jueves, 20 de junio de 2024

La ignorancia de los censores, Cervantes y La Codorniz

 



La Codorniz fue una revista de humor gráfico y literario publicada en España desde 1941 a 1978. Se autoproclamaba «la revista más audaz para el lector más inteligente», y posteriormente también «decana de la prensa humorística», y sin duda fue una de las más longevas publicaciones de humor, sirviendo de inspiración a las posteriores El Papus, Hermano Lobo y Por Favor.

La mítica revista satírica "La codorniz" realizó el 25 de abril de 1975 esta portada, y pasó la estricta censura franquista. En su agonía, los países democráticos de Europa exigían apertura, que al menos en apariencia, se pareciera en algo a la democracia.

   En España, en aquel último año de vida del dictador, que no de dictadura, se comenzaba a hablar de "democracia a la española", a la que llamaban también "Democracia orgánica", una especie de trampantojo gatopardo que pretendía continuar con la dictadura.

 

 

**En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Un plato de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados... Espera, ¿no es así como comienza la historia que logró burlar a la Inquisición?

 Antonio de Herrera fue el primer lector de El Quijote y también podría haber sido el último. Por fortuna disfrutó con la obra y adivinó que sería del «gusto del pueblo». Así que, el 11 de septiembre de 1604, autorizó la primera impresión de un manuscrito titulado El ingenioso hidalgo, que había solicitado Francisco de Robles ante el Consejo de Castilla, órgano censor del «Santo Oficio».

 

Después de circular de mano en mano, parece que el Santo Oficio no encontró gracia alguna en las andanzas de nuestro querido Don Quijote . ¿Será que los inquisidores carecían de sentido del humor o que simplemente no entendían una buena parodia cuando la leían? La quema de libros por parte del cura y el barbero, ¿no era acaso una sátira tan ardiente como las hogueras de la Inquisición?

 

Y qué decir de los nudos de don Quijote, esos que transformaron el faldón de su camisa en un rosario improvisado en Sierra Morena. La Inquisición vio indecencia donde solo había ingenio. En la segunda edición, esos nudos se convirtieron en bellotas de alcornoque, tan inofensivas que ni el más devoto podría ofenderse. Pero, ¡ay!, cuando el pañal de don Quijote se convirtió en un contador de avemarías, los inquisidores no pudieron contener su indignación. ¿Acaso no entendieron que la exageración era parte del chiste?

 

Y no olvidemos los nudos judíos, esos que adornaban las vestimentas y que bien podrían haber sido una insinuación judaizante. ¿Sería esa otra broma que los inquisidores no captaron? O la misma presencia del morisco Ricote.       

 

En la segunda parte, la Duquesa le dice a Sancho que las obras de caridad hechas sin entusiasmo no valen nada. ¿Era eso un guiño a Lutero? La Inquisición pensó que sí y, zas, al Índice expurgatorio de 1632 fue a parar.

 

Cervantes, ese genio de la pluma, siempre estuvo bajo la lupa de la Inquisición y de enemigos como Lope de Vega, que no le tenía ningún aprecio.  Ni Lope, ni Calderón ni Quevedo se hubieran atrevido a tal profanación. Don Miguel incluso dijo que habría escrito un libro más divertido si no fuera por el Santo Oficio. Pero ¿no es acaso esa vigilancia la que agudizó su ingenio y lo hizo aún más cauteloso y sutil en su humor?

 

No solo la Inquisición Española recortó en tan gran obra, también, la portuguesa, que mandó tachar en 1624 un párrafo del libro I, capítulo 17:

« Pidió luego alguna redoma para echallo, y como no la hubo en la venta, se resolvió de ponello en una alcuza o aceitera de hoja de lata, de quien el ventero le hizo grata donación, y luego dijo sobre la alcuza más de ochenta paternostres y otras tantas avemarías, salves y credos, y a cada palabra acompañaba una cruz, a modo de bendición; a todo lo cual se hallaron presentes Sancho, el ventero y cuadrillero VII, , que ya el arriero sosegadamente andaba entendiendo en el beneficio de sus machos

 

Así que, aunque la Inquisición no fue ninguna broma para Cervantes, tal vez debamos agradecerle por obligarlo a ser aún más astuto y perspicaz en su sátira. Después de todo, ¿qué sería de «El Quijote» sin un poco de censura para condimentar la historia?

 

 

Del mismo modo, La Codorniz, una revista satírica de humor gráfico y literario publicada en España desde 1941 a 1978. Se autoproclamaba «la revista más audaz para el lector más inteligente», también debía ingeniárselas para burlar la férrea censura franquista.

La mítica revista satírica «La codorniz», como en esta portada publicada  el 25 de abril de 1975, y que pasó la estricta censura franquista.

 En su agonía, los países democráticos de Europa exigían apertura, que al menos en apariencia, se pareciera en algo a la democracia.

   En España, en aquel último año de vida del dictador, que no de dictadura, se comenzaba a hablar de «democracia a la española», a la que llamaban también «Democracia orgánica», una especie de trampantojo gatopardo que pretendía continuar con la dictadura, y que el pueblo apellidaba de otro modo.

En la portada utilizó la figura de don Quijote y Sancho por un camino tricolor con los colores de la bandera de la República, a los lados, huesos y esqueletos de las víctimas de la dictadura, de los que todavía miles, permanecen en paradero desconocido, como el gran poeta granadino Federico García Lorca.

 

©Paco Arenas

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...