domingo, 28 de junio de 2015

Encuentran unos manuscritos redactados presuntamente por la hija de Sancho Panza


Cuenca 28 de junio de 2015 (Agencias- Redaccióm CLM)

Según noticias llegadas de la Universidad de Cuenca, se ha demostrado pese a las primeras y lógicas dudas iniciales, que los manuscritos encontrados en una cueva del municipio de Pinarejo en la Mancha Conquense son auténticos.  Las pruebas de carbono 14 a las cuales han sido sometidos los manuscritos no ofrecen lugar a dudas tal y conforme aseguraba el autor de la novela. No obstante el autor del hallazgo puede enfrentarse a penas de prisión por suplantación de identidad, al intentar hacer creer a las autoridades universitarias que era una obra original suya, algo que según las pruebas periciales se puede afirmar de manera rotunda que es falso,  de no ser que contase con una edad de cuatrocientos años, pues así lo determinan los investigadores de la Universidad de Cuenca tras ser sometidos los manuscritos presuntamente redactados por Teresa Panza  a la prueba de carbono 14 y a otras pruebas que determinan que sin lugar a dudas fueron escritos hace la friolera de cuatrocientos años, la textura del papel, la tinta utilizada, no dejan lugar a dudas, así como los datos aportados en los manuscritos, imposible que fuesen conocidos por una persona sin formación académica como es quien de manera falsaria se adjudica su autoría y es que hay mucho espabilado que piensa que puede engañar impunemente a los investigadores y la policía no es tonta.

sábado, 27 de junio de 2015

Los manuscritos de Teresa Panza, don Quijote, Silvana y la pregunta del millón (fotos de la presentación)






Se acercaba el día clave, la presentación de mi primera y de momento única novela publicada, los nervios estaban a flor de piel. Así como las semanas previas infinidad de personas me dijeron que iban a asistir, vecinos, amigos, conocidos, a los que había puesto en un compromiso, tú no puedes ir diciéndole a todo el mundo:

—Oye, que me han publicado una novela.

La verdad es que uno se siente estúpido, tal vez, porque yo no estoy acostumbrado a hablar de mí, escribir lo que haga falta. Pero estaba como un chiquillo con zapatos nuevos el día de su comunión. En las redes lo publicité, mandé mensajes privados a gente que aprecio, en definitiva, puse a más de uno en un compromiso, lo cual no está bien. Así que fueron muchos los que me dijeron que intentarían ir y no fueron, lógico y normal.

Me encontraba tan ilusionado como ese chiquillo que siempre había soñado con sacar un diez y nunca paso del cinco. —no es mi caso, aunque nunca saque un diez, no como mi hijo que si no saca un diez se queda en el 9,7. Necesita decírselo a todo el mundo como si fuese la noticia más importante del mundo.

Pronto comenzaron las excusas:

— ¿Qué tal fue? Seguro que bien, yo quería ir, pero me surgió un problema y me resultó imposible.

—No, tranquilo, si es este viernes.

—¿Este viernes?  Ufff. Cuanto lo siento, este viernes tengo una comunión.

Y se quedaban tan panchos, los viernes no hay comuniones.

—Es el cumpleaños, de mi nieto…

Cuando sabías que no tenía hijos, y por tanto más difícil nietos.

—De haberlo sabido antes, pero esta semana tengo que ir al pueblo, sin excusa, se casa un hermano de la mujer, maldita la gracia que me hace ir, ¡pero qué le vamos a hacer?

—¿El viernes? Tenemos reunión de profesores.

—Jo, como estamos con las elecciones, a la próxima, sin falta.

Y multitud de excusas por ese estilo, que yo no digo que fuesen falsas.

Y al tiempo iban llegando la hora de la presentación, llegaban mensajes al móvil y por Facebook avisándome que por una o por otra causa les era imposible asistir, sin que yo ponga en duda las razones, jamás lo haría y menos en estos tiempos que corren.  La cuestión que me habían dicho tantos que no podrían asistir que me veía solo ante una sala vacía, con José Luis Victoria, el editor, la directora de la Casa de la Cultura, mi mujer, mi hijo y mi suegro.

