Amparo Bautista Lacasa, artista. |
La pequeña Amparo, allá en Santa María del Campo Rus, le
gustaba jugar con el barro, jugando a darle forma a cualquier terrón húmedo. Creía en su inocencia que el barro era mágico, capaz de transformase en cualquier maravilla, si hasta Dios dicen que cogió un poco de barro y tras amasarlo creo al hombre. Con el tiempo se percató de que la arcilla no es mágica, son las manos del alfarero, del artista, las que dan forma y belleza al barro, sin artificios ni magias, con paciencia y tesón y el horno quien culmina lo que las manos y el ingenio pensó.
—Siempre entre el barro, cualquier día, como te descuides
harás botijos —le regañaba su padre con cierta condescendencia, porque la
chiquilla se ponía embarrada hasta los ojos, tanto que era preciso meterla en la artesa con ropa
y todo, que antes no había lavadoras. ¿Cómo le iba a regañar si Amalio Bautista, hijo del pueblo de San Clemente, veía que el barro
tomaba forma entre las manos de Amparo, sin haber pasado por ninguna alfarería.
—Mira tú que si se hace botijera y se nos va a Cuenca —decía Amparo, su madre, hija del pueblo de Santa María del Campo Rus, cada vez que la veía llegar con una figura nueva de barro.
—Mira tú que si se hace botijera y se nos va a Cuenca —decía Amparo, su madre, hija del pueblo de Santa María del Campo Rus, cada vez que la veía llegar con una figura nueva de barro.
Y Amparo creció, y mucho, mucho, y a medida que se moldeaba como personas, cogía afición al barro; aunque , allá por el año 1957, un 14 de octubre, el agua y el barro se rebeló contra su afición, y cubrió la ciudad de Valencia, donde ella vivía , perdiendo todo. Como gente de tesón que eran sus padres, del barro se levantaron y crecieron en la adversidad.
Con el tiempo, muchos años después, la afición al barro continuó y tal conforme profetizaba aquel campesino manchego, que fue su padre, Amparo diseña y crea botijos y mil maravillas cerámicas, que de tan bellas parecen mágicas, solo por afición, aunque también para causas benéficas, que en el mercadillo solidario de Moncada, donde nació , su arte de vende para ayudar a quien más lo necesita.
Con el tiempo, muchos años después, la afición al barro continuó y tal conforme profetizaba aquel campesino manchego, que fue su padre, Amparo diseña y crea botijos y mil maravillas cerámicas, que de tan bellas parecen mágicas, solo por afición, aunque también para causas benéficas, que en el mercadillo solidario de Moncada, donde nació , su arte de vende para ayudar a quien más lo necesita.
Gracias Amparo
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