domingo, 27 de abril de 2014

Escrache . Poesía


Escrache  .   Poesía


Quisiera irme de esta tierra moldeada
entre calaveras…
¿muertas?
Sombras silentes de miradas temblorosas,
ante la luz que se apaga después del alba.

Mirada medrosa del bravo miura,
que huye de buitres de falsa apariencia,
que devoran en la tenebrosa alborada
a los hijos de los desahuciados.


La gaviota devora al toro
que se revuelve en silencio,
tiene miedo al picador…
Muere entre aplausos del graderío.

Todo está tranquilo, lo prometo…
No esperéis que lo cumpla, no está de moda.
Si agredo…soy víctima, si mato muero…

Pido ayuda contra el agredido,
es imbécil,
 no sabe defenderse.

Poema incluido en el libro :



                                  

sábado, 26 de abril de 2014

Mi vieja máquina de escribir, mi fábrica de sueños rotos


Mi Olivetti
No tendría los 17 años cuando me compre mi primera máquina de escribir, una pequeña Hispano Olivetti, después llegaría una segunda de la misma marca y la tercera fue una Óptima, fabricada en la Alemania del Este y traída de contrabando, curiosamente con la “Ñ”, sobre una maquina sin la "Ñ" por entonces escribiría un cuento campesino que lleva camino de convertirse en novela. 

 Antes de comprar mi primera máquina tenía ya varias cosas escritas a mano: Varios presuntos poemas, algunos cuentos y  al menos una novela que le puse el pomposo nombre de "Aire de Liberta". Aquellos a quienes nos refugiamos o escondíamos nuestra timidez en la lectura, aunque fuésemos medio analfabetos,  como era mi caso, llegamos a soñar que también somos capaces de escribir y expresar cosas tan bellas como los poemas que leemos o tan elaboradas y geniales como algunas de aquellas novelas que nos hacían vivir vidas imaginarias.

viernes, 25 de abril de 2014

Indiferencia, Hipocresía o…Poesía



Reconozco que en aquella época era bastante tremendista, entonces estaba la cosa muy mal, en España había ni más ni menos que dos millones de parados, lo cual era una barbaridad.  Mucha gente lo pasaba mal, y yo era un joven idealista que soñaba con otro mundo de manera más radical y tremendista a lo que lo hago ahora que peino canas y que me voy haciendo viejo  de manera sosegada pero sin perder con ello las ganas de cambiar el mundo, siempre de manera pacífica.  Lo cual no quiere decir que me resulte indiferente lo que ocurre a mi alrededor, ya no son dos millones de parados, son seis millones. Ya no es que un poco gente tenga dificultades a fin de mes, sino que pasa hambre física y en muchos casos los bancos con la complicidad del Estado, les ha robado hasta las casas, bancos a los que ese mismo Estado rescato el año pasado  con 100.000 millones de Euros y a este año con otros 40.000 millones de euros.  Ese dinero invertido en la sociedad hubiese sacado España de la crisis.  Nos mienten y nos estafan, y ante eso no podemos cerrar los ojos.  Por desgracia estos malos versos escritos en 1984, están más vigentes que entonces.

Indiferencia, Hipocresía o…Poesía

Escucharé el lamento bajo la lluvia,
sin hacer nada.
Me quejaré para que quedé constancia
de no estar de acuerdo con la herida…
Pero, no haré nada.
Cerraré mi puño con rabia
sobre la barandilla de mi balcón,
para que quedé constancia;
pero, no haré nada.
Señalare con mi dedo a los culpables
de las esquirlas que se clavan en mi corazón,
por no poner remedio a mi remordimiento…;
pero, no haré nada.

Cuando me canse de escuchar el lamento,
me tapare los oídos con algodón.
Tal vez, solo tal vez, escuche música,
buscando la paz del indiferente.
Cuando ciego…
me canse del sufrimiento…
¿Debería sacarme los ojos?
Y así, ciego, no ver la angustia.
Correré las cortinas,
taparé mis oídos,
cerraré mis ojos,
me coseré la boca…
Pero, no haré nada.
Cuando el río llegué desbordado
de sangre y rabia,
que llegará,
asustado, querré ocultar mi secreto
entre las llamas que me quemen
sin que las aguas del río impidan mi combustión.
Sentiré miedo,
gritaré con sumisa suplica,
mas con todo el cieno seré arrastrado
y gritando, más sordo que ciego,
me dejaré arrastrar por la corriente…
Y no haré nada.





Paco Arenas (24 de enero 1984)

Poema incluido en el libro :

Las abarcas del campesino analfabeto que soñó ser poeta



                                  

sábado, 19 de abril de 2014

La huida - Poesía

 Si hay un tema sangrante es el tema de los desahucios, miles y miles de familias a las cuales las entidades financieras con la complicidad del Régimen, han visto como les robaban impunemente sus casas. No les ha importado a estos delincuentes de traje y corbata las situaciones familiares, si había niños o ancianos. Cual buitres carroñeros se han lanzado sobre sus despojos, les han tirado de sus casas que se han quedado vacías.   Son miles de personas que han optado por el suicidio , en realidad esas personas han sido asesinadas. En los últimos tres años más de siete mil, son asesinatos de los que no hablan los noticiarios, pero existen y merecen ser conocidos. Este poema, es un grito desgarrador que me ha salido del alma.


jueves, 17 de abril de 2014

El fuego que no pudo robar Prometeo – Poesía



La poesía siempre es bella, pero ¿es lo más importante la belleza? ¿Acaso no es más importante el sentimiento? Bellas poesías están hueras, no buscan un fin, tal vez no sea esa la labor de la poesía, del mismo modo que no todos los huevos son incubados saliendo de ellos un ave. Siendo joven, esa poesía me gustaba, tropecé con Miguel Hernández como por accidente. No vi la luz, pero desde entonces ando intentado robar el fuego que no pudo robar Prometeo, para poder ver, pero también para calentar las lentejas.  No pretendo emular a Prometeo, que busco el modo de que el hombre  saliera de la Tierra, de la oscuridad a la luz. Ante la imposibilidad de encontrar un medio de salvación para el hombre. Prometeo roba a Hefesto y a Atenea la sabiduría de las artes junto con el fuego (ya que sin el fuego era imposible que aquella fuese adquirida por nadie o resultase útil) y se la ofrece, así, como regalo al hombre. Con ella recibió el hombre la sabiduría para conservar la vida, pero no recibió la sabiduría política, porque estaba en poder de Zeus y a Prometeo no le estaba permitido acceder a la mansión de Zeus, en la acrópolis, a cuya entrada había dos guardianes terribles. Pero entró furtivamente al taller común de Atenea y Hefesto en el que practicaban juntos sus artes y, robando el arte del fuego de Hefesto y las demás de Atenea, se las dio al hombre. Y, debido a esto, el hombre adquiere los recursos necesarios para la vida,pero no ser libre.
No sé hasta que punto soy capaz de transmitir en esta "proesía" ese anhelo, esa búsqueda del fuego que no pudo robar  Prometeo

El fuego que no pudo robar  Prometeo – Poesía

domingo, 13 de abril de 2014

El Domingo de Ramos que pude quemar mi casa, conmigo dentro...





Mis primeros años de vida fueron de ir misa todos los domingos, fiestas de guardar, y todos días laborables al rosario, sin faltar a no ser por fuerza mayor o como en cierta ocasión que me oriné en el confesionario, (también por fuerza mayor) y pensaba que el cura me había visto. Por entonces temía más al cura de los capones que a las llamas del infierno.  Por ese mismo era tan de ir a misa, e incluso a las procesiones, a pesar de ser mis padres agnósticos.