 Pero no, la sala con sus noventa y seis silla, que me dijo la directora de la Casa de la Cultura, que había, se llenó.  Mi viejo procesador mental comenzó a ponerse de nuevo nervioso ante tanta gente, a pesar de los nervios salió todo más o menos bien. La primera intervención fue de Lola, directora de la Casa de la Cultura de Burjassot (a quien estoy muy agradecido, todo fueron facilidades) la cual leyó un texto escrito por mi amigo José Vicente Navarro Rubio.  Después de la intervención de José Luis Victoria me tocó a mí enfrentarme a mi primera presentación con los nervios a flor de piel, había llevado chuletas; pero hubiese sido peor, así que dije lo que se me vino a la cabeza, que ya fue bastante.

Ahora tocaba el turno de preguntas e intervenciones de los asistentes. Para casi todas las eventualidades o preguntas me había preparado, menos para dos, que me pusieron en un compromiso. Tampoco es que hubiese muchas preguntas más, aunque sí, intervenciones. La primera pregunta que me costó responder, la realizó Vicente, un amigo y antiguo vecino de mi barrio de Benicalap, en su pregunta aseguraba que don Quijote era en realidad un plagio del clásico valenciano Tirant lo Blanc (Tirante el Blanco) de Joanot Martorel.   Para responderle hube de hacer un alarde de diplomacia extrema, no quería provocar un conflicto entre Comunidades y Germanías, entre castellanos y valencianos.  Mi respuesta posiblemente no convenció a mi amigo, no puedo admitid ni compartir su afirmación, además de considerar que son dos novelas que no tienen nada que ver, mientras que una ensalza al caballero y es una novela de caballerías, la otra se mofa de esos caballeros, los ridiculiza y pone en evidencia en tono humorístico e ingenioso.  Sin menospreciar la obra de Joanot Martorell, sinceramente creo que está a años luz del Quijote. Estoy obligado y dispuesto a debatirlo con mi amigo ante una cerveza o un café.

Después de las pocas intervenciones que hubo una mano se levantó de por las últimas filas, era una mano infantil, la de Silvana, con una pregunta de difícil respuesta, para la que no estaba preparado:

—     ¿Era don Quijote guapo?

Entonces me imaginé a don Quijote como un costal de huesos, con una palangana en la cabeza, los ojos idos, extraviado en el tiempo, mirándose a un espejo intemporal, con el azogue despegado del cristal y oxidado y me dije:

—     Y Ahora que le contesto a esta chiquilla, tan guapa y espabilada, que me está preguntando como si yo conociese a don Quijote de toda la vida, y hubiese comido gachas de harina de almortas con él, entre trago y trago de vino.

Pero entonces pensé en Sancho, y que tal vez Silvana me veía como a su fiel escudero Sancho Panza, gordo, chaparro y con un inconfundible acento manchego, mi personaje favorito de la genial obra de Miguel de Cervantes, con el cual me identifico bastante a nivel emocional.  Quisé mirarlo con los ojos fascinados que veía Sancho a don Quijote, quisé mirar en su interior, en su ideal de justicia, de libertad, de lucha por un mundo mejor y en favor de los más débiles y vi un personaje inmensamente bello y aunque por los nervios no recuerdo muy bien lo que le contesté, sé que le hablé de su belleza de sentimientos, ideales, de su belleza interior, capaz de ver en Dulcinea una belleza física que no tenía…

Durante la firma de la novela me quedo claro que Silvana, que ese es su nombre, tuvo claro lo que quise decir sobre lo bello que era don Quijote —aunque seguro que ya tenía claro de dónde reside la verdadera belleza de las personas, más conociendo a Nuria, su madre, que al igual que don Quijote, lucha por un mundo de justicia y libertad —A la hora de la firma le dije que era la chica más guapa de toda la sala y entonces ella, mirándome con los ojos de Sancho, de otro modo no se podría entender, me dijo:

—     ¿Sabes? Tú también eres muy guapo.


Y este Sancho, en esos momentos se la hubiese comido a besos, seguro que entre todas las emociones y recuerdos de ese inolvidable día, siempre quedará su recuerdo, su pregunta y su gracia en mi mente y la recordaré como una bella Dulcinea que puso la guinda más dulce a la presentación de Los Manuscritos de Teresa Panza.

