sábado, 24 de marzo de 2018

Democracia…tal vez, algún día…



Tal vez, algún día,
escuche la sagrada palabra
sin prostituir,
sin misterios ni dobleces,
en todo su colosal sentido,
seduciendo el sentido
revolucionando conciencias,
mordisqueando derechos
sin mentiras.

Tal vez, algún día,
encuentre el camino
sin ataduras,
sin mentiras,
sin que sea preciso soñarla,
sin que sus violadores
la tengan en los labios,
para en su nombre…
arrastrarla por los lodazales.


Tal vez, algún día
el juez actué con justicia
y no como un vulgar prevaricador
al servicio de viles ladrones,
o ruines dictadores,
disfrazados,
envueltos,
ocultos
con su sagrado nombre
como honra mancillada.

Tal vez, algún día
podamos mirarnos a los ojos
sin necesidad de bajar la mirada,
con el orgullo
de ser patria,
tierra,
de hombres libres,
tal vez, algún día,
digamos democracia
y no sea una palabra vana.


La entrevista en el programa Momentos, de Elga Reátegui







Todas las entrevistas que me han hecho han conseguido emocionarme, ¿Qué lo voy a hacer si soy de lágrima fácil? Esta ha sido muy especial, no solo porque al contrario que las otras, esta haya sido grabada en vídeo, sino porque Elga Reátegui sabe sacar las emociones como nadie, como puede comprobarse no solo en mi entrevista, sino también en las entrevistas realizadas a escritores y escritoras de la talla de Carmen Posadas, Ana Noguera, Rosario Raro, Juan Luis Bedins, Blas Muñoz Pizarro, mi amiga María Nieves Michavila, que el próximo 20 de abril repite por ser la flamante ganadora del Premio Hispania de Novela Histórica…

En fin, un gran placer difícil de describir.
 Gracias Elga, gracias Poli.



Llegué a la hora de las calles desiertas, esas horas vespertinas en las que desaparecen los gritos de alrededor de las cunas y de los ancianos, de las novelas interminables y de las reflexiones en soledad, nadie a quien preguntar y yo que siempre ando atolondrado en cavilaciones y conversaciones con los fantasmas que se transforman en palabras.  La calle estaba desierta y al ayuntamiento se le olvidó poner el número en las puertas. Afortunadamente tengo el feo vicio de llegar siempre con el reloj adelantado y las zapatillas rebotando en el duro asfalto. La cita era a las cuatro y media, tuve suerte, y aparqué el coche casi en la misma puerta; aunque, en la avenida Blasco Ibáñez, donde encontrar un aparcamiento libre es misión imposible. Estaba de suerte, una furgoneta de fontanería salía en el instante que llegaba.

Pasé a la cafetería de la esquina, donde una guapa chica me sirvió un café, y aproveché para preguntarle el sentido de la numeración de la calle, la muchacha llevaba tan solo unos días trabajando en la cafetería y no lo sabía.  Así que cuando salí, cogí el camino equivocado, y hube de volver sobre mis pasos. Toqué el timbre tres minutos antes en el número equivocado y una voz tan soñolienta como molesta   me contestó que allí nadie conocía a ninguna Elga. Por fin llegué al patio correcto, dos minutos antes.   

Me abrió la puerta del patio la escritora Lupe Bohorques, indicándome que llamase a otra puerta distinta, la cual me abrió un personaje de novela, o una persona que parece sacada de una novela, que trasfería humanidad, grande, de ojos muy expresivos que no necesitaban esforzarse para transmitir esa amabilidad de las buenas gentes; pero que duermen poco, tal vez porque sueñan mucho o leen mucho. Sus cabellos crecidos sin ser largos y su barba más larga que la mía.  Su nombre, Poli.

La casa de Elga es de paredes vestidas con el mejor traje, estanterías y estanterías repletas de libros de lomos gastados la mayoría, no como un adorno petulante, sino como un complemento sustancial y esencial de los moradores del hogar que lo habitan. Salimos a una pequeña terraza y allí estaba ella, Elga, con su voz melodiosa y rostro alegre que inspira confianza desde el primer instante, lo cual, al menos en mi caso, es muy importante.  

