Brindo por mis miedos,
aquellos que me atenazaron
y llenaron de pena mis ojos.
Sí, esos que me hacían temer a
todo,
que me impedían ver con
esperanza
y se clavaban como silentes
amenazas
los posibles rigores del destino.
Brindo ahora,
que no temo ni a la vencedora
de todas las batallas,
tampoco a lo humano o lo divino,
cuando no creo en las palabras
seductoras
ni en las criticas envidiosas,
y sé que no me esperan en el cielo
y no me quieren en el infierno.
y sé que no me esperan en el cielo
y no me quieren en el infierno.
Mis esperanzas
ya no es alcanzar metas
ni ser el mejor en nada,
no es llegar al final del
camino,
sino solo caminar
sino solo caminar
sabiendo que ella siempre
gana...,
que al menos
no me vea rendido,
no me vea rendido,
ni con la pluma postrada
ante un vil reyezuelo
como sota de la baraja.
Que no me pille con miedo
o con la copa vacía,
que he de beberme hasta el
último sorbo
mirándola a la cara,
sin amargura,
sin amargura,
esgrimiendo mi pluma como una
espada
sonriéndole sin miedos
cara a cara.
©Paco Arenas
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