FOTOS DE LA PRESENTACIÓN DE LOS MANUSCRITOS DE TERESA PANZA, CASA DE LA CULTURA DE BURJASSOT - VIERNES 29 DE MAYO DE 2015













































miércoles, 24 de junio de 2015

Sancho Panza, famoso y ladrón…



Lo reconozco me pirran los críos, me gustan, su inocencia su alegría, su ingenuidad, pero sobre todo porque son auténticos.

Ocurrió en la presentación de mi novela, con la hija de Núria, la pregunta más difícil fue la de ella realizó. Hoy me he enterado de que soy "famoso", cuando no llego ni a famosillo, me he enterado en el mismo supermercado dos veces y que además soy el jefe de los ladrones.  Primero se me ha acercado un amigo de  mi hijo, que tiene como él 14 años, para preguntarme que cuando le iba a firmar el segundo libro.

— Primero me lo tendrán que publicar. - Le he contestado.

—Ya me lo estoy terminando y está guay. Y quiero ver lo nervioso que te pones cuando firmas los libros, es lo más divertido de todo.

Tras una corta conversación durante la cual su madre me ha enseñado que llevaba en el bolso Los Manuscritos de Teresa Panza, le prometido que en siguiente ocasión, si se presenta, no me pondré tan nervioso, aunque entonces tal vez no despertará tanto interés el libro.

lunes, 22 de junio de 2015

Mirando un cuadro: “Las manos” de Jesús Martínez López



No todos vemos un cuadro con los mismos ojos, cada uno lo vemos de manera diferente, a mí me ha impresionado este cuadro de Jesús Martínez López, un pintor autodidacta atrevido con las formas y colores, que ha hecho de los bosques un espacio multi colorista de luz, con un estilo personalismo que se identifica al instante, que transmite alegría o tristeza según el cuadro.


Son dos manos rojas, tal vez las manos de barro del creador que salen de un bosque verde oscuro sobre fondo morado y descansan sobre un mosaico de colores llenos de luz.  Son manos que no imploran, que exigen la labor que toda mano debe realizar, que quieren y buscan el cuerpo que moldear de la que debieran ser prolongación, como si Dios al comenzar a moldear al hombre hubiese comenzado por las manos, para que fuese el hombre quien moldease el mundo y se moldease a sí mismo, con sus defectos y sus virtudes, con su libertad.

domingo, 21 de junio de 2015

NOTA ACLARATORIA: Este texto en ningún momento busca la burla, ni se corresponde a ningún lugar de la Mancha en particular, utilizo formas, modos, palabras y expresiones de distintos lugares de nuestra tierra, con el único objetivo de buscar una sonrisa y en cierto modo un homenaje a nuestros mayores y a nosotros mismos y sobre todo hacer una alegato en favor de la libertad de expresión. ¿vale hermosoooooos? Pos eso...

Pos mire usté  don Mariano que yo no estoy pa esas cosas que dice, me duele el hueso del espinazo de tanto agacharme con la aza, y no sé si es que me baja hasta las corvas o se me encarrila hasta el cogote,  que estar mano sobre mano no va con mi persona, el meter la mano en faldiquera ajena tampoco. Yo quiero faena, que soy tan inútil que sólo sé trabajar pa llevar a casa el jornal.

Que ustés eso no saben lo que es, se empancinan de galgerías y perniles de pata negra a nuestra costa. No es que yo me quiera empentar a los presuntos honraos que reciben sobres con muchos cuartos que yo no me emporco asin como asin. No es que  y quiera cerrarle la boca como si fuese un escuerzo pa que no galgeé a nuestra costa, que es usté quien quiere taparme la boca, que yo no preciso caviar de tierras de ayatolas, ni tan siquiera la décima parte de un escriño de pan pa comer, que con un piazo me basto y me sobra.

