miércoles, 26 de julio de 2017

Bib-Rambla (El silencio habitado de las casas) Reseña


En Bib-Rambla, Antonio Andújar deja entrever su fascinación por el mundo árabe, que se manifiesta de manera clara en su segunda novela, "La vida partida en dos", y sobre todo en la tercera. "Estrellas y cedros sobre fondo blanco" 

Bib-Rambla El silencio habitado de las casas, la novela de Antonio Andújar Castro es sin lugar a duda es una de las novelas que más me han atrapado, de cuantas he leído en los últimos años.  Siento envidia, que nunca es sana, de cómo trabaja el autor los personajes, sobre todo los femeninos, dejando ver su profesión, psicólogo. Los retratos psíquicos de Raquel y Estela resultan insuperables. Cualquiera podría pensar que no adentramos en una novela complicada de leer, cargada de tics profesionales y complicados, al contrario, ahí está la destreza del escritor para contraponerse a la profesionalidad del profesional.
La novela resulta ágil y amena, a pesar de sus casi seiscientas páginas, atrapando desde el principio en una historia narrada en tiempos y lugares diferentes manteniendo la tensión y emoción hasta el final, haciéndonos viajar y pasear por las calles de Granada a través de los laberintos emocionales de sus protagonistas.
Muchas gracias Antonio por esta novela, que al igual que La vida partida en dos, me ha hecho vibrar como lector.
Espero volver a verte pronto. Quizás el próximo mes de septiembre en Bib-Rambla, o tal vez por las calles del barrio del Carmen de Valencia.


Paco Arenas 

jueves, 20 de julio de 2017

El viejo, el nieto y el borrico

Este cuento, es universal, pero a mí me lo contaban de pequeño, y yo lo he readaptado a mi estilo manchego.  

En los tiempos de María Castaña un abuelo decidió llevar a su nieto de diez años a la feria de Belmonte, como iban los dos solos, decidieron irse con un viejo borrico que tenía el anciano, no era cuestión de llevar dos mulas y un carro, que el trabajo da hambre y la comida no sobraba ni para las mulas. Al llegar a Villar de la Encina, el borrico llevaba la lengua de fuera. El anciano sacó la conclusión que era mucho peso para el pobre animal, así que, por aligerar la carga al borrico, el viejo decidió ir andando, dejando al chiquillo subido en el pollino.  Como era verano y tenían sed, se acercaron al pozo para dar de beber agua al borrico y de paso beber ellos. Entonces escucharon cuchichear a un grupo de gentes que allí se encontraban:
—Tendrá poca vergüenza el chiquillo, que tiene todos los hijos dentro del cuerpo y va montado en el borrico, mientras que el pobre viejo, que tendrá las piernas desechas por la artrosis, le toca ir andando. Poca vergüenza hay que tener.
— El mundo está perdido, ya no se respetan las canas, un par de guantazos es lo que necesita el criajo ese… —Aseveraba un segundo.
El abuelo, que se encontraba cansado pensó que los comentarios eran razonables. Así que al iniciar de nuevo el camino decidió que fuese su nieto andando y el caballero en el asno. En estas llegaron a Villaescusa de Haro, cruzándose con una pareja de muleros que regresaban de Belmonte después de haber vendido y comprado mulas en la feria.  Como es habitual en la Mancha, al cruzarse con ellos se saludaron a pesar de no conocerse.
— Vaya con Dios, hermano.[1]¿Va cómodo usted?
— No voy mal, esa es la verdad —respondió el abuelo.
— Pues nada, a la feria…
Apenas se alejaron de ellos unos pasos, el abuelo escuchó cuchicheos entre los muleros, en esta ocasión contra su persona.
—Mira el sinvergüenza del viejo, con lo fuerte que parece, y lleva a la criatura andando, con lo delgaducho que esta, pobrecillo. ¿Qué pensaría la madre si lo viese? —Dijo uno.
— Como si no pudiesen ir montados los dos en el borrico.
El abuelo se dio cuenta de que, en efecto, el borrico podría bien aguantar el peso de los dos. Miró a su nieto y vio que el pobre se veía fatigado por el cansancio y el calor, y caminaba arrastrando los pies y con las manos colgando. Así que continuaron hasta Belmonte los dos subidos en el borrico.   A una legua de Belmonte se cruzaron con unos cabreros que habían parado a la sombra de uno pinos junto al camino para ordeñar a las cabras, a los cuales también saludaron.   Les echaron el alto, y se acercaron con un cubo que tenía un poco de leche, pensaron que sería para el chiquillo que se relamía de pensarlo, pero los cabreros se la acercaron al borrico, que en un abrir y cerrar de ojos, de dos lengüetazos se la sorbió.
— Pobre animal, ¿nos les da vergüenza? Los dos subidos en el borrico, con la calina que está cayendo, pobrecico. Lo van a reventar, esto solo pasa en España, no hay miramiento por los pobres animales…
Todavía fueron a por más leche, que también dieron al borrico, el cual se tomó la leche ante la envidia del chiquillo. Nieto y el abuelo, avergonzados, bajaron del borrico y continuaron los tres andando hasta Belmonte, uno al lado del otro. Entrando en Belmonte se encontraron con unos Pinarejeros que volvían de regreso. También se pararon a saludarlos, hablaron de la feria y de lo que en ella había, y al despedirse, el abuelo y el nieto escucharon de nuevo cuchicheos los paisanos.
—Siempre he dicho que a Zacarias le falta un verano, y eso que tiene muchos. Será corto, que vienen andando desde el pueblo, teniendo un borrico al que subir —dijo uno.
—Desde luego, con lo viejo que está, si por lo menos subiese él, el chiquillo al fin y al cabo tiene buenas piernas —respondió otro.
—Para eso que suba el chiquillo, que está en los huesecitos, pobrecico mío.  Sentenció un tercero.
— Como si no pudiesen ir los dos montados —añadió un cuarto.
— Pobre animal, mejor que vayan andando —agrego el quinto.

