Esta mañana de madrugada, unos
minutos antes de las cinco, cuando todavía los funcionarios del ayuntamiento no
habían comenzado la ardua tarea de poner las calles, y con los primeros
viandantes caminando por las aceras con la espalda arrimada a las paredes para
no caer al abismo de la desesperación que supone la eterna queja de protestar
contra las autoridades municipales por no poner barandillas en los bordillos de
las aceras...
Desde la ventana los veía pasar,
algunos que llevaban más prisa de lo habitual, resbalaban, estaba lloviendo, y
caían al precipicio de ciento cuarenta caracteres. Nunca pensaron que la acción
inocente de escribir una opinión, una broma o un chiste, fuese a molestar al
censor y precipitase su caída en el abismo. ¿Me pregunto cómo saben quién ha
sido el osado y el modo de seleccionarlos para que sean ellos quienes resbalen
de la acera antes de poner las calles? Cierto es que alegan las autoridades
razones de higiene democrática, tan, a mi parecer, absurda labor de retirar con
el toque de queda las calles, obligando a los viandantes a caminar por esas estrechas
aceras, sin barandillas en los bordillos, que al menor desliz, vas al
precipicio. Claro, ellos tienen su
lógica, diferente a la mía.
Yo que no quise caer en la
tentación de los ciento cuarenta caracteres, me falta ingenio y que sé que
estoy en la lista de las autoridades, no quise mirar por la ventana, y para
evitar la tentación de criticar las actuaciones de los gobernantes, decidí
pensar en mi padre, en su eterna sonrisa. Escribí un largo texto, lleno de
ternura y añoranza. Cuando llegaba al
final, por culpa de los funcionarios del ayuntamiento que se habían demorado en
poner las calles. Por culpa de los ciudadanos que no habían protestado por la
ausencia de barandillas en las aceras que les librarse de la desesperación de
las nuevas tecnologías. Cuando la emoción del recuerdo de Fermín Martinez (Fermín
Arenas) me llenaba de emoción el corazón, me sale un letrero diciendo:
Facebook dejó de funcionar. Inflación de la norma de circulación:
"Espere", "Cancelar” Si lo prefiere caer al abismo de la
desesperación.
Ciento treinta y nueve
caracteres, me quedaba uno para protestar. Como no fui capaz de hacerlo, todas
las palabras que había derramado en la pantalla desaparecieron, cayendo por el
abismo de la desesperación, por culpa de los funcionarios del ayuntamiento por
retrasarse en poner las calles. Por culpa de nosotros por no pedir barandillas
en los bordillos de las aceras.
Aquel día había huelga de obreros
de calzada, y no ponían las calles. Como pude, agarrándome a las palabras a las
ventanas, y puertas, sabiendo que estaba señalado por el dedo inquisidor, me
presente en el ayuntamiento. Dirigiéndome a la Ventanilla Única Reclamaciones, aquella en la cual los ciudadanos
protestan por las actuaciones municipales. Protesté con contundencia, siendo atendido por
una vetusta funcionaría con un pin de Falange en el pecho. Tras exponerles mis
argumentos y razones, muy digna contestó:
—Esto con Franco no pasaba.
—Yo sólo quería recordar a mi
padre…
Me miró de soslayo, con cierto desdén
irónico.
— ¿Está seguro?
Llevaba razón, no era eso lo que
me había llevado a arriesgarme a caer por el abismo de la desesperación, yendo
al ayuntamiento. En realidad y ella lo sabía, fui a protestar, por el retraso
en poner las calles por parte de los funcionarios municipales, por la ausencia
de barandillas en los bordillos de la acera…
Muy seca me cortó, quitándole la palabra, por suerte no había leído mi
mente, pero si lo que yo había escrito:
—Hubiese ido directamente a la
cárcel, por escribir lo que ha escrito sobre su Majestad y su primer ministro,
con la ley mordaza no se juega, le hemos borrado lo escrito, la próxima vez
resucitaremos al Caudillo.
—Si yo sólo quería hablar de mi
padre... —insistí sin mucha fuerza.
—La excusa que ponéis todos. Habláis
de vuestro padre, de las historias que os contaban, que si Alfonso XIII fue un
ladrón, que si manchó los calzoncillos antes de llegar a Cartagena. Y al final, termináis hablando de su hijo, que
se ofreció a Franco para venir a matar españoles, después recordáis al nieto, y
actual rey emérito, y por último terminaría metiéndose con el actual rey, lo
cual está penado con cuatro años de cárcel por lesa Majestad...
Diréis que fue una pesadilla, un mal sueño; pero allí estaba el padre
ideológico del tirano, levantando la losa del Valle de los Caídos, dando orden es
de encarcelar a todo aquel que se plantee negarle el derecho a tapar la boca de
todos con un bozal, ya fuese con ciento cuarenta caracteres o más, vigilando
hasta el pensamiento.
Así que resignado salí de las
dependencias municipales procurando arrimarme a la pared, porque curiosamente
ya estaban puestas, en el abismo se podían ver los funcionarios municipales
representando el Guernica, gritando desesperados que ya no volverían a hacer
huelga. Las calles ya habían sido
puestas, pero continuaban siendo peligrosas. El Gran Hermano con sus potentes sensores podía
escuchar tus pensamientos y tú ir a la cárcel o caer por el abismo. Igual que
aquel que se le ocurrió hacer un chiste en Facebook sobre bombardear la tumba
de quien designó con su dictatorial dedo al rey de los españoles de arriba.
Una legión de sumisos vasallos
iban colocando nuevas calles y detectores de pensamientos y otros comenzaban a
prepararse para quitarlas al llegar la noche, colocando con escaleras
extensibles en todas las ventanas los detectores de ideas. Y todos los vasallos aceptaron, porque tenía
miedo a caminar por la calle Y también a caminar por las aceras sin barandillas
que los protegiesen de caer en el abismo de la esperanza y de los sueños por
cumplir.
Yo, empeñado en caminar por las
calles de la libertad sin barandillas que me protegiesen del vértigo que supone
ser libre, caminaba con un teclado negro, disparando palabras a troche y moche,
contra todo aquel que se acercaba a mí…
Estaba llegando al palacio del
tirano, cuando desperté de la pesadilla, el teclado estaba destrozado, sin una
sola tecla que apretar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario