La libertad guiando al Pueblo Cuadro de Eugène Delacroix |
Caminar es tropezar y muchas veces equivocarse. Aquel que no camina no tropieza, pero no
avanza y nunca escapó de la prisión quien no lo intentó.
Imaginad una prisión como la de If, en una isla al borde de
un acantilado de la que sólo se sale al morir. Sin otra esperanza que la
resignación.
Dantés se resigna no
intenta escapar. Renuncia a la huida porque así lo dice la sentencia, la
historia y que los infranqueables muros de la cárcel corroboran. Intentarlo
sería un suicidio, no hacerlo es morir lentamente en vida. Dantès jamás habría
sido el conde de Montecristo si no llega a conocer al sabio Faria, que lo
instruye y le hace creer que es posible la huida, él lleva intentándolo toda su
vida sin conseguirlo, incluso al excavar el túnel se equivoca, porque lo fácil
es equivocarse, seguir intentándolo tras cada fracaso es de sabios y Faria lo es.
Sólo los necios se
resignan a la vida que les ha tocado vivir.
Faria, además le dice que el arma más poderosa del ser humano es el
pensamiento. No debe esperar nada de ningún dios, rezar jamás liberó de la
esclavitud ni salvó la vida, de lo contrario no habrían existido los mártires y
los esclavos hubieran sido libres. El
prometido paraíso que ofrecen los sacerdotes, imanes o predicadores de las
distintas religiones, la verdad es cuestión de fe, nadie ha vuelto del paraíso
para contarlo. Los dioses siempre estuvieron al servicio de los poderosos para
esclavizar a los pueblos.
No pensar, cerrar los ojos ante la situación puede hacerte
ser más feliz, pero jamás avanzarás. Siempre es preciso pensar, a riesgo de
equivocarse. Intentar saber los motivos de tu situación y buscar las posibles
salidas, por complicadas o imposible que puedan llegar a ser.
Tras catorce largos años de excavar un túnel en el muro de
la prisión el viejo abate Faria falleció, no sin antes trasmitir sus
conocimientos a Edmundo Dantès, que rezó a Dios, perdió la fe y quiso morir,
hizo caso a sabio y pensó. Como sabio que ya era, podría haber seguido buscando
la salida a través del muro. Habría sido lo más fácil, pero ahora sabía pensar
y pensó. No buscó el camino sencillo, sino el más arriesgado: ocupar el puesto del
sabio abate Faria en la mortaja, para así intentar escapar, sin embargo, los
guardias no se complicaron la vida y lo tiraron al mar por el acantilado.
Escapó y tras varias y tormentosas vicisitudes consigue su recompensa.
Esto algo de lo mucho que nos enseñan los libros, a pensar,
a decir lo que se piensa a riesgo de equivocarse. Siempre habrá quien te quite la idea de
iniciar el camino diciéndote que a buen seguro te equivocarás en la primera
bifurcación o te arrepentirías de tu decisión. Posiblemente así sea, y la
utopía está en el horizonte, tal y como dijo Eduardo Galeano:
«La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se
aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Entonces, ¿para
qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.»
Cada paso individual o colectivo condiciona nuestro futuro
o el futuro de la humanidad, el primer grito de rebeldía posiblemente fue
silencioso, efímero y ligero como el plumón de un polluelo, pero condicionó
otros y otros…
No se puede callar ante la injusticia, ni caminar hacia
atrás, porque eso nos alejará del pensamiento, de la utopía de lograr un mundo
más justo y hasta sacar las tetas al aire, puede llegar a ser un gran paso por
la Libertad, la Justicia, la Igualdad y la Fraternidad.
Nunca un poema o un libro doblegó la tiranía, pero muchos
poemas, muchos libros, muchos pasos, gestos, voluntades y pensamientos lograron
y conseguirán seguir caminando, porque de eso se trata, de caminar, tropezando,
equivocándose, pero levantándose para seguir caminando.
©Paco Arenas a 15 de agosto de 2023
P.D. Yo soy una persona con suerte, siendo un zoquete
nunca me resigné y siempre encontré personas sabias dispuestas a enseñarme
haciendo de mí un eterno aprendiz. Mi agradecimiento a todas ellas.
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