Ahora un paquete de Fortuna
cuesta 4,45€ (775 pesetas al cambio). Sin embargo allá por 1989, el paquete de Fortuna
costaba 110 pesetas (0,66 €) Subidón, subidón, y casi todo impuestos. Ese era el precio en los estancos, mientras
que en los bares y quioscos el precio se incrementaba en 15 pesetas[1]
(0,09€), total 125 pesetas.
Las viejas
máquinas de tabaco no eran tan sofisticadas como las de ahora, simplemente
marcaban la hora y cuando introducías las monedas marcaban el importe que
metías. Además resultaba muy fácil engañarlas, resultaba frecuente encontrarte alguna
moneda de 500 pesetas enganchada a un hilo, que de tanto estirar se les había
roto: a pesar de romperse el hilo, el espabilado se llevaba el tabaco y el
cambio, si no se rompía, también las quinientas pesetas; con lo cual en no pocas ocasiones, la poca ganancia que daba la venta de tabaco se iba
prendida de un hilo. A pesar de todo resultaba más rentable que si vendías el
tabaco en barra, que al apuntarlo en cuentas diferentes, muchas veces se te
olvidaba o hacía subir la cuenta. Resultaba muy frecuente eso de:
— ¿Quinientas pesetas[2]
por almorzar? ¿No te has equivocado?
Y es que claro, se
podría dar el caso que llevase también un paquete de Malboro, que costaba más
de doscientas pesetas.
A pesar de las monedas con hilo
de nailon, las monedas de plomo, lo más curioso que me paso con el tabaco fue
cuando un vecino de nuestro barrio entro a las 00:25 horas de la noche, las
doce y veinticinco de toda la vida. El hombre no llevaba sed, aunque no la
había saciado en el Bar Arenas. Estábamos ya cerrando, pero nos pidió permiso
para sacar tabaco y tomar una última copa. Le servimos la copa y le dimos el
cambio para tabaco. Como no teníamos otra
cosa que hacer esperamos a que sacase el tabaco, la copa se la había bebido de
un trago. Veo que echa el dinero aprieta y la maquina lo devuelve, así hasta
tres veces, como tenía prisa por pillar la cama. Le pregunté que si qué le
pasaba:
—Pues mira, ves, veinticinco
pesetas, echo veinte duros[3]
y…—dijo el hombre en el preciso instante que el display
pasaba de 25 a 26. El hombre se quedó
sin saber que decir, más cuando le dije:
—El Fortuna se saca con una
moneda de veinte duros y una de cinco duros, no con veinte duros y veinticinco
minutos.
Salió del bar enfado sin sacar
el paquete tabaco siquiera. Dos o tres días después nos reíamos juntos de su
intento de sacar un paquete de Fortuna con cien pesetas y veinticinco minutos.
© Paco Arenas
[1] Esta
comisión se mantuvo inalterable durante todo el tiempo que tuvimos el bar, si
bien al principio representaba algo menos de un 14%, con el tiempo,
representaba sobre un 3%, con lo cual gastar dinero en una máquina de tabaco no
resultaba rentable para los locales.
[2] Tres
euros. Ahora resulta irrisorio, pero entonces era el precio de un menú con
primero, segundo, bebida y postre.
[3] Veinte
duros equivalía a cien pesetas, cada duro cinco pesetas.
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