Cuando llegaron aquellos, ellos ya estaban allí, no
necesitaban ser descubiertos, ni avergonzarse por sus senos al aire, no era
pecado su libertad desnuda, el pecado estuvo en los ojos de quienes se
escandalizaron y, al mismo tiempo, se otorgaron el derecho a taparlos, a poseer
aquellos bellos cuerpos sin permiso.
Cuando llegaron aquellos, ellos no necesitaban una lengua
nueva que aprender, tenían las suyas propias y se entendían a las mil
maravillas sin necesidades de gramáticas ajenas.
Cuando llegaron aquellos, ellos tampoco necesitaban un nuevo
dios, ellos tenían los suyos propios, no necesitaban morir para salvarse del
infierno, puesto que no tenían infierno y vivían en el paraíso, el infierno
llegó cuando llegaron aquellos.
Cuando llegaron aquellos, ellos no necesitaban ser marcados
como bestias para saber quiénes eran, ellos ya tenían su identidad y sabían sus
nombres y que no pertenecían a ningún señor.
Cuando llegaron aquellos, ellos tenían oro y tierras que les
daban todo cuanto necesitaban, tenían sus dioses y sus culturas, y todo les fue
arrebatado, no para mejorar su modo de vida, tampoco la vida de quienes en
España pasaban hambre, que siguieron pasando hambre por siglos. Todo lo robado
no fue para engrandecer una nación, solo para engordar las arcas de sus reyes y
nobles, para guerras de religión, para aplastar al pueblo, no solo a los de allá,
sino también a los de aquí.
No estoy de acuerdo cuando se dice "nada que
celebrar", yo celebro tener como amigos a muchas gentes de allá que al
igual que los de aquí, sabemos que somos hermanos, no por la raza, no por la
lengua, sino por la cultura y las culturas, sabiendo que quienes les robaron a
ellos, también nos robaron a nosotros, y que aquellas nefastas monarquías
hispánicas continúan siéndolo en la actualidad, y que no pedirán perdón, ni
allá ni acá, ni aquí ni allí. Y también, por tanto, no merecen ser perdonados,
ni los de entonces ni los de ahora.
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