No recuerdo donde estaban mis padres aquel Domingo de Ramos, en la iglesia por supuesto que no y en el pueblo tampoco.  Seguro que de fiesta tampoco, probablemente trabajando clandestinamente, porque por aquellos años, trabajar un domingo era una actividad semi clandestina.  Lo cierto es que me dejaron al cuidado de mi hermano menor, menor de los siete que iban delante de mí, mi hermano Julián me lleva más de diez años.


Yo tendría unos seis años y mi hermano dieciséis. Aquel invierno, mis hermanas me trajeron unas bonitas velas de cumpleaños, con las cuales yo estaba entusiasmado, nunca en mi vida había visto velas de colores, disfrutando al encenderlas y apagarlas, con el riesgo que eso conlleva en manos infantiles. Mi madre las había escondido, más que nada porque no me mease en la cama:

—Quien juega con lumbre se mea en la cama —nos solían decir nuestras madres.

No las escondería muy bien, cuando yo terminé encontrándolas.

Mi hermano Julián me llevó a misa y a la procesión del Domingo de Ramos, con un jersey de estreno, porque ese día también era obligado estrenar algo y mi madre me lo había tejido ex profeso para estrenarlo ese día.

—Quien no estrena el domingo de Ramos se le caen las manos.

Y mi madre no quería que se me cayesen las manos, y me había tejido un jersey con sus propias manos. Exactamente igual al de mi hermano, pero mucho más pequeño; aunque, más grande de lo que me correspondía, porque era principios de primavera y me tenía que durar por lo menos dos años más, así que llevaba un jersey en el que bien hubiese cabido otro Paco.  Más, porque por entonces, estaba tan delgado que debía pasar dos veces por el mismo sitio para hacer sombra, quién lo diría viéndome ahora tan hermoso y lustroso.

Después de los actos litúrgicos y de caminar en procesión detrás de la borriquilla, colocamos el ramo de oliva en la ventana.  Mi hermano se quedó con sus amigos en la calle, posiblemente viendo las elegantes muchachas pasar, tan guapas ellas, todas con sus vestidos de estreno.   Por entonces a mí no me interesaban las conversaciones de los muchachos, ni si está o aquella era más guapa o menos. Yo estaba obsesionado por aquellas velas de colores y no paré hasta encontrarlas. Y al final di con ellas escondidas en el aparador. Y aunque, me tenía prohibido cogerlas, me subí a una silla y las terminé cogiendo.  Como mi hermano estaba fuera, cogí también cerillas, que siempre estaban encima de la cornisa de la chimenea.

Tras comprobar que mi hermano y sus amigos estaban entretenidos, y que, además, ahora les acompañaban un grupo de muchachas, una de ellas enseñándoles el reloj de pulsera que le había regalado, no sé quién. Me metí en
el cuarto de mis padres, debajo de la cama, y allí comencé a prender velas.  Entre vela y cerilla prendí también la colcha, la cual comenzó a arder por su cuenta y sin mi permiso.  Para mi bien, la cama era de hierro y el colchón de lana, le costaba mucho arder, el humo va para arriba y la ventana del cuarto estaba abierta.  Me asusté y me tendí debajo de la cama, porque estaba tan aterrorizado que era incapaz de moverme.  La suerte fue que el humo era muy espeso y comenzó a salir tan pronto por la puerta de la calle, y al instante entró mi hermano y sus amigos sacándome de debajo de la cama y apagando el fuego.  

Me vieron tan asustado, que a mí no me pasó nada, mi hermano cargo con todas las culpas; aunque, ya se cuidaron muy mucho de que no tuviese ni velas ni cerillas cerca.




jueves, 10 de abril de 2014

Palabras sueltas sin sentido ante el teclado, me hago viejo


Hoy es uno de esos días en que uno quisiera ser capaz tener la genialidad escribir aquello que  vuela por la cabeza desordenadamente de manera magistral, aquello que se siente, expresarlo con estilo propio y único, genial.    Algo tan imposible como que luzca ahora el sol a las once de la noche, son los genios quienes escriben genialidades, los burros que una vez encontraron una flauta en el camino y al estornudad la hicieron sonar nunca serán un genio, por muy armónico que sonase el rebuzno. Sin embargo quiero llegar a creer que soy capaz, las piezas todas parecen encajar en mi cabeza, veo con claridad todas las palabras en mi cerebro, me invento frases que me suenan maravillosamente  geniales y sin embargo, cual  adolescente enamorado,  tímido ante el primer amor,  enmudezco ante el teclado. 

