También a ellos, a quienes escapan de la guerra y se encuentran con cuchillas asesinas, se ahogan en el Mediterráneo por culpa de políticos hipócritas, miserables y fariseos insensibles al dolor, mientras especulan con la sangre de sus víctimas, porque ellos sacan beneficios económicos y políticos de sus guerra, nosotros, los pueblos la sangre y argamasa con la que se fragua sus fortunas.
Nos duele Europa, pero, también la hipocresía de Europa.
Fuera de mi
ventana,
no pasa
nada,
no escuecen
las heridas,
no se
escuchan las chirriantes sirenas.
Fuera de mi
ventana
no duelen
los muertos.
Fuera de mi
ventana,
no silban en
mis oídos las balas,
no escuchó
el llanto,
ni la voz
desesperada de la madre.
Fuera de mi
ventana
no duelen
los muertos.
Fuera de mi
ventana,
no ruge la
fiera,
no muere la criatura inocente.
Fuera de mi
ventana
No duelen
los muertos.
Fuera de mi
ventana
no ondean
banderas a media asta,
ni compungidos
políticos hipócritas
lanzan soflamas
de fingido consuelo.
Fuera de mi
ventana
No duelen
los muertos.
Dentro de mi
ventana,
se escucha
el murmullo más liviano,
el maullido
enmudecido de placer,
Dentro de mi
ventana
Se percibe
el aroma de la primavera,
me envuelvo
en algodones
sentado en
mi cómoda silla.
Dentro de mi
ventana,
el arañazo
de mi gato me duele,
perturba mi
tranquilidad hipócrita,
y furioso rasgo
mis vestiduras,
o tiemblo
pensando lo que ocurriría
si se abriese mi ventana.
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