La Codorniz fue una revista de humor gráfico y literario
publicada en España desde 1941 a 1978. Se autoproclamaba «la revista más audaz
para el lector más inteligente», y posteriormente también «decana de la prensa
humorística», y sin duda fue una de las más longevas publicaciones de humor,
sirviendo de inspiración a las posteriores El Papus, Hermano Lobo y Por Favor.
La mítica revista satírica "La codorniz" realizó
el 25 de abril de 1975 esta portada, y pasó la estricta censura franquista. En
su agonía, los países democráticos de Europa exigían apertura, que al menos en
apariencia, se pareciera en algo a la democracia.
En España, en aquel
último año de vida del dictador, que no de dictadura, se comenzaba a hablar de
"democracia a la española", a la que llamaban también
"Democracia orgánica", una especie de trampantojo gatopardo que
pretendía continuar con la dictadura.
**En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero
acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en
astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Un plato de algo más
vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados...
Espera, ¿no es así como comienza la historia que logró burlar a la Inquisición?
Antonio de Herrera
fue el primer lector de El Quijote y también podría haber sido el último. Por
fortuna disfrutó con la obra y adivinó que sería del «gusto del pueblo». Así
que, el 11 de septiembre de 1604, autorizó la primera impresión de un
manuscrito titulado El ingenioso hidalgo, que había solicitado Francisco de
Robles ante el Consejo de Castilla, órgano censor del «Santo Oficio».
Después de circular de mano en mano, parece que el Santo
Oficio no encontró gracia alguna en las andanzas de nuestro querido Don Quijote
. ¿Será que los inquisidores carecían de sentido del humor o que simplemente no
entendían una buena parodia cuando la leían? La quema de libros por parte del
cura y el barbero, ¿no era acaso una sátira tan ardiente como las hogueras de
la Inquisición?
Y qué decir de los nudos de don Quijote, esos que
transformaron el faldón de su camisa en un rosario improvisado en Sierra
Morena. La Inquisición vio indecencia donde solo había ingenio. En la segunda
edición, esos nudos se convirtieron en bellotas de alcornoque, tan inofensivas
que ni el más devoto podría ofenderse. Pero, ¡ay!, cuando el pañal de don
Quijote se convirtió en un contador de avemarías, los inquisidores no pudieron
contener su indignación. ¿Acaso no entendieron que la exageración era parte del
chiste?
Y no olvidemos los nudos judíos, esos que adornaban las
vestimentas y que bien podrían haber sido una insinuación judaizante. ¿Sería
esa otra broma que los inquisidores no captaron? O la misma presencia del
morisco Ricote.
En la segunda parte, la Duquesa le dice a Sancho que las
obras de caridad hechas sin entusiasmo no valen nada. ¿Era eso un guiño a
Lutero? La Inquisición pensó que sí y, zas, al Índice expurgatorio de 1632 fue
a parar.
Cervantes, ese genio de la pluma, siempre estuvo bajo la
lupa de la Inquisición y de enemigos como Lope de Vega, que no le tenía ningún
aprecio. Ni Lope, ni Calderón ni Quevedo
se hubieran atrevido a tal profanación. Don Miguel incluso dijo que habría
escrito un libro más divertido si no fuera por el Santo Oficio. Pero ¿no es
acaso esa vigilancia la que agudizó su ingenio y lo hizo aún más cauteloso y
sutil en su humor?
No solo la Inquisición Española recortó en tan gran obra,
también, la portuguesa, que mandó tachar en 1624 un párrafo del libro I,
capítulo 17:
« Pidió luego alguna redoma para echallo, y como no la
hubo en la venta, se resolvió de ponello en una alcuza o aceitera de hoja de
lata, de quien el ventero le hizo grata donación, y luego dijo sobre la alcuza
más de ochenta paternostres y otras tantas avemarías, salves y credos, y a cada
palabra acompañaba una cruz, a modo de bendición; a todo lo cual se hallaron
presentes Sancho, el ventero y cuadrillero VII, , que ya el arriero
sosegadamente andaba entendiendo en el beneficio de sus machos.»
Así que, aunque la Inquisición no fue ninguna broma para
Cervantes, tal vez debamos agradecerle por obligarlo a ser aún más astuto y
perspicaz en su sátira. Después de todo, ¿qué sería de «El Quijote» sin un poco
de censura para condimentar la historia?
Del mismo modo, La Codorniz, una revista satírica de humor
gráfico y literario publicada en España desde 1941 a 1978. Se autoproclamaba «la
revista más audaz para el lector más inteligente», también debía ingeniárselas
para burlar la férrea censura franquista.
La mítica revista satírica «La codorniz», como en esta
portada publicada el 25 de abril de 1975,
y que pasó la estricta censura franquista.
En su agonía, los
países democráticos de Europa exigían apertura, que al menos en apariencia, se
pareciera en algo a la democracia.
En España, en aquel
último año de vida del dictador, que no de dictadura, se comenzaba a hablar de «democracia
a la española», a la que llamaban también «Democracia orgánica», una
especie de trampantojo gatopardo que pretendía continuar con la dictadura, y
que el pueblo apellidaba de otro modo.
En la portada utilizó la figura de don Quijote y Sancho por
un camino tricolor con los colores de la bandera de la República, a los lados,
huesos y esqueletos de las víctimas de la dictadura, de los que todavía miles,
permanecen en paradero desconocido, como el gran poeta granadino Federico
García Lorca.
©Paco Arenas