lunes, 18 de diciembre de 2017

Dios se hizo hombre, y miró para otro lado..

                                          


Dios se hizo hombre,
y miró para otro lado,
para no ver en hambre de los pobres.
Él, que nació en un pesebre
entre aromas de estiércol de vaca
y de mula estéril,
perseguido por el infame rey Herodes…,
a buen seguro, se hizo republicano.


Jesús creció entre astillas de madera,
serrines polvorientos,
 cisuras sangrantes de leprosos
 y de regüeldos agrios del estómago vacío
de los hambrientos.
Dicen, y no lo dudo, que tomó conciencia
y tiró a los mercaderes del templo…
mercaderes y pretores se hicieron confidencias,
unos tenían las monedas,
los otros...
 la codicia.
Los pobres nada.
Dios miró para otro lado.


Jesús se hizo, hombre,
transformó el agua en vino,
y gritó:
¡Bienaventurados los pobres!
Las personas de bien y orden,
mercaderes, rabinos y romanos funcionarios,  
escandalizados por el vino derramado,
lo tomaron por revolucionario,
y por treinta monedas,
de Judas compraron su conciencia…
Los mercaderes tenían muchos denarios,
los otros...
 la codicia,
los pobres nada
y Dios miró para otro lado. 

Dios, está en todas partes,
pero mira para otro lado,
el emperador Constantino se hizo cristiano,
y desde entonces sus asesinos gobiernan el mundo.
todos los ladrones y tiranos 
rezan a aquel revolucionario,
Los mercaderes tenían muchos denarios,
los otros...
 la codicia,
a los pobres, hasta del pesebre desahuciaron
y Dios miró para otro lado. 

siempre hay un Judas,
dispuesto a coger las treinta monedas,
confabulan mercaderes, rabinos y funcionarios,
compran conciencias,
siguen robando a los pobres
con la ley en la mano.
Los mercaderes tenían muchos denarios,
los otros...
 la codicia,
los pobres nada, 
y Dios mira para otro lado. 

  
¿Dónde está el Dios redentor de los pobres?
¿Dónde el carpintero revolucionario?
Desde tiempos de Constantino sus asesinos gobiernan el mundo,
y no es vino lo que se derrama de la tinaja
sino la sangre de los humildes.
De aquel pobre pesebre
solo queda aroma de estiércol de vaca
y de mula estéril,
ahora, en las alcobas de ricos palacios,
cimentados sobre la sangre de los pobres.
Los mercaderes tenían muchos denarios,
os otros...
 la codicia,
y los pobres nada.
Y desde entonces a los pobres, 
hasta del pesebre desahucian
y Dios mira para otro lado. 



©Paco Arenas

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