Lo
que se escapa de mis dedos...
¿Es
poesía?
Esa
es la eterna pregunta,
Que
me hago cada día.
Sin
saber,
¡Madre
mía!
lo
que es la poesía,
escribo
versos negros
sobre
papeles blancos.
No
soy yo el poeta,
que
en la taberna emborrona
una
indefensa servilleta.
No
es preciso certificar,
que
nada entiendo de rimas
ni
de versos enjaulados,
tampoco
tengo las llaves
de
barrotes carcelarios,
que
un día,
cual
lima de herrero
pueda
liberarlos
del
agrio de sus condenas.
Siendo
un ignorante,
no
tocado por las musas,
ni
por la chispa
en
estos dedos,
que
se me escapan de las manos.
Estos
dedos de albañil,
de
campesino,
más
ajados, que agrietados
no
precisan arado,
para
doblar el camino de las mulas,
que
tuercen el gesto
por
inhóspitas besanas
entre
torcidos renglones,
siguiendo
cantos libertarios,
que
pretenden romper los eslabones
que
aprisionan mis ansias
lejos
de los candados y prisiones,
libres
como el viento.
Sí,
no os asustéis,
son
mis versos proletarios,
remolinos
descontrolados,
que
no se dejan llevar por la corriente,
y
que saben,
o
quieren saber,
ser
mayo de hierro,
cizalla
de acero
capaces
de romper
de
las cadenas los eslabones
con
la punta de mis dedos.
No,
no entiendo de poesía,
esa
es la verdad,
¡Madre
mía!
Y no
tengo vergüenza,
Ni
propia,
Ni
ajena,
por
intentar ser poeta
hasta
el día del juicio final,
sin
saber,
¡Madre
mía!
lo
que es la poesía.
©Paco
Arenas
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