  Pero que menos que una mieja  de consideración pa quien quiere doblar el espinazo y los presuntos no le dejan, pero no puedo esperar a que escampie la crisis de los güevos, pa que el reuma no me deje que me  agache  y me pase lo mesmo que a Ustaquio que se metió el el sopositorio y como sí lo hubiese echao en saco con bujeros, le dio un sincopé por marrar el bujero por el que se lo propino, que tocaba por onde salen lo moñigos y se comió lo mismico que una galgería y esque usté sabe que Ustaquio es mu husmo y mu sin luces, más tonto que Abundio, tan adán que quería coser la albarda con una abuja en vez de la almará, pa esollarlo, si será bacín que le vota a usté y eso que está esmirriao de tanta gazuza que pasa, y mia que se lo digo: " no hay na más tonto que un pobre de derechas", pero él es asín, no tiene remedio, más tonto que el padre que lo engendró. Yo tengo esollaúras en las manos de tanto trabajar,  y no soy ningún espantajo pa no saber cuando me roban y cuando no, y eso me pone muy borrrico, no digo con eso que siendo yo un analfabeto, no sé onde tengo la derecha  y me equivoque al ablentar, que si hay que ablentar se ablienta, ¡copón!  que estamos en la época de la siega y la hoz la tengo afila  y de la trilla pa que hablar.

Ya que no es usté trigo limpio al menos no  pretenda  taparme la boca, que como se me hinchen los morros la vamos a tener. Yo me conformo con cascar lo que me salga de los colgajos, cantar las cuatro verdades del barquero a usté y si es preciso al mesmo rey, que pa lo que hace más vale que emprenda el camino de su abuelo, y se lo digo sin acritud y con el respeto que me merecen, con el que me merecen, solo con el que me merecen, que no es cuestión de gastar con quien no lo sabe apreciar y viven del sudor del pobre.

miércoles, 17 de junio de 2015

¿Fiesta? ¿Tradición? ¿Orgullo nacional? Quiero romper la cadena



 Los toros en libertad de Julia Sanz

Bravas reses se acercan a través de inmensas llanuras marítimas, buscan en el interior de las piedras el capote de viento del torero, buscan su sable entre la alfalfa teñida con tintas de marinas algas para escribir las rimas a la vida, en un ruedo sin su sangre inocente y brava.
Quieren, las bravas reses, firmar el armisticio con los hombres en todo el marítimo espacio. En un océano no contaminado por la ambición cruel de los tiburones, que a ellos condenan a una fiesta a la que no quiere asistir.  Sus tristes miradas de ensangrentado topacio duelen en el alma.  Se saben víctimas inocentes de barbaries teñidas de rojo.
Quiero romper la cadena.
¡Míralo! Miradlo cualquier tarde de verano, altivo más que agresivo, como entra en la plaza buscando la salida a su encierro, siempre, mortal.  Él ya lo sabe, puede morir y matar, pero él jamás saldrá vivo, mas no tiene miedo… ¿o sí? ¿Qué importa?  Su sentencia está firmada por manos asesinas.
Muge respirando el nauseabundo aroma de su propio tuétano, que pronto será sorbido por gargantas de acero fundido entre corazones mecánicos de ardiente hielo, no en las fraguas del herrero guerrillero, cuarenta años dormido entre los espinos perdidos de una olvidada tierra, allá solo, bajo el cielo.
Y como guerrillero defiende su vida, de relativa libertad, mientras en las gradas aplauden su bravura, su tortura y muerte…
¿Fiesta? ¿Tradición? ¿Orgullo nacional?  
Quiero romper la cadena.

Paco Arenas

Escrito el 12 de septiembre de 1982 tras participar en una gamberrada taurina
  

domingo, 7 de junio de 2015

El rey, el cerdo y el pastor (cuento manchego)


