Llegó desde Castillo de Garcimuñoz, yo no lo sabía, o tal
vez sí, al menos intuía de que Pablo Pérez no era de Pinarejo, nadie en
Pinarejo tenía como apellido, Pérez. Sin
embargo pronto fue un pinarejero. Era
alto , pero de él destacaba más su sonrisa y su tono entre jocoso y serio que
daba la sensación de estar siempre de cachondeo o de buen humor. Era lo que en Pinarejo se le llama un chiquero, le gustaban los críos y los críos le buscábamos a él y a sus polos de sabores. Tal vez por eso tuvo Isidora, varios hijos, todos varones, o tal vez porque intentando que llegase una chiquilla detrás de uno llegaba otro.
El oficio hace al maestro y Pablo, “El Correo”, llego a ser un auténtico
maestro a la hora de interpretar o mejor, descifrar a quien iban destinadas las
cartas que repartía, por estar escritas por manos trabajadoras,
campesinas que
antes de levantar cinco palmos del suelo estaban acostumbradas a trabajar y
servir a esta tierra desagradecida del sur de Castilla, de La Mancha, y que tal vez a ratos perdido o con mucha
dificultad habían ido a la escuela a aprender a leer y hacer las cuatro reglas
y antes de aprender a escribir, estaban arando la tierra, sembrando ajos,
cogiendo aceituna…
Eran tiempos en que los pinarejeros nos hicimos ibicencos y
las cartas era las hojas desprendidas de nuestras añoranzas que Pablo repartía
y en muchas ocasiones debía leer, más de una vez intentando adivinar las palabras escritas, porque el remitente no
sabía escribir y el destinatario no sabía leer.
Era común también que en lugar del apellido fuese el mote, o solo el
nombre sin la calle, pero las cartas llegaban a su destino, las repartía “El
Correo”.
A Pablo Pérez, “El Correo”
Leer surcos torcidos,
de quien la besana era su cuaderno,
desde el alba al crepúsculo.
Adivinar la intención del remitente,
el nombre el apellido y el mote,
era su labor.
Baja por la calle Nueva,
Sube por la calle Tercia,
De arriba abajo, de abajo arriba.
¿Traes carta de Ibiza?
¿Es para mí? Gracias Pablo.
Manos temblorosas cogen la carta…
Los arados olvidados
labran otras besanas
bajo otras estrellas;
Buscan horizontes sembrados de asfalto,
escriben cartas De surcos torcidos
Que solo Pablo entiende.
Poema incluido en el libro :
Las abarcas del campesino analfabeto que soñó ser poeta
Poema incluido en el libro :
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