Berenjenas rellenas al Reino de España


Berenjenas al Reino de España, con chorizo
Alguien dirá, a Paco se le ha ido la olla, seguro que no le faltara razón, como decía mi madre, lo mío es de nación (que en Pinarejo quiere decir de nacimiento). ¿Qué le vamos a hacer?  Las berenjenas al reino de España, se diferencian poco de las berenjenas al horno con carne de la cocina tradicional castellana, la diferencia es que llevan chorizos en lugar de carne picada. Por eso de lo del Reino de España, si hay algo en el Reino de  España que sea santo  y seña, es la corrupción que afecta absolutamente a todas las instituciones del Estado. A los corruptos se les llama chorizos, calificativo injusto donde los haya, pues los chorizos, especialmente los de Pinarejo, son exquisitos, entre otras cosas porque previamente se cuelgan y se curan al amor de la lumbre, del humo y sobre todo del buen hacer de las mujeres de Pinarejo.

Vamos a por la receta.

martes, 8 de abril de 2014

Leyenda de la rosa de la pasión(leyenda toledana)

Escrita por  :Gustavo Adolfo Bécquer
Una tarde de verano, y en un jardín de Toledo, me refirió esta singular historia una muchacha muy buena y muy bonita.
Mientras me explicaba el misterio de su forma especial, besaba las hojas y los pistilos que iba arrancando uno a uno de la flor que da a su nombre esta leyenda.
Si yo la pudiera referir con el suave encanto y la tierna sencillez que tenía en su boca, os conmovería como a mí me conmovió la historia de la infeliz Sara.
Ya que esto no es posible, ahí va lo que de esa tradición se me acuerda en este instante.

viernes, 4 de abril de 2014

El milagro llega con sotana (Relato)



Como es sabido, después de terminada la guerra, el señor marqués  quedó   más bien más que inútil, para casi todo. No porque participase en la guerra, ya que todo el tiempo lo paso en  Roma, junto con su católica y huida majestad borbónica, donde dicen que se corrieron muchas juergas juntos, sin dejar lupanar del Lacio que no visitasen.  A raíz de ello, el marques quedo prácticamente inhabilitado para las artes amatorias, por suerte para Azucena.  Sin embargo Catalina, todavía era una mujer joven y apetecible, con carnes frescas y bien torneadas, aunque con curvas más prolongadas de la cuenta,

miércoles, 2 de abril de 2014

La calle está llena de coches ordinarios (relato)



La señora marquesa de Bastardía entra por la puerta agobiada, con un sofoco impresionante, cargada de bolsas del recién inaugurado Corte  Inglés de la calle Preciados, las cuales deja caer todas de golpe en la misma puerta, produciéndose un ruido a vidrio roto.
— ¡Azucenaaaaaa! – Grita de mal humor.

Azucena aparece con un trapo de limpiar el polvo en una mano y el limpiacristales en la otra, deja ambas cosas sobre el mueble del recibidor y corre presurosa en auxilio de la señora marquesa, agarrándolas y escuchándose el ruido de cristal roto.

