Serie:
Lágrimas secas.
Para evitar que los políticos populistas de derecha se vean obligados a viajar a Venezuela a pelar cebollas. En España también pueden llorar.
Lágrimas secas.
Para evitar que los políticos populistas de derecha se vean obligados a viajar a Venezuela a pelar cebollas. En España también pueden llorar.
Alba es una cajera del súper,
tiene apenas veintinueve años, a punto de cumplir los treinta. Está casada y
separada al mismo tiempo. Alba tiene la carrera de Magisterio y la de profesora
de lengua española, ambas conseguidas con muy buena calificación. No obstante,
desde hace más de dos años trabaja de cajera de un supermercado por 740 € al
mes, incluidos incentivos voluntarios de la empresa, a la cual la ley de 2012
le permitiría pagar el 85 por ciento del SMI, todavía menos de lo que cobra.
Porque Alba tiene un contrato de formación, es decir de aprendiz, ella que es
maestra por partida doble. Sabe que cuando termine el periodo del contrato, o
ya no pueda estar como aprendiz, la despedirá su jefe. Porque su jefe lo tiene claro y así lo lleva
haciendo desde que este chollo lo puso en marcha el Gobierno. Lo es lo mismo pagar 600 euros y ahorrarse la
Seguridad Social, que solo de la Seguridad Social deba pagar casi eso, y 1200 €
de sueldo. Las empresas solo quieren menores de 29 o con minusvalías iguales o
superiores al 33%.
Trabaja de lunes a sábado, y
hasta el cambio de gobierno autonómico, muchos domingos. Para acudir al trabajo
realiza todos los días más de ochenta kilómetros, de ida y vuelta. No porque le
guste conducir, sino porque no ha encontrado nada más cerca y lo necesita.
Tiene una hija de dos años, que
apenas ve. Unas veces está la chiquilla con su suegra y otras con su madre, en
un pequeño pueblo de La Mancha. Si el trabajo no lo impide va con su marido
algunos domingos a verla. Tampoco todos, porque tienen que pagar la hipoteca del
piso donde viven, y con lo que gana ella, no tienen ni para gasolina.
Jorge es el marido de Alba, nacieron
mismo pueblo de La Mancha, estudiaron juntos en la misma Universidad, ambos
encontraron trabajo en el mismo Instituto de Secundaria del Este de la
provincia de Cuenca. Eran felices y parecía, a pesar de lo difícil que resulta
que en poco tiempo tendrían plaza fija. De un brochazo el gobierno regional de
Dolores de Cospedal comenzó a cerrar escuelas rurales y recortar en educación y
despedir a miles de docentes. Ella fue despedida, él está para cubrir bajas. Hay temporadas que trabaja dos meses seguidos,
y meses que trabajar menos de una semana. En el último año, se cubren más bajas
y prácticamente trabaja casi todas las semanas.
No todos los días puede viajar a
dormir con Alba, en ocasiones solicita permiso para quedarse a dormir en el
gimnasio del Instituto donde en esos momentos esté trabajando, porque esas
bajas a cubrir, pueden estar a bastante más de cien kilómetros. Días que compra
una barra de pan y un sobre de fiambre y con eso pasa el día, tienen que pagar
la hipoteca y ya han fallado tres letras, a pesar de que sus padres y suegros
ya les han pagado alguna mensualidad, y tienen a la niña, que no la mantienen
ellos, pero sueñan con que un día la puedan disfrutar. Saben que están
avisados, a la mínima se pueden quedar son casa. También sin hija, ya que no
tienen ingresos para mantenerla. Eso les dijeron, cuando fueron detenidos en
una manifestación en favor de la enseñanza pública celebrada en Toledo.
Las noches que duermen juntos, en
ocasiones hace el amor como desesperados, otras, sin necesidad de pelar
cebollas, se hinchan a llorar, y después hacen también el amor. En las penas y las necesidades se aman como
se amaron en las alegrías, trabajaban y duermen todas las noches que pueden en
el mismo colchón, también para relajarse y poder dormir.
Piensan que como todo siga así,
llegará el día, que la Policía con una orden judicial entrará en su casa para robársela
en nombre de la ley. Otras noches,
quieren soñar que todo cambiará, leyes, gobierno y suerte. Entonces trabajarán
juntos, todas las noches se darán el beso de buenas noches, y todas las noches podrán
besar y contarle un cuento a su hija. Sueñan y se emocionan pensando que se
despertaran junto a ella, escuchando su risa todas las mañanas.
De momento tendrán que esperar
para ver si Jorge sale del coma en que se encuentra por culpa de un accidente
de tráfico. A ella ya le han dicho que en tres meses se le termina el contrato
de formación y que tal vez sería bueno que renuncie a cumplir esos tres meses,
para estar con su marido, por si ocurre lo que está dentro de lo posible.
Cuando pasen estos tres meses, podría ser que Alba, además de no tener ya
trabajó, se encontrase sin su amor y sin su casa.
Mientras otros se van a Venezuela
a pelar cebollas y llorar lágrimas de cocodrilo.
Gracias A.M. por regalarme esta
historia y animarme a seguir escribiendo.
©Paco Arenas. Todos los derechos
reservados.
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