Reconozco que en aquella época era bastante tremendista,
entonces estaba la cosa muy mal, en España había ni más ni menos que dos
millones de parados, lo cual era una barbaridad. Mucha gente lo pasaba mal, y yo era un joven
idealista que soñaba con otro mundo de manera más radical y tremendista a lo
que lo hago ahora que peino canas y que me voy haciendo viejo de manera sosegada pero sin perder con ello
las ganas de cambiar el mundo, siempre de manera pacífica. Lo cual no quiere decir que me resulte
indiferente lo que ocurre a mi alrededor, ya no son dos millones de parados,
son seis millones. Ya no es que un poco gente tenga dificultades a fin de mes,
sino que pasa hambre física y en muchos casos los bancos con la complicidad del
Estado, les ha robado hasta las casas, bancos a los que ese mismo Estado
rescato el año pasado con 100.000 millones
de Euros y a este año con otros 40.000 millones de euros. Ese dinero invertido en la sociedad hubiese
sacado España de la crisis. Nos mienten
y nos estafan, y ante eso no podemos cerrar los ojos. Por desgracia estos malos versos escritos en
1984, están más vigentes que entonces.
Indiferencia, Hipocresía
o…Poesía
Escucharé el lamento bajo la
lluvia,
sin hacer nada.
Me quejaré para que quedé
constancia
de no estar de acuerdo con
la herida…
Pero, no haré nada.
Cerraré mi puño con rabia
sobre la barandilla de mi
balcón,
para que quedé constancia;
pero, no haré nada.
Señalare con mi dedo a los
culpables
de las esquirlas que se
clavan en mi corazón,
por no poner remedio a mi
remordimiento…;
pero, no haré nada.
Cuando me canse de escuchar
el lamento,
me tapare los oídos con
algodón.
Tal vez, solo tal vez,
escuche música,
buscando la paz del
indiferente.
Cuando ciego…
me canse del sufrimiento…
¿Debería sacarme los ojos?
Y así, ciego, no ver la
angustia.
Correré las cortinas,
taparé mis oídos,
cerraré mis ojos,
me coseré la boca…
Pero, no haré nada.
Cuando el río llegué
desbordado
de sangre y rabia,
que llegará,
asustado, querré ocultar mi
secreto
entre las llamas que me
quemen
sin que las aguas del río
impidan mi combustión.
Sentiré miedo,
gritaré con sumisa suplica,
mas con todo el cieno seré
arrastrado
y gritando, más sordo que
ciego,
me dejaré arrastrar por la
corriente…
Y no haré nada.
Paco Arenas (24 de
enero 1984)
Poema incluido en el libro :
Las abarcas del campesino analfabeto que soñó ser poeta
Poema incluido en el libro :
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