jueves, 29 de diciembre de 2022

¿𝕯𝖊 𝖖𝖚é 𝖕𝖆í𝖘 𝖘𝖔𝖞?


 

La Corte (Marcel Nino Pajot)


Soy de un país extraño en el que se hablan hermosas lenguas y se insulta en todas las de Babilonia, lanzándolas como puñales contra todo acento discordante.

En mi país los volcanes están en calma absoluta, sin embargo, las lenguas de las personas son de ardiente lava, siempre dispuestas a abrasar en la hoguera a todo aquel que piense diferente.

En mi país rara vez hay huracanes, aunque, chocante es el día en la cual no se escuchan vientos de odio rompiendo los cristales o donde, gentes sin honor, hablan de lanzar balas al viento contra los corazones libres que piensan diferente.

Mi país tiene los más hermosos paisajes en donde recrear la mirada con embeleso, a pesar de lo cual, siempre miramos la ciénaga buscando entre el cieno los odios cocinados a fuego lento.

Es mi país, la tierra de Cervantes y otros grandes escritores, grandes genios narraron sus historias en todas sus lenguas, millones son quienes presumen de las obras maestras que nunca leyeron. En esta tierra de poetas y literatos sus más insignes plumas sufrieron prisión, exilio o muerte.

Mi país es rico, muy rico, tanto que siempre sus reyes y gobernantes, a lo largo de su historia se dedicaron a robar un día sí y otro también, y sin embargo sus habitantes se muestran generosos como si no les importase. En mi patria los ladrones son venerados y los poetas fusilados.

En mi país se habla de una constitución sacrosanta e inviolable que fue cocinada como un plato de lentejas requemadas y con gorgojo «o la tomas o te quedas sin comer».   En mi patria, quienes presumen de ser los más entusiastas defensores de esa Constitución, son sus mayores violadores, y al igual que El Quijote, tampoco la han leído, pero presumen de sus ignoradas bondades.

Soy de un país que se habla de la libertad como de una necesidad vital; y, no obstante, siempre está amenazada, en la mayoría de las ocasiones, por quienes más alto gritan su sagrado nombre, cada vez que el pueblo alcanza migajas de libertad. Para algunos, por paradójico que parezca, la libertad se reduce a emborracharse en la terraza de un bar.

Soy de un país que, también, se habla de libertad, en los cuarteles, en los despachos de los bancos, grandes empresas y en los púlpitos de las iglesias; pero, para acabar con ella.

Soy de un país, donde quienes más hablan de la patria, son aquellos que siempre están dispuestos a traicionarla y a la menor oportunidad evaden el capital a otras patrias que guardan en la cartera.

Soy de un país extraño, donde una bandera o quien nunca trabajó, son mucho más importantes que las personas que sudan el pan que se comen.

Soy de ese país donde algunos se escandalizan de que otros no feliciten la Navidad, los mismos que dicen que su rey mago preferido es el negro, pero sólo si está tiznado, y si José o María llegarán a nuestras costas, hundirían la barca antes de que arribarán a la orilla y si lograban llegar y se cobijaran en una cuadra, les llamarían «okupas», y sin duda, llamarían a los antidisturbios.

Mi país es tan extraño que habla de dignidad y rinde pleitesía a quien usurpa su soberanía.

¿De qué país soy?

©Paco Arenas

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