Mientras se preparaban micrófonos y demás, comenzó una conversación entre Poli y yo que, sin saberlo, ni uno ni otro, tenía más intríngulis de lo que nadie se pudiese imaginar. Me preguntó que de dónde era, se lo dije. Entonces Elga aclaró que Poli era originario de la provincia de Cuenca, los conquenses siempre nos alegramos mucho cuando nos encontramos un paisano, pero bueno, conquenses somos muchos y esparcidos como bombas de racimos por todo el mundo; por tanto, nada extraño que alguien de las Tierras de Alarcón se marchase a Perú, conociese a una linda peruana y se casase con ella. Digo de las Tierras de Alarcón, porque yo también soy de las tierras de Alarcón, pero podría decir de las aguas del pantano de Alarcón en su caso.  El padre de Poli era de Garcinarro, una aldea de Villaverde y Pasaconsol o de Gascas, y su abuela de Villaverde y Pasaconsol. Hasta ahí todo normal. Sin embargo, a la hora de la entrevista, ese mismo día, había entrado en imprenta mi novela Magdalenas sin azúcar, una casualidad como otra cualquiera, nada extraño; pero, da la casualidad de que mi novela está situada bajo las aguas de ese mismo pantano de Alarcón, que comienza y termina con una pregunta:

—¿Quién llevará flores a los muertos de Juncos, si están bajo las aguas del pantano?

Y que Magdalenas sin azúcar, transcurre la mayor parte en Juncos, un pueblo imaginario (que en realidad existe en Puerto Rico) ubicado donde estuvo Gascas, y en Valverde del Júcar o Villaverde y Pasaconsol.  Nombres que después cambié por razones obvias y como homenaje a mi admirado profesor boricua don Jaime Flores, catedrático de la Universidad de Puerto Rico.

La entrevista fue muy amena, a mi entender, y sobre todo muy emocionante, en más de una ocasión las lágrimas amenazaron con anegar mis mejillas, como las aguas del Júcar anegaron Gascas, Garcinarro, Valdespinar, Peñaquebrada, La Olmedilla, La Losilla, Casa del Monte, Aldea de don Benito y Ucero.


Paco Arenas


Obras publicadas:









lunes, 19 de marzo de 2018

Las abarcas de mi padre


A mi padre, a todos los padres


Fui el último de ocho hermanos en llegar al mundo. Mi inesperada llegada a deshoras, después de casi once años sin tener hijos, mis padres estaban tranquilos y convencidos que la posibilidad de tener nuevos vástagos, con mi padre con más de cincuenta años y mi madre rondándolos, eran inferiores a la posibilidad de calentar la casa con el humo de las pajas. Razón por la cual hacían el amor a pierna tendida, sin ningún tipo de precaución para prevenir un posible embarazo, cosa que por otra parte nunca habían hecho. Como es lógico, después de diez años dando a troche y moche, sin embarazos, llegaron a pensar que el río de la fertilidad estaba más seco que el ojo de Benito.

Pero lo que a un palmo se falla, a tiro de ballesta se acierta, aunque sea por casualidad. Y ahí llegué yo, con mi hermana mayor a punto de casarse con veintiséis años y mi hermano pequeño con los diez años cumplidos.

Sí, fui el último de la fila, cuando mis hermanos ya habían comenzado a emigrar a Ibiza, él último en irse fue Julián, con nuestro primo Emilio, contaban tan solo trece años cuando embarcaron rumbo a la isla.

Mi primera infancia fue la de los hijos únicos, casi mimado, dentro de las posibilidades de una familia campesina pobre. Siempre me sentí muy querido tanto por mi madre, que era la sensatez y la decisión, quien me enseñó a soñar, a luchar por la libertad y un mundo más justo, como por mi padre, hombre soñador y luchador que nunca perdió la esperanza de que España fuese un país libre en el que mereciese las pena, vivir.

Campesino que calzaba calcetas de lona, color caqui, y abarcas fabricadas por él mismo de manos encallecidas por el duro trabajo del campo, del arado, del azadón y el hacha, era un hombre tierno como el más tierno de los panes, las caricias de sus ásperas manos eran suaves y sus besos divertidos y pinchosos, afortunadamente era casi barbilampiño.  Cuando yo no tenía escuela, en el verano, me llevaba al campo para que le acompañase, no para trabajar, sino para que estuviese a su lado. Disfrutaba contándome cosas, para mí maravillosas, me recitaba sus “dichos” y poemas, que posiblemente aprendió en el frente de batalla.  Poemas y relatos, en mil versiones diferentes, porque él, lo poco o nada que sabía leer, lo aprendió durante la guerra. Como todos quienes perdieron la guerra, tenía prohibido tener escopetas, tampoco las hubiese querido, todavía recuerdo sus palabras:

—La más pequeña de las pistolas debería ser tan grande como la catedral mocha de Cuenca, y quien desease llevarlas, debería llevarlas colgadas de los cojones.

