Cuadro de Antonio López (Tomelloso) |
A mis padres y a todos los
campesinos de la Mancha, de Castilla, de España y del mundo.
Este texto lo escribí el día en que fui pregonero de las fiestas de mi pueblo y al día siguiente hice la presentación en su biblioteca. Fui tan liado que me olvidé de publicarlo. da la casualidad de que mañana hago una nueva presentación de Los manuscritos de Teresa Panza, ahora en Godella. y he recordado lo que había escrito, y me han apetecido comer patatas labradoras, así que aquí os dejo el texto y la receta.
Hoy regreso a La Mancha, Tierra que
en verano se convierte en un horno a 40º , mientras que en invierno se hiela
hasta el pensamiento. He recordado a mi
padre, con su pañuelo, gris a cuadros, en la cabeza. Sus abarcas y calcetas de lona, preparando
para irse al monte, a cortar leña, a podar la viña o las olivas, o la parcela a
labrar.
—Vicenta, échame el caldero y unas
patatas, que hoy tengo día por delante.
Le decía a mi madre, mientras él
uncía la yunta y preparaba las herramientas que necesitase. Mi madre siempre
añadía unas tajadas de tocino y aceitunas, y si había un tomate, sal, aceite y
unos ajos para picarle al tomate.
Esos días en que se llevaba el
caldero se preparaba patatas labradoras. En ocasiones mi madre le decía de hacérselas
ella; pero a él, le gustaban calientes, muy calientes, aunque fuese verano.
Recuerdo las pocas ocasiones que le acompañaba y me doy cuenta que aquellos
campesinos, hombres o mujeres eran auténticos héroes, dignos de admiración.
Hoy que voy a presentar mi primera novela en
la tierra que pisaron ellos, me doy cuenta, como en tantas otras ocasiones, que
su escritura tenía mucho más mérito que la mía, que por muchas novelas que
escriba, buenas o malas, nunca seré digno de calzar sus abarcas campesinas, porque
las cosas más importantes, sus valores, su constancia todavía no he logrado
tenerlas.
Hoy más que nunca recuerdo a mis
padres, a mis hermanos ausentes, a mis sobrinos, y aquellos otros que no
conocí. Ellos forman parte de mí, yo quiero ser su voz, decir todo aquello que
a ellos les prohibieron y que meditaban mientras al sol preparaban unas patatas
labradoras bien calientes. Aquellos
campesinos, tenían callos en el corazón, en la garganta de tanto querer gritar
y no poder hacerlo y eso les quemaba más que esas patatas labradoras, que el
horno del sol de La Mancha. Su grito mudo hoy llega a mí con fuerza, hasta
estallar en mis oídos, obligándome a abrir la voz para gritar sus palabras, sus
sentimientos, sus rebeldías y ansias de libertad.
—No te calles. No te calles... ¡Grita!
—Me parece escuchar a mis padres. —Que tus palabras sean testigos de aquellas
que a nosotros nos obligaron a callar.
Hoy soy más campesino y me siento
orgulloso de serlo, de sus callos y de los míos. Hoy soy más Arenas, hoy soy
más Ciriaco.
¡Gracias Padre! ¡Gracias Madre!
10 de septiembre de 2015
Patatas labradoras (para 4 personas)
Ingredientes:
- 1 vaso de aceite
- 1/2 Kg. de patatas
- unos dientes de ajo
- 1 hoja de laurel
- 3 huevos
- Una hebra de azafán de La Mancha
- 3/4 de litro de agua
Modo de hacerlo:
Las patatas se cortan un poco gruesas y se fríen sin llegar
a hacerlas del todo. A continuación se ponen a cocer con sal y laurel. Cuando
están cocidas se les machaca con ajo y se les añade el huevo crudo y un poco de
azafrán. El huevo se pone sin batir y se remueve un poco,.
Antiguamente se llevaba un caldero, que se limpiaba con la cola de las mulas.
Paco Arenas
Si te interesa conocer algo sobre mis libros, pincha aquí
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Me conmueve profundamente este relato porque muchos hijos olvidan cuánto han trabajado por ellos sus padres. Como suele decirse, es de bien nacido ser agradecido. No me pierdo la presentación de mañana.
ResponderEliminarPerdona el retraso en responder
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