Me
voy sin ver caer la lluvia,
sin saber
el color del agua,
o si
dormiré en mi almohada
al
llegar el alba.
Me
voy antes de que me arrepienta
y mi
palabra sea tachada de mentirosa
por
las circunstancias
de
estos últimos días.
Me
marcho allá donde el tiempo no cuenta
y la
palabra se vislumbra cada mañana
a
través de los cristales de los sueños rotos.
Os
dejo mi silla de anea,
que
tantas historias me contó
de
un tiempo pasado,
que
ni yo recuerdo.
Me
voy por otros barrios,
otras
ciudades y otros campos,
tal
vez, otros desiertos.
Parto
desnudo,
entre
tinieblas,
para
no saber, ni yo, el camino,
por
si se me ocurre volver.
Os
dejo mi silla,
como
aquel poeta,
y me
voy,
o al
menos,
debería
irme…
©Paco
Arenas
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