—¡Inútil!  —Exclamó la señora marquesa —seguro que ya te has cargado la jarra de Murano que acabo de comprar
— Señora, el ruido que escuche antes…—comienza a hablar Azucena.
—¡ Calla. Calla!  Ya me estás discutiendo como siempre —dijo alzando las manos al cielo en señal de hartura —no digas nada, que estoy calentita y no es por el calor – le corta la señora marquesa.- Anda mira a ver que se ha roto.
Azucena, de nuevo deposita las bolsas en el suelo separando Azucena una de las mismas en la cual parecía que había una caja cuadrada, sacó la misma y con un leve movimiento pudo comprobar que el ruido de cristales rotos salía de ella.
— Abre la caja, con cuidado, no se vaya a romper —dijo la marquesa sacando un abanico y comenzando a darse aire con parsimonia — ¡Qué calor! ¿Tú no tienes calores? Es el último año que nos quedamos en agosto en Madrid, el próximo nos vamos a Estoril, con su majestad…
Diciendo esto la señora marquesa también se agacho, produciéndose una tormenta con acordes de metralleta y efluvios fétidos que perfumaron el ambiente de tal modo que aunque el señor marqués, veinte años mayor que la señora marquesa, sordo y achacoso — a pesar de encontrarse en el salón y no escuchar  el concierto —se olvidó de su dificultad para andar y presuroso abrió la ventana de par en par para que el hediondo perfume al que la señora marquesa había dado libertad de movimiento,  tuviese vía libre hacía el exterior, contribuyendo con ello a la contaminación medio ambiental de Madrid.   Azucena sin embargo, cuanto apenas arrugo la nariz, fingiendo una sordera superior al señor marqués y sobre todo haciendo alarde de deficiencia olfativa total que en realidad no tenía.
— Catalina –se escuchó la voz del señor marqués —mándale esa carta al rey, que no necesita sello y seguro que llega a Estoril sin hacer transbordo. ¡Vaya por Dios! —Decir que los señores marqueses, a pesar de que Franco ya había designado a Juan Carlos como príncipe, todavía eran fieles a don Juan, pero que al igual que muchos españoles, por distintas razones no le consideraban legitimado para ocupar el cargo designado por el dictador.
Azucena, hubo de darse la vuelta para evitar reírse en la cara de la señora marquesa por la ocurrencia del señor marqués a pesar de no poder taparse la nariz y pensando que la onda expansiva bien podría llegar a Estoril y a Mallorca al mismo tiempo, la pena es que pillaría en el camino el barrio de Vallecas, donde se encontraba su marido e hijos.   Cuando pudo controlar la risa, abrió la caja y efectivamente en ella había una magnifica jarra de cristal de la cual quedaba el asa como pieza de mayor tamaño.  Sin embargo, la licorera y las copas —salvo una —estaban intactas.
—Tira toda esa porquería a la basura. Mañana comprare otro juego.  Por cierto Azucena… ¿No tendrá tu marido pensado comprar un coche?
 —No señora marquesa, no nos llegan los cuartos para comprar coche. —Contestó Azucena, fijándose en las preciosas copas —¿Señora las copas también?
— Quédatelas si quieres… No tenéis coche, no compréis nunca.  Madrid da asco, desde que a la gente ordinaria le ha dado por comprar Seiscientos, no se puede circular ni por la avenida del Generalísimo. Y es que hay tanto coche ordinario por las calles que…Ay, la gente de bien al final acabaremos de los nervios con tanta manga ancha del Caudillo...

Ella misma, se interrumpió con un nuevo repique perfumado, que expulso al señor marqués directamente del salón, buscando aires menos aromatizados.  Después dirigiéndose a Azucena, le ordenó:
 —Anda prepárame un buen café, de ese tan exquisito que tú haces, que es lo único que me calma los nervios…
—Como mande la señora —respondió, desapareciendo con las bolsas por el pasillo, con una sonrisa de oreja a oreja aprovechando que nadie la veía, pensando en esa licorera y esas cinco copas que iban a adornar su aparador.  En venganza por las ventosidades de la marquesa puso especial esmero en preparar su exquisito café.   Aquel mismo día, iba a ir con su marido a comprar uno de esos coches ordinarios que tanto disgustaban a la señora marquesa y que seguro que contaminarían menos que el recto de la señora marquesa.

©El Exquisito café de la señora marquesa /Paco Arenas
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