Soñaba; aunque, siempre hablaba de Castilla.  Nunca tuvo un libro entre sus manos encallecidas por el duro trabajo del campo, pero mil poesías brotaban todos los días de sus labios.  Se fue una mañana se septiembre con un millón de sueños por cumplir.  Siempre tuvo unas abarcas en sus pies, menos cuando iba de boda o cuando le trajeron muerto de Cuenca.  Ese día dejaron de lado sus viejas abarcas, colgadas en una alcayata, olvidadas en un rincón de la cámara y le calzaron brillantes zapatos…



Las abarcas de mi padre (Poesía a mi padre)


Abarcas de campesino,
humildes como el barro que pisas,
fuertes como el aliento de quien te calza,
conoces el sabor de la sangre
del niño, del joven y del viejo.

Vendrá la muerte
y te dejarán de lado,
para esos pies de labrador
ser calzados por brillantes zapatos.



jueves, 15 de marzo de 2018

Sorteo de ejemplares de MAGDALENAS SIN AZÚCAR





¿CÓMO PARTICIPAR?

Al reservar el libro el futuro lector de «Magdalenas sin azúcar» se le asignará un número del 00 al 99, que se formalizará con la reserva en firme, es decir comprando el libro al autor o en la librería colaboradora, el número asignado irá escrito en la tarjeta de visita que recibirá el lector junto con el libro. Sea cual sea el modo de adquirir el libro, a través del autor, librería o en Feria , exceptuando plataformas digitales.
El importe se reintegrará completo, incluido gastos de envió, si es en territorio español. Si es en librería o feria, el autor reintegrará la parte integra a la librería, que a su vez deberá entregarlo al comprador. En envíos al extranjero, el autor reintegrará el importe del libro, excepto gastos de envió.

¿CUÁNTOS LIBROS SE SORTEAN?

No hay límite, puesto que el libro premiado irá en combinación del sorteo de las dos últimas cifras del sorteo de la ONCE (ORGANIZACIÓN NACIONAL DE CIEGOS DE ESPAÑA) Con 100 libros vendidos sería uno, pero con más de 100 podrían llegar a ser dos, siempre que las dos últimas cifras del sorteo coincidan.

¿CÓMO SABRÉ SI ME HA TOCADO EL LIBRO?

Muy fácil, a través de la ONCE o de la página de Paco Arenas o los grupos de Facebook «Lectores de Magdalenas sin azúcar» o «Amigos del escritor Paco Arenas».

¿CÓMO Y CUÁNDO RECUPERARÉ MI DINERO?

En el plazo máximo de dos semanas a partir de la fecha del sorteo, por el mismo método de pago realizado.

¿Tiene alguna ventaja pertenecer al grupo LECTORES SIN AZÚCAR?

Por supuesto, en caso de resultar agraciado, recibirás otro título a elegir entre Caricias rotas o Los manuscritos de Teresa Panza, además de poder participar, sin compromiso de compra en otros sorteos futuros.

Las librerías adheridas a la oferta las añadiré conforme me confirmen su participación, para las cuales no supondrá una merma en sus beneficios.


Enlaces: 



Correo electrónico: fmlarenas@hotmail.com 




Obras publicadas:





martes, 13 de marzo de 2018

Toledo. En busca del Lazarillo perdido (Colección de fotografías de la ciudad de Toledo sin la presencia de Lázaro de Tormes)



Toledo sin duda es una de las ciudades más bellas de Castilla. Todas y cada una de las calles de la ciudad emana historia a borbotones de tres culturas y más. Su inmenso. Al caminar por sus estrechas calles, patrimonio cultural es de los mayores, no solo de Castilla, sino de España y del mundo; aunque no todo es estrecho en Toledo, la plaza de Zocodover, que también fue estrecha, muy estrecha para ser plaza, tanto que los Reyes Catolicos pensaron en ensancharla tanto que llegase al Alcázar, no se llegó a hacer. Fue en tiempos de Felipe II de la mano de Juan de Herrera, cuando se ensanchó de verdad, cambiando su utilidad tiempos de los árabes, que le dieron nombre, fue “mercado de bestias de carga”, después mercado y el centro neurálgico de la ciudad.  Con la reforma llevada a cabo por orden de Felipe II, la dedicaron a un macabro espectáculo, en tiempos de la Inquisición en nombre de Dios asesinaron fueron muchísimas las personas que asesinaron los famosos Autos de Fe.

