En estos lluviosos días de otoño
recuerdo a mí padre, su alegría al ver que por fin llovía y su esfuerzo sería
regado con el agua de la vida. Le
recuerdo todas las mañanas abriendo la puerta, incluso antes de echar los
troncos de encina, cepa u oliva al fuego y prender la lumbre, abrir la puerta
de la calle y mira esperanzado al cielo, buscando una nube que anunciase
lluvia, sin encontrarla en la mayoría de los casos.
-
Malo, está raso. – Decía al comprobar que el
negro cielo de antes del amanecer lucia su esplendoroso manto negro de
estrellas.
No es que mi padre no supiese
apreciar la belleza de las estrellas en la noche, que disfrutaba con ellas,
recuerdo señalarme y enseñarme las constelaciones:
-
Mira esa es el "Aguador", esa otra Aries, aquella creo le llaman Pegaso o algo así…
Yo al final siempre terminaba quedándome
con aquellas que estaban todo el año, como la Osa mayor, la Osa menor y
Escorpio y también con Venus, el Lucero del Alba, su prematura muerte provoco
que ya nadie me hablase de las estrellas, aunque siempre al mirar el cielo
buscase e intentase recordar aquellas que él me enseñase. Si mi padre sabía admirar la belleza de los
cielos estrellados de Pinarejo, de Castilla, pero mi padre sabía que si no llovía
las semillas de trigo, cebada o centeno que había esparcido por la tierra seca
de La Mancha no germinarían y eso nunca podía ser bueno. Los campesinos eran
muy vulnerables a los caprichos del oraje. Los años malos, eran los que no
llovía, pues sin lluvia no había cosecha y sin cosecha no había pan ni comida
para los animales…
Después de este otoño seco, sin
lluvias, esta mañana ha amanecido lloviendo y yo me he
sentido como aquel chiquillo que
escuchaba a su padre hablar de las estrellas y de la lluvia dadora de vida y
esperanza y tras los cristales empañados de lluvia he disfrutado como
disfrutaba mi padre cada mañana cuando al abrir la puerta en lugar de decir “está
raso” cerraba la puerta y frotándose las manos con alegría comenzaba a echar la
lumbre, soñando con otra lluvia que no llego a disfrutar y con la que soñó toda
su vida, la lluvia de la libertad, libertad con la que todavía hoy estamos
soñando, pues la libertad es para las personas como la lluvia para el campo,
vida.
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