Es lo que tiene comprar las cosas desmontadas, además con instrucciones deficientes. Con un poco de humor algo parecido me ocurrió cuando fui a la tienda donde había comprado un ventilador que tenía que montar yo, saber cómo, entre otras cosas porque ese ventilador ya había sido montado y encajado una pieza dónde no debía ser encajada. Además perdí el comprobante de compra, en realidad lo guarde también para que no se perdiese, que no hay manera de encontrarlo. En las películas de policías cuando preguntan al sospechoso dónde estuvo tal día y a tal hora de quince días atrás, o quince meses, o quince años, los sospechosos siempre saben dónde estuvieron, con quien y hasta lo que comieron o vestían con todo lujo de detalles, de no ser que seas infanta de España o político corrupto, que en ese caso sufren amnesia como yo y dicen el consabido:
— No lo sé, no lo recuerdo, no me consta, no lo recuerdo.
Si yo tuviese que decir lo que he comí ayer, o qué hice con el comprobante de compra del ventilador comprado hace una semana y de ello dependiera mi libertad, iría a la cárcel con toda seguridad.
Exagerando un poco, con algo de humor, se me ha ocurrido este absurdo teatrillo, que puede llega a ser muy real:
A la cárcel me voy por culpa de un ventilador (Teatrillo)
Esposa: — ¿Qué
hiciste a el domingo entre las siete y las nueve de la tarde?
Marido: —No lo
sé…
Esposa: —En casa
no estabas.
Marido: —No lo
sé, no recuerdo…
Esposa: — ¿Tienes
alguna prueba?
Marido: —No, no
tengo ni prueba ni idea, ni siquiera comprobante de compra.
Esposa: — ¿Pero
estás seguro que fue el domingo?
Marido: —No, fue
el sábado, yo los domingos no salgo a comprar.
Esposa: — ¿Entonces
dónde estabas el domingo?
Marido: —Ni idea.
Esposa: — ¿Acaso
no dijiste: ya que es domingo podríamos cenar en los Cien montaditos?
Marido: —Sí,
recuerdo que esas fueron mis palabras el domingo.
Esposa: — ¿Te das
cuenta de que fue el domingo cuando compraste el ventilador?
Marido: —No lo
sé, no lo recuerdo, no me consta. Solo sé que no compro los domingos…
Esposa: —Ya te
pareces a la infanta…
Marido: —No, yo
soy honrado y siempre he vivido y vivo de mi trabajo.
Esposa: —Pero sí
recuerdas que dijiste: ya que es domingos podríamos cenar en los Cien
Montaditos.
Marido: —Sí,
además estoy seguro que dije esas mismas palabras.
Esposa: —Por
tanto las dijiste el domingo.
Marido: —Así es.
Esposa: — ¿Te das
cuenta cabezón? Fue el domingo cuando compraste el ventilador.
Marido: —No, no
puede ser, no me lo creo. Eso lo dije el domingo, pero el ventilador lo
compramos el sábado a las ocho y media de la tarde.
Esposa: — Ya
vamos recordando algo ¿Cómo lo puedes demostrar?
Marido: —De
ninguna manera, me preguntaste la hora y te dije que eran las ocho y media.
Esposa: — Sí, es
verdad, te pregunté la hora y me dijiste que eran las ocho y media, y yo te
dije que nos daba tiempo a ir a la tienda de animales, mientras tú hacía la
cola para pagar…
Marido: — ¿Te das
cuenta como llevo razón? Eso pasó el sábado…
Esposa: —Mira que
eres cabezón. ¿Entonces, por qué dijiste: ya que es domingos podríamos cenar en
los Cien Montaditos?
Marido: —Porque eso
lo diría el domingo, digo yo…
Esposa: —¿Salimos
el domingo?
Marido: —No lo
sé, no me consta, ni idea.
Esposa: —Yo tengo
la prueba de tus palabras. ¿Tú tienes el comprobante de que lo que dices es
cierto?
Marido: —Si lo
tuviese ya nos habrían cambiado el ventilador…
Dos horas
después:
Esposa: —Ya sé
exactamente cuándo dijiste: ya que es domingos podríamos cenar en los Cien
Montaditos. El domingo.
Marido: —Eso ya
lo sabía yo. Pero yo el domingo no compré el ventilador.
Esposa: —No, el
domingo no compraste el ventilador. Tú nunca compras los domingos, lo compraste
el sábado…
Marido: — ¿Entonces
por qué dije: ya que es domingos podríamos cenar en los Cien Montaditos.
Esposa: —Porque
el domingo fuimos con Carlos y Mariángeles a la playa y dijiste: ya que es
domingos podríamos cenar en los Cien Montaditos. Pero ellos no podían quedarse
y nos fuimos cada uno a nuestra casa.
Marido: — ¿Entonces
caso resuelto? ¿No voy a la cárcel?
Esposa: —Es que
tengo que acordarme yo de todo…Si me hubiese dado el comprobante de compra…
Marido: —Llevas
razón, cariño. La próxima vez te lo doy… (susurrando para que no lo escuche ella) lo habrías perdido tú.
Estas absurdas conversaciones no se tendrían si los domingos
no abriesen los centros comerciales, o sí no guardásemos las cosas para que no se perdiesen...
©Paco Arenas
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