Moraleja: Nunca pretendamos complacer a todos, siempre habrá quien nos critique cuando hayamos decidido hacer algo de algún modo o forma, si vamos modificando nuestras decisiones siguiendo la opinión de cada uno que nos encontremos, no llegaremos a ninguna parte, ni a la feria de Belmonte, ni a la de Albacete. No cometamos los errores de los demás, somos autosuficientes para ser capaces de cometer los propios.





[1] En algunas partes de La Mancha, a las personas mayores les llamamos hermanos.

©Aroma a espliego con esencia de azafrán (Relatos narrados a la luz de la lumbre)
©Paco Arenas :Adaptación "El viejo, el nieto y el borrico"

martes, 11 de julio de 2017

Jornadas manriqueñas de Posada Real de Santa María, uno de los días más emotivos de mi vida

Paz Risueño (Participación Rural Viva) Mi Dulcinea favorita.
Hace dos años justos, durante unas horas viví uno de los momentos más intensos de mi vida, fue mi primera presentación en mi tierra, a cinco kilómetros de Pinarejo, en Santa María del Campo Rus.
Momentos que no hubiesen sido posible si mi Dulcinea favorita, Paz Risueño y la organización cultural que sabiamente dirige: Participación Rural Viva.

 Mi librera favorita, Carmen Herrera, (Librería El Tintero de San Clemente) la más simpática dispensadora de libros de todo el sur de Castilla, y de la Mancha entera, la Pitu, Carmen Herrera.


El patrocinador del evento fue Julián García, el mesonero mayor de Castilla, y el posadero más atrevido de la Mancha, capaz de ir a tierras valencianas y ganar por dos veces el primer premio a la mejor paella valenciana, Julián García García, que es además de excelente cocinero, mesonero, activista cultural, organizador de eventos culturales, como las Jornadas Manriqueña, que ya va por su tercera edición, yo tuve el honor de participar en la primera, ni más ni menos que en La Posada Real de Santa María, para quien se le haya escapado, donde se come la mejor paella de España.

