Quisiera
olvidarme
que la
palabra se ahoga
tras los
barrotes,
siendo
viento, lluvia, agua,
la quieren
presa,
con
grilletes y cadenas,
enjaulada
cual jilguero
que tras las
rejas
llora sus
penas.
Quisiera
olvidar todo,
gritar la verdad
sin la
mordaza de la ley violadora
de
libertades,
sin miedo a
sentir
las frías
piedras de la prisión
bajo mis
pies.
No quiero
libertad en simulado, ni en diferido,
Quiero,
amigos míos,
Libertad sin
más apellidos.
Quisiera
olvidarme de todo,
de las
blasfemias simuladas
de
apariencia diferida.
Escupir a la
cara
a quienes se
visten de patriotas
envueltos en
banderas,
su verdadero
nombre:
traidores,
ladrones.
Quisiera
olvidar lo vivido,
cerrar los
ojos y no ver al pobre
lamer sus
heridas,
como un
perro
lame la mano
del amo
aprisiona su
garganta,
que cuando
no le sirve
lo cuelga en
un árbol.
Quisiera
olvidarme de todo,
como si todo
lo vivido fuese un sueño,
que al
despertar se esfumase
envuelto
entre sudadas las sábanas,
después de
hacer el amor.
Olvidar la
amenaza de los miserables,
que hacen de
sus pestilentes calzoncillos,
o bragas,
su bandera,
y desde sus
despachos enmoquetados,
nos mandan a
la guerra.
Quisiera
gritar,
aplastar con
mi pie
los infames parásitos
que chupan
la sangre del pueblo,
que, en
nombre de la libertad, la justicia, la democracia,
nos roban el
pan, la libertad, la justicia, la democracia…
Y lo que es
peor, amigos míos...
La dignidad.
©Paco Arenas
©Diario de
un disidente
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