domingo, 24 de junio de 2018

Los tesoros de La Ceramo de Benicalap

Todos sabemos que en la Ceramo se se fabricaban de los mejores vidriados de España, al menos eso nos han contado;  pero...¿cuántos los hemos visto?


Plato con el Portalet



Como siempre se ha dicho, La Ceramo fue una joya que fabricaba auténticas de vidriados cerámicos apreciados en todo el mundo.  Hubo un tiempo en que no había persona de prestigio o de dinero, que no es lo mismo, que no tuviese una pieza o varias de las producidas en La Ceramo. Rara era la casa real que en sus palacios no tuviera alguna pieza. Por tanto, para muchos, visitar Valencia y pasarse por la Ceramo era visita obligada.  Por ella pasaron artistas, escritores, también Carmen Collares, solo, que al igual que hacía en las joyerías, tampoco pagaba lo que «generosamente» le regalaban (qué remedio). Por la Ceramo también pasaron princesas de cuento, como la famosa emperatriz de Austria, Sissi. 

De ella salieron ánforas, jarrones y otros vasos alfareros con la técnica llamada de reflejos metálicos, tuvo medallas y galardones de honor en todas cuantas exposiciones se presentó y sus piezas se encuentran en los principales museos del mundo. Todos los edificios emblemáticos de Valencia fueron embellecidos con sus vidriados y reflejos metálicos, como la Estación del Norte, El Mercado Central o el de Colón.  A pesar de todo fue a la ruina y quienes deberían haber velado por ella dejaron que se fuese derrumbando poco a poco, ante la desidia y la indiferencia de las autoridades de turno, a pesar de las reivindicaciones ciudadanas.

Sería conveniente que al mismo tiempo que se recupera el edificio, una parte del mismo se dedicará, aunque solo sea como atracción turística, a volver a producir estas joyas.













lunes, 18 de junio de 2018

Los recuerdos (a ellos, que tanto quisimos y queremos)



Llegan cuando no los esperas
mordiendo el presente 
a bocados, como una manzana,
ocupando todo mi universo,
arrancando cada trozo de mi pasado
crujiendo en la oscuridad,
cuando estoy durmiendo,
despertando, 
dejando entrar por la ventana la claridad
de un tiempo que fue presente,
hace tantos años...
No, no son fantasmas,
ni ángeles colgados de invisibles telarañas,
son heridas que duelen,
o bellas heridas de nostalgia,
que débiles,
se hacen fuertes, 
cual gemido que estalla en llanto
sin culpabilidades
ni falso arrepentimiento,
trayendo sus lágrimas
y sus risas,
haciendo brincar nuestro corazón de gozo,
dibujando la sonrisa en los labios,
no obstante,
también duelen:
ellos ya no están, 
ellos...
siempre estarán.

©Paco Arenas

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