Ese día también conocí a personas que me llegaron al alma, y que tengo el honor de conservar su amistad, como por ejemplo, mi amigo José Manuel Parreño Collado, una de las personas más admirables y generosas que puedes encontrar en esta vida. Recuerdo A Mariano Navarro Rubio, a Jesus Melero Cana, Polín Gómez, María Dolores, a doña Maruja, mi primera maestra, a su hija, Angus Carretero Martínez, a Julián Brox.  A aquellos tres concejales del ayuntamiento de San Clemente, que soy incapaz de recordar, aunque creo que una de ellas era Charo Sevillano, también un chaval joven, y que me perdonen mi mala memoria.

No olvidaré a aquellas dos bellas muchachas universitarias, que, ante la duda, no digo su nombre, que se acercaron con sus libros en la mano y me hicieron por primera vez, una de las dos preguntas que después me han hecho muchas personas.  Me preguntaron por el Vicerrector de la Facultad de Filología, grado de Lengua y Literatura Castellana de Cuenca:

—Estudiamos en Cuenca, y tenemos una duda. ¿En realidad quién es el Vicerrector que sale en el libro?

Me quedé dudando, era la primera vez me preguntaban eso, ante mi turbación por lo inesperado de la pregunta, insistieron:

—Lo hemos buscado en internet, hemos preguntado a compañeros, y nadie conoce a ningún profesor con ese nombre…

Debo decir que en la primera y en la segunda edición el Vicerrector tenía nombre, duendes que siempre hay, en la cuarta volverá a tenerlo, porque además el nombre da juego, sin duda, en la cuarta volverá a tenerlo, el nombre era don Bartolomé López Quesada. Para quienes han leído la novela saben de la mucha importancia del segundo apellido.


Tampoco puedo, ni debo olvidar a mi hermana, mi cuñado y sobrina, y a todos mis paisanos que allí acudieron.  Y que fue la primera vez que salía en un periódico de mi tierra.




jueves, 6 de julio de 2017

Venus y el despertar de los dormidos e indiferentes (una reflexión mitológica)


Marte desarmado por Venus y las Gracias es una pintura de Jacques-Louis David, 
Cuenta una leyenda romana que Cloacina, más conocida como Venus, se bañaba junto con las tres Gracias en la Cloaca Máxima de Roma, cerca de fuente Acidalia de Orcómeno, con lo cual aguas mayores y menores eran purificadas gracias su presencia, las cuales eran transformadas en el agua más cristalina y pura del mundo antiguo. A la vez, Venus, con la ayuda de las Gracias y Cupido, despertaba a los ciudadanos el deseo del goce sexual, pero también el ansia por el saber, para a través del conocimiento y el placer supiesen llegar a ser ciudadanos libres, prósperos y felices, capaces de no sentir indiferencia ante cuanto ocurriese a su alrededor, ya que Venus con la ayuda de las tres gracias y Cupido concedían y encendían en sus fieles tanto el amor físico como a todos los seres de la naturaleza. Venus y sus seguidores conocían la importancia del saber para así librar al mundo entero de las tiranías y las guerras a través de la sabiduría y la palabra, algo a lo que se oponía el dios Marte, dios de la guerra y protector de los tiranos.

Gobernaba entonces Roma un tirano de nombre desconocido, pues Venus decidió que los tiranos debían ser olvidados de la memoria de la historia. El tirano en cuestión, inspirado por Marte, era conocedor del miedo que inspiraba su presencia, y que cuanto mayor fuese el miedo de los romanos, mayor sería su poder, así que por las noches mandaba que las arpías[1] entrasen en las casas y se llevaba a capricho a todos aquellos que necesitasen para alimentar los descendientes de Ortos[2] y Cerbero[3].  El pueblo de Roma era consciente de que estaba gobernado por un cruel tirano, pero sentía un pavor impresionante a las arpías y a los descendientes de Ortos y Cerbero, lo cual les inmovilizaba.