Añoranzas de un tiempo en gris, y que, sin embargo, soñábamos en colores. Recuerdos dulces como el membrillo de nuestros bocadillos y tan ásperos como su piel, o peor aún, como el polvo de la paja en nuestros gaznates, galillos, gargantas. Tiempos de penurias que nuestra inocencia transformaba en juego y diversión. Esperando la llegada de carros o galeras[1] a las eras o saliendo a su encuentro, y si nos dejaban, subirnos encima de la mies,[2] agarrar la horca de madera y esgrimirla contra el viento, enfrentándonos a gigantes imaginarios, jugando a ser quijotes sin caballos, escuderos sin caballeros. De las faenas agrícolas, tal vez la que más esperábamos y deseábamos era la de la trilla. Algunos, antes de terminar de cambiar los dientes de leche, ya habían utilizado la hoz en su mano la derecha y la zoqueta[3] en la izquierda para segar y saber que el sudor en el campesino era una espina que se clavaba en la carne tierna. Los más pequeños esperábamos en la era, deseando que nuestros padres nos dijesen:

—Chiquillos ya podéis subir a la trilla.[4]

Y corriendo subíamos y comenzábamos a dar vueltas mientras en otra parte de la era nuestros hermanos mayores o nuestros padres, si hacía viento, ablentaban.[5]

Y por la noche envidiábamos a nuestros padres porque se iban a dormir sobre el duro suelo de la era algunas noches, mientras que nosotros nos quedábamos entre la mullida cama de los colchones de lana o borra.[6] Alguna noche les acompañábamos y nos sentábamos un rato en el ribazo a contemplar el despejado cielo manchego, mientras que él nos señalaba cada una de las constelaciones, La Osa Mayor, La Osa Menor, Orión, Pegaso y otras que se inventaba, que siempre era distintas. Después nos contaban cuento y nos mandaban a dormir.  Hoy he recordado uno de aquellos cuentos…

—Dicen que hubo un rey que quiso venir a la nuestra tierra, a La Mancha, de incognito…

—¿Y eso que quiere decir padre?

—No lo sé muy bien, pero creo que como para que no le conociese nadie..., sin corona.

—¿A Pinarejo padre?

—No, a Pinarejo no llega el tren —me mira sin saber por dónde salir, señala una estrella, —a Alcázar de San Juan, a La Mancha. —Decir que para mis padres, al igual que para muchos manchegos de Cuenca, La Mancha era tan solo Ciudad Real, a pesar de tener a don Quijote y Sancho como propios.
Ese rey, que se escapó huyendo por Cartagena.[7] Se vistió de campesino, y se montó en el tren para que nadie le conociese, pero como estaba acostumbrado a tener criados que le preparasen hasta los calzoncillos, se olvidó de echarse merienda. Al pasar por Alcázar, se subió un pastor manchego, con su bota de vino, su queso, su pan y su tocino.  Como era la hora de comer, sacó el avío[8] y tras ofrecer al rey parte de sus humildes viandas, y este rechazarlo. Porque alguien de su alta alcurnia, consideraba indigno aceptar lo que para él eran tan pobres alimentos.  El pastor comenzó a comer, al estilo manchego.  Con la navaja cortaba a un tiempo pan y queso, o pan y tocino, y para que mejor entrase empinaba la bota de vino. A pesar del desprecio recibido, a pesar de todo, volvió a ofrecer, pan, vino y queso a aquel señoritingo que para nada conocía, y por lo escuchimizado que estaba, pensó que debía de pasar hambre y que de manera tan altanera rechazo de nuevo, al ver las manos encallecidas y ajadas del pastor.

—¿Tú crees que alguien como yo a coger algo de unas manos como las tuyas?

El pastor se encogió de hombros y continuó comiendo hasta que calmo su hambre, después sacó un sabroso melón de La Mancha y de nuevo ofreció al desagradecido rey.  Que al ver como al cortar el melón chorreaba su jugo entre los dedos del pastor, sintió asco, y a pesar de que el dulzor del melón le embriagaba los sentidos y le provocaba un hambre atroz, también rechazo.  Terminado el banquete pastoril, tras un penúltimo trago —en La Mancha, no existe el último —Eructó de manera exagerada y recordando por fin de que le sonaba la cara de aquel señoritingo, el haber visto su retrato colgado en el ayuntamiento, exclamó:

—Copón he comido como un rey.

—Querrá decir como un cerdo —Exclamo ofendido el rey.

