En todas las presentaciones de Los manuscritos de Teresa
Panza, se termina invariablemente hablado del Quijote, no podría ser de otra
manera a pesar de ser una novela independiente de la obra de un gran genio,
como fue Miguel de Cervantes.
Los manuscritos de Teresa Panza, están
supuestamente escritos por una mujer, desde un punto de vista reivindicativo y
en cierto modo feminista, nos termina llevando a esa cualidad que representa la
pastora Marcela, a hablar de ella como prototipo de mujer independiente que
prefiere la libertad y la vida en el monte con sus cabras y ovejas, a pesar de
ser rica, a estar sometida a varón.
Marcela tiene todas
las virtudes que se le exigen a una mujer de la época con creces: Es muy bella,
tanto de rostro como de cuerpo, sus hermosos ojos siempre risueños están
cargados de vitalidad y hablan más que sus hermosos labios. Es hacendosa y capaz, no se amilana ante
ningún desafío, desborda simpatía y siendo alegre es recatada y prudente, y por
si fuese poco muy rica. Grisóstomo se enamora perdidamente de ella y ella no le corresponde, como tampoco a ninguna
de sus pretendientes, pasados ni futuros, por lo cual el joven enamorado
termina suicidándose y todos miran hacía ella como la responsable.