jueves, 16 de enero de 2014

Soneto a Cuenca (Federico García Lorca)

Federico García Lorca también escribió un poema a nuestra tierra, concretamente a La Ciudad encantada, se trata de unos sonetos bastantes desconocidos, El poeta pregunta a su amor por la Ciudad Encantada de Cuenca", ocupa el séptimo lugar de la colección publicada por ABC y fue compuesto por Lorca en 1935, escribiéndolo a mano en papel con membrete del Hotel Victoria de Valencia.
El poema es una pequeña joya que ofrece una especial singularidad, ya que, junto a ese amoroso sentimiento que manifiesta el poeta, aparece una descripción muy lírica de un paraje muy concreto, el de la Ciudad Encantada.

En forma de largas preguntas cuyo tono recuerda al de una carta, Lorca nos presenta esa dualidad, tan fundida y tan compacta, que llega a no parecer tal dualidad: paisaje y amor; naturaleza y sentimiento. La organización en el texto es perfecta: al primer elemento (más objetivo) corresponden los dos cuartetos; al segundo (más subjetivo), los dos tercetos. No obstante, son continuas las referencias líricas que pasan de la primera a la segunda parte y viceversa.


García Lorca a Cuenca Lorca visitó Cuenca en abril de 1932, en plena Semana Santa.  En dicho viaje (que Lorca realizó en compañía de Rafael Martínez Nadal y del diplomático chileno Carlos Morla Lynch), no visitaron la Ciudad Encantada. La descripción del mismo que hace Morla           así lo certifica, al tiempo que no incluye ninguna referencia a un conocimiento anterior de la ciudad ni del paraje por parte de Federico. Aunque los tres amigos pretendían visitar Salamanca, decidieron en el último momento (Miércoles Santo, abril de 1932) viajar en autobús a Cuenca ("...La ciudad enclavada en la Sierra a plomo sobre el Júcar", la describió el propio Morla). Se instalaron en el hotel Iberia y enseguida se fueron a la Plaza Mayor, en donde, con un cirio en la mano, se incorporaron a la procesión tras el paso de la Virgen de la Amargura. Al día siguiente, Jueves Santo, fueron a Palomera; al regresar a Cuenca pasearon y entraron a varias iglesias, presenciando por último el desfile procesional de ese día. 



Cuenca, la Ciudad Encantada de Cuenca, en el caso de Lorca, y los ríos que enmarcan la ciudad, el Júcar y el Huécar, en el caso de Gerardo Diego, son más universales gracias a estos dos poetas, uno granadino y otro cántabro, que supieron transmitir con indudable maestría literaria y no poca belleza –con la ciudad y los ríos conquenses como protagonistas- un puñado de sensaciones y algún que otro sentimiento.


¿Te gustó la ciudad que gota a gota
labró el agua en el centro de los pinos?
¿Viste sueños y rostros y caminos
y muros de dolor que el aire azota?

¿Viste la grieta azul de luna rota
que el Júcar moja de cristal y trinos?
¿Han besado tus dedos los espinos
que coronan de amor piedra remota?

¿Te acordaste de mí cuando subías
al silencio que sufre la serpiente
prisionera de grillos y umbrías?

¿No viste por el aire transparente
una dalia de penas y alegrías
que te mandó mi corazón caliente?


Fuente del texto: El desván de mis libros

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