domingo, 25 de junio de 2023

𝙍𝙚𝙨𝙚𝙣̃𝙖 𝙙𝙚 «𝙈̲𝙖̲𝙜̲𝙙̲𝙖̲𝙡̲𝙚̲𝙣̲𝙖̲𝙨̲ 𝙨̲𝙞̲𝙣̲ 𝙖̲𝙯̲𝙪̲́𝙘̲𝙖̲𝙧̲» 𝙚𝙨𝙘𝙧𝙞𝙩𝙖 𝙥𝙤𝙧 𝙪𝙣𝙤 𝙙𝙚 𝙨𝙪𝙨 «𝒑𝒓𝒐𝒕𝒂𝒈𝒐𝒏𝒊𝒔𝒕𝒂𝒔».

 

Nieves, Merche y a mi derecha Felipe


Mi último día en la Feria del Libro de Valencia llegó Gloria y me dijo que era maestra y escritora, pero que quería regalarle Magdalenas sin azúcar a la persona que le había hecho amar la docencia y la literatura.

-Quiero regalárselo a Merche, mi maestra y gracias a ella yo también soy maestra soy una apasionada de la lectura y la escritura.

De inmediato me vino a la mente otra Merche adorable, maestra, gran lectora y que escribe cosas de esas que llegan al corazón, siempre con un toque de humor muy personal.

-Espera, no vaya a ser que sea la Merche que yo conozco.

No lo era, por mucho que las dos sean maestras e inculquen el amor por la docencia y la lectura con la misma pasión que ponen ellas. La maestra en cuestión se llama Mercedes Laso de VALVERDE DE JUCAR (CUENCA), muy cerca de Gascas y que como Gascas sufrió las consecuencias del pantano de Alarcón. Su marido Felipe López, como el protagonista de «Magdalenas sin azúcar», y así se presentó:

 «Soy el protagonista». 

Felipe López, nacido en EL CAÑAVATE.  Con él y con Merche pasamos una estupenda tarde de charla, que seguro repetiremos.

Tras la lectura de «Magdalenas sin azúcar» me han regalado esta hermosa reseña, de esas que llegan al corazón.

«𝙈̲𝙖̲𝙜̲𝙙̲𝙖̲𝙡̲𝙚̲𝙣̲𝙖̲𝙨̲ 𝙨̲𝙞̲𝙣̲ 𝙖̲𝙯̲𝙪̲́𝙘̲𝙖̲𝙧̲»


Hemos tenido la suerte de «saborear», Paco, tus «Magdalenas sin azúcar», a pesar de lo cual, nos han sabido a gloria.

Calificar este libro de genial, aunque duro, es quedarse cortos ya que nos ha permitido vivir en cada una de sus líneas esa parte de la Historia que, a los que tenemos cierta edad, nos hace rogar a Dios o al Universo que nadie más en el mundo tenga que vivir esas circunstancias que obligan a las personas a arrodillarse por la locura de quienes se sienten poseedores de una verdad que ahoga la libertad y el amor. Incapaces de leer una mirada, de sentir el dolor ajeno, de amar y, en definitiva, de respetar a todo ser humano, sea cual sea su forma de pensar, de sentir y de vivir.

Han sido muchos los momentos en que la emoción ha hecho que nos resultara muy difícil contener las lágrimas y, quizás, imitando a María Flores, hemos tragado la rabia ante la injusticia que sufren Felipe y Miguel. Nos hemos solidarizado con Clara, Antonia, Gervasio y Venancio, víctimas inocentes todos ellos de la arbitrariedad de quienes tienen el poder de la fuerza que no la fuerza de la razón. Con ellos y por todos ellos, hemos lanzado nuestra mirada al cielo preguntando ¿por qué?

A pesar de que, como decía Plauto, “el hombre es un lobo para el hombre”, hemos sentido y vivido el amor y la libertad que soñamos desde niños y, por desgracia, la envidia, la codicia, la avaricia, el odio y el rencor, armas de destrucción de los miserables; así como la bondad de quienes se tiran al monte para defender la dignidad que es inherente a todos los seres humanos.

Gracias por la destreza en el uso de las palabras directas, sin artificios. Gracias por reflejar la esencia de la gente del pueblo, y gracias por hacer de «las magdalenas sin azúcar» un alimento de amor en torno a una mesa cuyo plato principal es la libertad en todas sus vertientes: ideológica, afectiva, religiosa...

¡Y qué acierto el de Nieves al elegir el nombre para el libro! Es un título que ocupa desde ya un lugar especial en la estantería de nuestra casa.

Gracias. Gracias por ayudar a comprender una época que Dios quiera que jamás se repita.

      Felipe López Moreno

Muchas gracias, Mercedes y Felipe

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