Desde mi jardín descuidado,
Irracional, anárquico
y florido,
puedo ver la luna a
través de las hojas del olivo,
que nunca dio
aceitunas.
Tal vez, digo yo,
porque le aterroriza
el siniestro ciprés
que extiende su
sombra vertical
sobre él, cual
guadaña amenazante.
Sin embargo, el ciprés
todos los años se
prepara para ir de boda,
y le entra pánico el
olor a cementerios,
y termina enredándose
con el jazmín,
que engaña a unos y
otros buscando el fornicio,
a pesar de su
aparente pureza
y embriagador
perfume,
es un díscolo
abusador,
Abraza y susurra, con
sus pecadoras lengua,
Cada una de sus hojas
se transforma en beso.
Si le dejas.
Con su pura apariencia
gana la confianza de
arbustos y árboles,
cual anaconda de las
selvas amazónicas,
envuelve y abraza a todos,
besando troncos , raíces, y ramas,
muslos, sexos y hasta
absorbiendo la savia de los pezones.
El jazmín, malvado
amante,
va tragando todo lo
que tiene cerca,
hasta con el limonero
lo intentó.
Con quien no se
atreve,
en el fondo es un
cobarde,
que abusa de su
belleza y embriaga con su aroma,
es con la buganvilla
que se viste de fiesta para ir a bailar
y repartir
"pinchitos" al personal.
Si se descuida es
ella,la buganvilla,
quien tumbe al ciprés…
quien tumbe al ciprés…
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