Tal vez, podría ser, que un inmenso mar separe las tierras
por las que anduvo el hidalgo don Quijote y su fiel escudero, el campesino Sancho
Panza de esas otras de la isla de Boriquén; pero, también, que esa sensación de
distancia se escape entre los dedos como
el agua de ese inmenso mar Océano, que separa tan distantes lugares, como son
la Isla del Encanto que las Tierras de Álarcón, y al calor del sol se esfume la
distancia como esa otra agua del embalse de del mismo nombre que el embalse,
del lugar de la Mancha donde he ubicado al nuevo Juncos, dejando la tierra seca
que dio nombre árabe a estas tierras de
las llanuras del sur de Castilla: «Manxa», o traducido al castellano: Tierra
Seca. Y entonces, el Juncos caribeño se fusione con ese otro Juncos manchego
imaginario.
Don Jaime Flores galardonado por la alcaldía de Juncos |
Siempre surge la duda
razonable de si fue primero el Juncos de la Isla del Encanto o el nuevo Juncos
imaginario de las Tierras de Alarcón. Quizás a alguno le asalte la duda, de si
cabalgo el hidalgo caballero por las secas tierras de la Mancha en aquellos
lejanos tiempos de daga en ristre y lanza en astillero, o por el contrario lo
hizo por aquel otro Juncos caribeño, armado de pluma en ristre y birrete de maestro
boricua, tomando posesión del cuerpo y mente de cierto profesor de lengua
castellana de la Universidad de Puerto Rico, conocido como Jaime Flores.
Ya, ya, lo sé, que el profesor Jota, fue posterior a don
Quijote, dirán ustedes, ¿quién lo puede asegurar? ¿Acaso en estas tierras del
sur de Castilla hay alguien más quijotesco que el mentado profesor boricua? Yo
sinceramente, tengo mis dudas. No es que
yo tenga muchos conocimientos esotéricos, ni crea en fantasmas ni posesiones,
pero a buen seguro que algunas de las dispersas cenizas de Miguel de Cervantes
llegaron hasta Juncos para extender el manto del universo quijotesco por
aquellos lejanos lares.
No es otro que él, el profesor Jota, el culpable de que, en estas
tierras del sur de Castilla, en la Mancha, surgiese junto a unos de sus ríos,
un nuevo Juncos, un Juncos manchego, un Macondo nuevo. Resultaba arriesgado
emplazar en Gascas la novela, implicaba una servidumbre histórica que limitaba
el relato y sobre todo la metáfora que pretendía transmitir con mi novela, y
Gascas, el pueblo fundado por Gascones franceses, pasó a llamarse Juncos, ¿qué
nombre más apropiado para un pueblo que está al lado del río? Del mismo modo,
don Manuel Haro, el maestro encargado de abrir la escuela en Juncos, pasó a
llamarse, en honor del profesor Jota, don Jaime Flores.
Juncos siempre estará en mi corazón. Gracias a don Jaime Flores he conocido tantas
cosas de Puerto Rico, de su cultura e idiosincrasia, de sus anhelos de libertad…,
que he decidido, que si un día soy capaz de volver a reescribir la novela con
la cual participé en el Premio Nadal hace más de treinta años, «Réquiem por una noche de amor», también transcurrirá en Juncos.
Mientras
tanto, «Magdalenas sin azúcar» es y será una novela que transcurre en Juncos,
un pueblo de la Mancha a las orillas del río Júcar. Decir, además, que el primer lector de la novela fue mi amigo el profesor don Jaime Flores, y que los primeros lectores de la misma, también han sido junqueños.
Gracias
amigo profesor.
Puedes leer los primeros capítulos de la novela Magdalenas sin azúcar AQUÍ
Enlace «Magdalenas sin azúcar» en Amazon.com, Puerto Rico y Estados Unidos
Enlace «Magdalenas sin azúcar» en Amazon.es, España.
Puedes leer los primeros capítulos de la novela Magdalenas sin azúcar AQUÍ
Enlace «Magdalenas sin azúcar» en Amazon.com, Puerto Rico y Estados Unidos
Enlace «Magdalenas sin azúcar» en Amazon.es, España.
No hay comentarios:
Publicar un comentario