Llegan cuando no los esperas
mordiendo el presente
a bocados, como una manzana,
ocupando todo mi universo,
arrancando cada trozo de mi pasado
crujiendo en la oscuridad,
cuando estoy durmiendo,
despertando,
dejando entrar por la ventana la claridad
de un tiempo que fue presente,
hace tantos años...
No, no son fantasmas,
ni ángeles colgados de invisibles telarañas,
son heridas que duelen,
o bellas heridas de nostalgia,
que débiles,
se hacen fuertes,
cual gemido que estalla en llanto
sin culpabilidades
ni falso arrepentimiento,
trayendo sus lágrimas
y sus risas,
haciendo brincar nuestro corazón de gozo,
dibujando la sonrisa en los labios,
no obstante,
también duelen:
ellos ya no están,
ellos...
siempre estarán.
©Paco
Arenas
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