lunes, 10 de junio de 2024

Sancho Panza y don Quijote reflexionan sobre su voto

 



Sancho se siente agobiado y desengañado; hasta dos semanas antes, no sabía si votar o no. Eso a pesar de que él siempre lo tuvo claro desde aquel viaje en Clavileño. Los ricos solo quieren a los pobres para mofarse de ellos, para sacarles las castañas del fuego sin quemarse y, sobre todo, para vivir a cuerpo de rey sin pegar un palo al agua a costa de los pobres.

Tenía motivo para el desengaño. A quienes siempre votó iban en candidaturas diferentes, y eso lo enfadaba mucho, maldiciendo como si fuera un blasfemo con dolor de muelas.

—Amigo Sancho —le dijo Alonso Quijano—, si los pobres vamos separados, nos matarán como a liebres en la cama. Tienes que votar.

—¿Y qué voto, amigo Alonso?

—Eso no te lo voy a decir yo. Pero piensa un poco. ¿Te acuerdas de cómo a las combativas Ada y Marcela las acusaron los jueces prevaricadores de ladronas sin pruebas y los voceros airearon los bulos hasta convencer a todo el mundo de que la mentira era la verdad?

—¿Cómo no me voy a acordar? Los jueces siempre están al servicio de su amo... y hay gente dispuesta a creerse las mentiras.

—Pues eso. ¿Acaso has olvidado cuando a Mónica, entre los voceros, los ricos y los jueces prevaricadores, crearon injurias que la obligaron a dimitir como vicepresidenta por un delito que no cometió?

—Pobre muchacha, claro que me acuerdo, amigo Alonso...

—¿Te has olvidado de todo el acoso que sufrieron Pablo e Irene, con los perros voceros echando leña al fuego para que acosaran hasta a sus hijos de pecho? ¿No te acuerdas de todas las injurias que sacaron contra ellos con el Caso Neurona, aquellos jueces al servicio de los ladrones?

—Claro que me acuerdo, pero hay que tener pocas neuronas para no darse cuenta...

—¿Has olvidado cómo al pobre Ricote los duques lo acusaron de moro infiel para quedarse con sus tierras? No lo dudes, que como ganen ellos, se quedan con sus tierras...

—Peor lo de mi hija Isabel —se rasca el cogote Sancho Panza—, que la querían quemar en la hoguera porque vive con Marcela...

Alonso Quijano movió la cabeza.

—Con su amor no hacen daño a nadie.

—Pues eso digo yo —asintió Sancho.

—Y por último, ¿acaso no le piden los corruptos cuentas al bachiller porque Manos Sucias ha denunciado ante un juez despeinado?

—Pero si eso ya ha dicho la Guardia Civil que es falso... Un juez decente, despeinado o calvo, no puede tomar nada en cuenta de lo que digan esos delincuentes de Manos Sucias...

—Yo siempre he defendido a la Justicia, pero en España cada día me resulta más difícil. Son los jueces quienes arrastran a la Justicia por la ciénaga.

—Los caducados, si fueran decentes, dimitirían en bloque, pero claro, si entrasen jueces decentes, sus amigos y a lo mejor alguno de ellos, iría a la cárcel...

—Llevas razón, amigo Sancho. Son muchos los jueces que están al dictado de los perversos. Los duques de Mamandurrias le piden explicaciones al bachiller para que explique lo que no hizo su mujer, porque el juez despeinado la ha imputado por recortes de prensa de los voceros al servicio de esos que no quieren llegar a un acuerdo para nombrar un nuevo gobierno de los jueces porque los tienen a sueldo... Lo dicho, al servicio de los perversos...

—Eso ya lo llevo diciendo yo muchos años: pocos jueces hacen justicia; solo son duros con los pobres, con quienes roban una gallina para comer, pero para quienes roban a manos llenas, barra libre... Tampoco me olvido yo de aquel diputado que fue expulsado del parlamento porque un policía mintió y, a pesar de las pruebas en contra, los jueces lo condenaron...

—Los mismos jueces caducados que no ven nada de lo que se hace en Madrid... Para terminar —dijo Alonso Quijano—, ¿tú has visto rezar a Barrabás?

—Blasfemar sí, rezar no. Es más descreído que yo y, además, roba a los pobres y ayuda a los ricos...

—Pues el domingo va a rezar el rosario para que los mamandurrias ganen las elecciones...

—Y volvamos a los tiempos de un famoso bandolero llamado M... Rajoy, que hay que tener bemoles para decir que no saben quién es... Pues, ¿sabes qué te digo? Voy a votar, amigo Alonso...

—¿A quién?

—Amigo Sancho, el voto es secreto, pero cuando voto, desde que tengo edad y algo de conocimiento, nunca he cambiado de idea, aunque me digan que...

—Ya, que ya lo sé...

—Pues eso, que los pobres tenemos que votar, porque estoy harto de voceros a sueldo y jueces que dictan sentencias siempre favoreciendo a los mismos. Pero sobre todo, voy a votar por mi padre, porque fue uno de esos 7291 ancianos que murieron abandonados a su suerte en las residencias madrileñas porque alguien así lo decidió... ¡Ah! Y por los miles de criaturas asesinadas en Palestina.

—¿Entonces, el domingo nos vemos en la urna?

—Nos vemos, amigo Alonso. Y después nos comemos una paella, convido yo...

—Eso suena a música celestial... ¡Ah! Y que no falte la fruta, que a todos nos gusta la fruta, pero no la podrida. ¡Salud, amigo Sancho!

—Más bien terrenal. La fruta no faltará, pero sana y sin gusanos de cloaca judicial. ¡Salud y República, amigo Alonso!


©Paco Arenas a 7 de junio de 2024

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