Estoy desaparecido.
Como si me hubiese bajado del mundo
sin pagar peaje.
Días escondido en mis
pensamientos,
caminando en una senda de celulosa rayada,
escuchando una tormenta
silenciosa
con olor a tinta de boli azul,
comprado con rapidez en los
chinos del barrio, ¿ chino?
Tal vez el borrico rebuzna
porque no tiene otra cosa mejor que hacer,
porque no tiene otra cosa mejor que hacer,
o sí.
Seguro que una borrica en
celo
le espera con el sexo anhelante.
le espera con el sexo anhelante.
Pero yo, aquí.
En la habitación triste del
hospital,
donde no se puede gritar,
ni siquiera rebuznar.
ni siquiera rebuznar.
Por tanto a falta de sexo,
de poder rebuznar
de poder rebuznar
y de preferir la televisión
apagada, escribo.
Amigos, nada necesito,
sólo esperar a que la aguja
se enhebre
y pasando por el occipital
perfore violentamente el cerebro
y este deje de vaguear,
y este deje de vaguear,
para comenzar intentar que
este borrico,
ya que no puede rebuznar,
al menos escriba...
ya que no puede rebuznar,
al menos escriba...
©Paco Arenas
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