Las lágrimas quedaron secas,
esperando el regreso
que nunca llegó,
confundidas con la sangre
que el barro absorbió
ante las risas del verdugo.
Es la madre que llora en silencio
amasando el pan
antes de la aurora.
Pan que nunca será blanco
porque está amasado lágrimas de sangre...
¿En qué horno se cocerá su dolor?
¡Dejad a los muertos tranquilos!
gritan los hijos del verdugo,
mientras se desliza la noche del olvido
buscando el horizonte que termina en las cunetas
honrando a quienes apretaron los gatillos.
Entre susurros escucho el nombre de los muertos
ensordeciendo como si fueran golpes de martillos
mis sentidos.
Tal vez, podría ser,
Un día me olvide del nombre de mis hijos…
¿Debería olvidar el nombre de mis padres?
¿Derramar el olvido sobre la memoria?
Es la sangre de España
la que grita desde las cunetas
contra el olvido,
son las cuencas deshabitadas
las que esperan el brillo de los ojos,
son los brazos que se quedaron esperando el abrazo,
los labios a los que no llego el beso,
es la tierra empapada
la que espera germinar la semilla,
la que grita desde el olvido…
¡Verdad, Justicia y Reparación!
©Paco Arenas
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