—Cada uno les llama como quiere —contestó el pastor afianzando sus palabras con un gesto de desprecio, que ahora era él quien sentía hacia aquel que sin ser pueblo, había despreciado los pobres manjares del mismo, y con toda la tranquilidad del mundo, sacando la navaja y cortando una nueva rebanada de melón dijo:
—Sí, cada uno llama al cerdo como quiere, pero estoy de acuerdo con usted que sabe más que yo, que soy un pobre ignorante analfabeto. Ya no le llamaré al gorrino ni cerdo, ni marrano, ni puerco, le llamaré rey y rezaré a San Martín. —Y comenzó a cortar la rebanada de melón.




[1] Según Wikipedia: "La galera no es ni más ni menos que un enorme furgón, o mejor dicho, una pequeña casa colocada sobre cuatro ruedas, de una construcción tan sólida que parece tener desconfianza del tiempo. Solamente el bastidor era de madera; de los laterales colgaban esteras de esparto o paja y el fondo, en lugar de estar entablado, consistía en una red de cuerdas sobre la que se apilaba la carga. Los pasajeros eran acomodados como fardos hasta hallar la postura conveniente. Todo era tapado por una cubierta de hierro sujeta por aros de madera y cañas transversales, y las aberturas de atrás y delante eran cerradas a placer por medio de unas cortinas de esparto..." En La Mancha, más bien era un carro de cuatro ruedas, dos pequeñas delanteras y dos grandes detrás, parecido a las caravanas que utilizan en las películas del Oeste.
[2] Nombre genérico con el que se conoce al conjunto de cereales, antes de la separación del grano de la paja.
[3] La zoqueta es una pieza de madera tallada de forma que quepan cuatro dedos en su interior, protegiéndolos así de posibles cortes. El pulgar, mientras tanto, queda libre, para coger las mieses durante la siega.
Las zoquetas solían ser piezas de madera huecas, a fin de proteger los dedos en su interior, reduciendo así el peligro de cortarse con la hoz. Muchas de ellas llevaban además un cordel enganchado en dos orificios en el extremo más cercano a la muñeca, con el objetivo de atarla al brazo del segador e impedir que se le cayese durante su uso.
[4] Trilla o trillo es una apero o antigua herramienta agrícola que se destinaba a separar el trigo de la paja, es decir, a trillar. Es un tablero grueso, hecho con varias tablas, de forma rectangular o trapecial, con la parte frontal algo más estrecha y curvada hacia arriba (como un trineo) y cuyo vientre está guarnecido de esquirlas cortantes de piedra (lascas o pedernales), o de sierras metálicas (cuchillas). Las dimensiones de los trillos variaban, pero, en La Mancha, solían medir hasta dos metros de largo.
[5] Lanzar la mies al aire para que la paja se fuese a donde la llevase el viento y el cereal cayese en vertical, separando la paja del grano.
[6] Lana de mala calidad que se utilizaba para rellenar los colchones.
[7] Alfonso XIII huyó por Cartagena, llevándose el muy ladrón las maletas llenas de billetes y joyas. Ahora somos muchos los que soñamos con que esa circunstancia se vuelva a dar.
[8] Provisión que se lleva al hato para alimentarse durante el tiempo que se está fuera del pueblo

© Paco Arenas

jueves, 4 de junio de 2015

HOMENAJE A LA ESCUELA RURAL / A DOÑA MARUJA, DOÑA PÍA Y DON JOSÉ



Paco Arenas con 6 años


























Hace unos meses en el foro ciudad de Pinarejo, quise rendir homenaje a lo que fue nuestro pueblo, a su memoria, le titule “Ejercicios de la memoria, aquel Pinarejo del recuerdo” esperaba más participación pero fuimos muy pocos los participantes, aun así la experiencia para mí a nivel emocional fue muy positiva.   
Reserve un apartado para mi primera maestra, aquella que me enseñó a leer a escribir,   a escuchar cuentos;  me consta que también intento  enseñarme las cuatro reglas, pero mi cabeza nunca se ha llevado bien con los números, más puesta en fantasías varias que en formulas aritméticas, de esas que dicen que vuelan pájaros dentro de la cabeza, aun así termine asimilándolos más por tozudez que por  devoción, aunque nadie me pida que le haga ahora una división, que para eso están las calculadoras.
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