No obstante, no es de eso de lo que pretendo hablar, ni lo que se me ha ocurrido al encontrar una serie de fotografías que realice hace unos años en una visita a la ciudad de Los comuneros de Castilla, de Juan Padilla y de María Pacheco (como castellano que soy, me niego llamarla “Ciudad Imperial”). En ese viaje, lo primero que hicimos, a pesar de conocer la ciudad, fue ir a la Oficina de Turismo. Me informaron sobre don Quijote, El Greco, El Alcázar, y multitud de cosas más, demostrando su gran cultura sobre las cosas y lugares para ver y disfrutar de tan hermosa ciudad, nos hablaron de gastronomía, de costumbres, de exposiciones de todo tipo, del Alcázar y de la casa del Greco, que es falsa..., de todo, menos de lo que a mi me interesaba, en ningún momento la amable azafata había mencionado al Lazarillo, el mayor monumento literario dedicado, principalmente, a la ciudad de Toledo, en otros lugares como Torrijos, Maqueda o almorox no ocurre lo mismo. Entonces pregunté:

—¿Y el Lazarillo? ¿Hay alguna visita guiada por las calles que supuestamente camino el Lazarillo?

Las dos jovencísimas   azafatas, contrariadas ante mi inesperada pregunta,  me miraron sin saber que responder, entonces miraron a su superiora, que terminó de bordar mi cara de estupefacción:

—La película la rodaron hace lo menos quince años, es muy vieja, todavía no iba ni a bachillerato…

—Sí, lo sé, incluso hubo otra que la rodaron antes de yo nacer, en 1959 —repliqué con ironía, intentando no reír, y haciendo mayores esfuerzos mi hijo.

No debieron captar mi tono, ni que los estornudos de mi hijo eran fingidos. Pues la encargada se acercó.

—No, de eso no tenemos datos, de la 2001 sí, porque nos dieron libre un día para ir al rodaje, en Toledo se ruedan muchas películas…

—No es a eso a lo que me refiero, ni lo que me interesa. Me refiero al libro, al Lazarillo de Tormes. Les explico el motivo de mi pregunta. Estoy adaptando El Lazarillo al castellano actual, entonces quería empaparme en las calles de Toledo de su espíritu, por decirlo de algún modo. Incluso, ya puestos, recrear los lugares e imaginar sus andanzas por Toledo. Supongo que habrá, entre las muchas visitas guiadas que realizan, una dedicada a la máxima figura literaria que tiene como ubicación principal Toledo… ¿no?

Las tres negaron con la cabeza. Miraron en el ordenador.

—En Maqueda y en Torrijos si hay algo, en Toledo, va a ser que no.

Nada hay que recuerde a Lázaro de Tormes en la ciudad. Así que comenzamos un recorrido por las calles de Toledo con dos figuras omnipresentes don Quijote y El Greco y; aunque hay una obra que se representa en Toledo de nombre "Don Quijote, el fantasma de Toledo", el realmente invisible, el fantasma inexistente en Toledo, es la obra cumbre de un anónimo autor, la que más fama ha dado a la ciudad de Toledo, el gran ausente es Lázaro de Tormes.

Me gustaría que cuando volviese a Toledo, esa ruta ahora inexistente, poder visitar de manera guiada las Cuatro Calles, la plaza de la Merced, la Iglesia de Santo Tome, la Iglesia de San Salvador, La Bajada del Barco, o tal vez la Calle del Pozo Amargo, cualquiera puede dar el pego, el palacio del conde de los Arcos, el mercado de La Tripería…

Lázaro de Tormes vaga como alma en pena por la ciudad de Toledo,

Está claro que El lazarillo de Tormes es una novela de ficción, que jamás podríamos trazar una ruta turística por la ciudad de Toledo, curiosamente existen varias hasta llegar a Toledo; no obstante, del mismo modo, que existe una falsa casa del Greco, bien podrían hacer, con poco presupuesto, una ruta turística de El Lazarillo, incluso teatralizada, lo cual daría, todavía más atractivo cultural a una de las más bellas e interesantes ciudades de toda Castilla y del mundo. Resulta muy triste que el mayor monumento literario a la ciudad de Toledo, sea invisible para Toledo y sus visitantes. 