Venus, a pesar de todo, no quiso dejar abandonada a Roma. Fue por lo que fueron a la ciudad y se metieron en la Cloaca Máxima, donde las arpías tenían también su residencia. Sin embargo, el poder de Venus era superior al de arpías y perros, pero necesitaba la ayuda de los romanos, que como sumisos súbditos permanecían dormidos e indiferentes mientras que no les tocase a ellos.  A los dormidos les molestaba la música de las risas de Venus y las Gracias, rompían las flechas de Cupido, abominaban del conocimiento, del compromiso y la verdad, querían continuar dormidos; aunque dormir fuese una pesadilla. No querían despertar porque sabían que cada día echarían en falta alguno de sus seres queridos, por haberlos secuestrado las arpías y habérselos comido los perros del tirano. Eran conscientes de que servían de alimento para los perros y bestias, también, de que sus posesiones, una vez devorados, pasaban directamente al rey de Roma.  Algunos recordaban el pavor que les produzco el primer desaparecido, el segundo también les alarmó, con el tercero, incluso, algunos se preguntaron: ¿Cuándo terminará este suplicio?

Con el tiempo las bestias del tirano eran más fuertes y numerosas, y ya no se conformaban con secuestrar a los dormidos, sino que los devoraban directamente en su cama. De nuevo, se alarmaron al abrir los ojos y ver como las bestias devoraban al primero de sus hijos, más cuando después vieron como las arpías traían con ellas buitres, alados como ellas, y dejaban los huesos de sus familiares mondos y lirondos, comiéndose las vísceras ante sus entornados ojos, que abrían para que no se diesen cuenta los sicarios y bestias del tirano y no se los comiesen a ellos, como si después del primero, no fuese el segundo y el tercero. Algunos se rebelaron, seducidos por Venus y las tres Gracias, heridos por Cupido.

 “Esto no se puede tolerar” —gritaban.

Pero fueron muy pocos y de inmediato fueron masacrados y devorados ante los ojos entreabiertos de los dormidos, que nada hicieron por levantarse contra el tirano, a pesar de que, al ser tantos, lo habrían destronado y vencido a las bestias. A pesar también, de que era seguro que terminarían también siendo devorados o esclavizados, como en realidad ya eran de su miedo.

Venus se apiado, a pesar de todo, de aquellos insensibles estúpidos indiferentes, que veían como les asesinaban, les robaban y devoraban a sus hijos, y que solo se alarmaban ante los primeros casos de cada nueva modalidad de despotismo criminal. El tirano, cuando supo de la presencia de la diosa en la Cloaca Máxima, fue más precavido; incluso, instauró la democracia, como en otras polis.  Entonces los adeptos del tirano pasaron a ser demócratas de toda la vida, y hablaban de democracia, y se le llenaba la boca de esa palabra, dándoles la voz a los dormidos, de vez en cuando, para que eligiesen a aquellos que querían que fuesen devorados. Los dormidos, creyeron al tirano y fueron eligiendo a las víctimas, a los diferentes, a los más débiles, a los más ancianos, a los más pobres, en una palabra, colaboraban con el tirano, a pesar de que cada día quedaban menos diferentes, menos débiles, menos ancianos, y más pobres, ya que el tirano, a cambio de esa deferencia les obligaba a pagar altos tributos, con lo cual, cada día eran más pobres, más enclenques y enfermizos.

No obstante, preferían cerrar los ojos ante la evidencia, taparse los oídos para no escuchar la voz de Venus, no oír la música de las tres Gracias, no sentir el picotazo de la flecha de Cupido… Todo con la esperanza de ser los últimos en ser devorados.  Dudo Venus, vio que los romanos le daban la espalda ante la música engañosa de las arpías, y los cantos de sirenas que del Egeo trajo el tirano. Venus y las tres gracias diseñaron una estrategia y se metieron en la Cloaca Máxima de Orcómeno desprovistas de toda tela, con su deslumbrante belleza deslumbraban al mismo sol, comenzando a cantar sin descanso día y noche, haciendo sonar armoniosos instrumentos musicales, que despertaban, como ya he dicho antes, a los dormidos, les hacían abrir los ojos, ser capaces de discernir entre el bien y el mal. En muchos casos lo lograban, algunos incluso se levantaron de su larga siesta para enfrentarse al tirano y a sus bestias; aunque, siendo muy pocos y estando desarmados, fueron tachados por radicales e intolerantes, enemigos de la democracia otorgada magnánimamente por el tirano a sus súbditos.  No necesito el tirano mandar a las arpías, ni a los descendientes de Ortos y Cerbero, eliminados y entregados a las bestias por los mismos durmientes.  Al final de aquel primer intento de liberación, quedaron solo los sumisos, y cada vez que Venus y las Gracias pretendían que despertasen, en ocasiones, eran apedreadas.