Es una idea que lanzo al consistorio, a la Junta de Comunidades, y ¿Por qué no? Al Ministerio de “Cultura” del reino de España…Posiblemente, esté pidiendo peras al olmo. 

Lo más seguro es que ocurriese lo que en este fragmento de la Segunda parte de El Lazarillo de Tormes:
"Llegué a Toledo siendo de noche, alegre como unas castañuelas en dirección a mi casa esperando dar gran sorpresa y alegría por mi regreso, pero en ella no había nadie. Entonces me dirigí a casa del señor el arcipreste, ya estaban durmiendo, y tantos golpes di que los desperté, preguntándome quién era, y tras responder, mi mujer muy ásperamente me respondió a grandes voces:
    Andad con Dios borracho, quien quiera que seas.  No son horas de burlarse de una pobre viuda.   Hace ya casi cuatro años que mi mal logrado esposo se lo llevó Dios ahogado en la mar a vista de su amo y de otros muchos que lo vieron.  ¿A qué vienes ahora a decir esas barbaridades? 
Y regresó a la cama sin escucharme siquiera.
De nuevo volví a llamar y dar golpes a la puerta, en esta ocasión fue mi señor el arcipreste quien se levantó  enojado, y asomándose a la ventana también comenzó a gritar:
    ¿Qué bellaquería es esta? Querría saber quién sois para mañana daros el pago que merecéis  por vuestra descortesía, que no son horas de andar dando golpes con la aldaba a las puertas de las buenas gentes que están reposando tranquilamente, armando alboroto y desvelando a todo Dios.
    Señor —dije yo  —no se altere vuestra merced, que si quiere saber quién soy, también yo lo quiero decir: vuestro criado Lázaro de Tormes.
     Apenas acabé de decirlo cuando siento pasar cerca de mis orejas un guijarro lanzado con  furia como si fuese lanzado por una honda, y tras aquel, otro y otro, los cuales, chocaban contra los  que en el suelo estaban,  como la calle estaba empedrada, hacía saltar fuego y ásperas chispas.  Visto el peligro, viendo que no se atenían a razones tiré la calle  abajo y a buen paso me alejé... 

Paco Arenas

















































































++


Obras publicadas:






domingo, 11 de marzo de 2018

Cavilaciones después de haber estado sentado en el trono




Cuesta mucho sentarse en el trono y no pensar, mirar para otro lado. Parece como si todo estuviese escrito, como si no se pudiese cambiar nada, de en lugar de ser nosotros quienes manejamos las riendas de muestro destino fuésemos marionetas de personas frías y especuladoras, de gentes sin sentimientos, capaces de cualquier cosa con tal de continuar chupando de la teta de la vaca.
Por desgracia, y no quiero ser derrotista; pero, después de ver algunas noticias del día de hoy, veo que se tiran demasiados papeles a la taza del inodoro sin estirar de la cadena, estamos atascados, embozados y embobados, viendo como la mierda rebosa por encima del borde del inodoro llenando todo de mierda…
Mientras tanto, los fontaneros, discuten sobre qué marca debe prevalecer en el desatascador, y otros se sienten representados por el jefe de la mafia, a pesar de que se hacen llamar fontaneros...
Llueve y miramos al cielo con la boca abierta… ¿llueve o nos están meando encima?
En fin, voy a leer un rato, tal vez no encuentre la solución para desatascar el inodoro, y la mierda nos llegue hasta las orejas...
Me rio por no llorar, mal de muchos...




sábado, 10 de marzo de 2018

Mujer... ¡GRITA!




Camina mujer,
dame la mano,
si quieres,
como compañero,
como tu aliado.
Mujer de escarcha,
sangre y silencio,
¡grita!
Desgarra el aire,
haz temblar los cimientos
de la paternal indiferencia
del silencio cautivo,
no lamas tus heridas,
lucha,
en ello te va la vida
¡grita!
Desafía al mundo
mirando a los ojos
a quien provoca tus lágrimas.
Mujer de la vida cotidiana,
de la fábrica,
de la escuela,
madre, esposa, hija, hermana…
el mundo es tuyo,
si tú te paras,
el universo naufraga.
Mujer de escarcha,
sangre y silencio,
¡GRITA!


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