Los dormidos querían continuar su mal sueño, su mal sucedáneo de democracia vigilada, la pesadilla de todos. Era tal el miedo que sentían hacia un posible cambio, ahora que podían elegir a sus verdugos y algunas de las víctimas de los mismos, tal el temor que les infundía el tirano, que tras la insistente llamada a la conciencia por parte de Venus y las Gracias, armados con c piedras y palos, las emprendieron ellas, fue tanta la rabia de los dormidos contra la diosa y sus compañeras, que quedaron casi muertas, y como muertas las arrojaron a la Cloaca Máxima para que fuesen devoradas por las arpías, pero al tocar la sangre de la diosa el agua, esta, una vez más se purificó.  
Si esa misma fuerza la hubiesen utilizado para luchar contra el tirano, ya estarían liberados —pensó Venus, pero hartas, una mañana se marcharon, cansadas de intentar despertar a quien aspiraba a seguir siendo comida en las fauces del tirano, en lugar de libertos o ciudadanos. Marte había vencido.

Las aguas de la Cloaca Máxima, antes purificadas, poco a poco se transformaron en materia orgánica, la misma materia orgánica pestilente que salía de las entrañas de los habitantes de Roma, los cuales, a falta de otras viandas, gustosos consumían aquellos que prefirieron seguir durmiendo sometidos al tirano.

El aire de Roma se transformó en irrespirable, y cuando los dormidos quisieron darse cuenta, de que morirían ahogados en sus propias heces,  fue demasiado tarde. Algunos hasta llegaron a ver como el tirano se marchó con lo robado a tierras tierras,  mientras la ciudad durante varios años permaneció en la ignorancia más absoluta, sin un solo habitante que pisase sus calles, hasta que por fin el Tíber, terminó de regenerar sus aguas; aunque ya nunca fue igual que cuando se bañaba Venus en compañía de las tres Gracias y Cupido, entonces, el tirano regresó y desde el monte de las Siete Colinas se proclamó líder absoluto de los romanos, el único capaz de resucitar la grandiosa historia de Roma, el salvador de la patria romana, los romanos que habían olvidado su crueldad lo aclamaron como líder supremo y a quienes no habían perdido la memoria, intentaron recordar su pasado, abrieron bibliotecas donde contaban la historia que para que no se volviese a repetir la historia; sin embargo, muertos Ortos y Cerbero, desaparecidas las arpías y olvidados de los dioses, los echaron a los leones bajo la frase extendida por los amnésicos de "nota magis malum quam ad bonum ignotum" (más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer), porque el tirano comprendió que para continuar su reino de terror y saqueo, no había nada mejor que dar al pueblo, un poco de pan y mucho circo "panem et circenses," pan y circo) con el que olvidar el ansia por conocer la verdad y la sed de justicia, y de paso reescribir la historia con escribanos a sueldo que lo coronasen como un líder guerrero y un gran legislador.  La historia continuó bajo una máscara más amable, unas veces, más cruel otras.  

Han pasado miles de años, y la historia la siguen escribiendo los mismos, con las mismas mentiras de siempre, aceptando los pueblos a los tiranos, ahogándose los mismos en sus propias heces, olvidados de su pasado se repite la historia una y otra vez de distintas formas y maneras, sin que los dormidos despierten, para ello, los tiranos y sus partidarios hacen creer a los pueblos que "nota magis malum quam ad bonum ignotum" (más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer), sabiendo que con "panem et circenses," pan y circo) los tendrán entretenidos. 


©Paco Arenas


[1] Seres mitológicos con fuertes garras, alas y hermosos cabellos, que terminaron siendo monstruos  cada vez más sanguinarios y crueles, difusoras de la enfermedad y la suciedad.
[2] Perro de dos cabezas que se enfrentó a Heracles(Hercules), siendo vencido por el semidios.
[3] Hermano de Ortos, pero este con tres cabezas, guardián de la puerta del infierno, para que los muertos no pudiesen salir del inframundo, donde Hades era el dios máximo.
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